c a p í t u l o 7

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— ¿A dónde iras? —preguntó dándose la media vuelta.

De algún modo consiguieron escapar, no podía decir que ilesos pero al menos seguían vivos. De ahí fue un largo recorrido hasta su departamento, considerando que tuvieron que escabullirse por calles poco transitadas y, aún así, verificar que ya nadie los seguía.

— Tengo algo que hacer.

Celine asintió. De nada serviría seguirle insistiendo en que se quedara para que pudiera atender sus múltiples heridas, él continuaría rehusándose.

— Celine. —la llamó antes de irse— Ten cuidado, no confíes en nadie.

Fueron sus últimas palabras antes de dejarla completamente sola a la entrada del edificio. Aún era de día. Verificó una vez más que nadie sospechoso estuviera cerca y sólo así se dispuso a entrar.
Accedió rápidamente al departamento, cerrando con llave, seguros, y todo lo que tenía instalado. Cerró las ventanas y revisó hasta el último rincón del lugar. Despejado. Entonces pudo volver a respirar tranquilamente.

Se deshizo de su chaqueta ya rota, y entró al cuarto de baño. Abrió la llave juntando sus manos llenándolas de agua y llevándolas a su rostro para limpiar la sangre seca de su rostro. Siseó ante el ardor en su ceja y maldijo al ver una cortada de al menos tres centímetros y otra más pequeña en su mejilla.

Regresó a su habitación y abrió sus cajones para buscar algo cómodo y ocuparse de curar las heridas abiertas. Pero el ruido se algo quebrándose la puso alerta. Los ruidos provenían de su balcón, seguramente una de sus macetas estaría rota pero lo importante era saber de quien se trataba y por qué demonios estaba aquí.
Abrió el cajón del pequeño mueble que se encontraba a un lado de su cama, movió algunas cosas hasta dar con su arma. Lentamente salió de su habitación caminando por el pequeño corredor, pegó su cuerpo contra la pared ya al final de ésta. Sin hacer ningún ruido, asomó su cabeza al menos para poder ver de qué se trataba.

— Mierda... —masculló al ver la figura del hombre que intentó matarlos al pie de su ventana.

¿Quién era? ¿Qué quería? ¿Por qué estaba ahí?

Ahí seguía, inmóvil, sólo con el arma en las manos. Podía asegurar que sus movimientos eran casi imperceptibles, y que miraba el lugar como esperando que ella apareciera en algún momento y se felicitó a sí misma por la dejar sus cosas botadas en el sofá como de costumbre.

Pensó en salir corriendo y refugiarse en el departamento de Steve, el cual se encontraba a la siguiente calle. Pero prefirió mantenerse en el mismo lugar, con su pecho subiendo y bajando con un ritmo irregular.
Los minutos pasaron y aún podía ver la silueta del hombre, hasta que de un momento a otro, se marchó. Celine se quedó en el mismo sitio por un rato hasta asegurarse de que no regresara.

Perdió la cuenta del tiempo que tuvo que pasar sentada sobre el suelo con su arma en las manos sin hacer ni el más mínimo ruido.

Cuando pudo ver el cielo ahora estaba oscuro, aún con mucho sigilo se dirigió a su habitación donde finalmente pudo cambiar su ropa por algo limpio y... bueno, nada maltratado. Descubrió algunos golpes por todo su cuerpo, algunos más llamativos que otros, pero decidió no tomarles tanta importancia.

Sobre su cama, su celular comenzó a vibrar por muchas insistentes llamadas y algunos mensajes del mismo remitente: María Hill.
Apenas leyó el último mensaje, tomó su chaqueta y salió corriendo del departamento.

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora