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Era una fría tarde de invierno, por las ventanas podía ver caer la nieve que iba cubriendo las calles de Nueva York volviéndolas completamente blancas. Las manecillas del reloj que colgaba de la pared marcaban las 8:30 pm, lo que significa que aún le quedaba una larga hora más para concluir su horario laboral. Los ojos comenzaban a pesarle. Cada sábado la cafetería se llenaba de clientes al máximo, todas las mesas estaban llenas y apenas se desocupaba una y se apresuraba a limpiarla, nuevos clientes llegaban a ocuparla. Los tacones de charol que formaban parte de su uniforme no ayudaban demasiado, pero se veían lindos así que lo aceptaba.
Apoyo sus manos sobre la barra, permitiéndose cerrar los ojos por un rato y descansar por al menos un minuto. El sonido de la campanilla que colgaba de la puerta la hizo reincorporarse y mostrar su más amplia y cálida sonrisa al nuevo cliente. Sólo que esta vez, esa sonrisa fue acompañada de un destello en sus ojos al ver a su novio entrar, luciendo un traje negro que lo hacía ver además de elegante, muy atractivo. James se dirigió directamente a la barra, tomando asiento en uno de los bancos altos y saludando a su novia con un corto y tierno beso en los labios.
— ¿Qué tal tu día? —preguntó Celine, cruzando sus brazos sobre la barra y mirándolo atentamente.
— Steve. De nuevo. —resumió, sin necesidad de dar más detalles pues su chica sabía exactamente a lo que se refería.
Celine suspiro y negó con la cabeza. Su pequeño amigo tenía la costumbre de meterse en problemas y peleas innecesarias, por lo que muchas veces, James tenía que intervenir.
— Él está bien, es sólo que me preocupa que la próxima vez no esté cerca y...
— Lo sé.
James tomó la mano de su novia dándole un ligero apretón. Le gustaba esa conexión que tenían, en la que no era necesario dar amplios detalles para poder comprenderse mutuamente. Con una simple sonrisa, Celine podía convertir un pésimo día en uno maravilloso, por eso es que la amaba tanto. James pudo ser un poco coqueto antes, pero el día que conoció a Celine, en esa cafetería luego de preguntarle qué ordenaría, supo que era la indicada. Su mirada viajó al reloj, como cada vez que iba a visitarla. Le molestaba el hecho de que conforme pasaban los días, sus horas de trabajo aumentaban considerablemente y cada vez lucía más cansada.
— ¿Por qué estás aún aquí? —preguntó sin sonar muy entrometido— Creí que tu turno terminaba a las cinco. Cuando me dijiste que saldrías más tarde, no me imaginaba cuánto.
— Lo sé, cielo. —soltó su mano para comenzar a limpiar su área de trabajo y poder irse más rápido— Pero tuvimos bastantes clientes hoy y necesitaban a alguien que se quedara unas horas extra.
— ¿Y Joanna? —cuestionó molesto alzando una ceja, pues siempre que llegaba, no veía ningún rastro de la rubia.
— No pudo venir. Alguien tenía que cubrir el turno. —explicó, a lo que su novio rodó los ojos— Pero está bien. De todos modos, un poco de dinero extra no me vendría mal.
Los padre de Celine murieron cuando ella tenía sólo seis años, por lo que quedó bajo el cuidado de una tía que no la trataba nada bien. Por eso, apenas tuvo la oportunidad se encargó de conseguir un empleo y ahorrar lo suficiente como para poder mudarse. Su departamento no era lujoso, en realidad era algo pequeño y no estaba ubicado en la mejor zona de Brooklyn, pero al menos era suyo. Desde los quince años tuvo que valerse por sí misma y en ocasiones su situación económica llegaba a complicarse. El cansancio comenzaba a dejar estragos en su rostro. Por las mañanas, de 7:00 am a 1:00 pm iba asistía a la universidad en la carrera de Literatura; y trabajaba en la cafetería de 2:00 pm a 8:00 pm, excepto los fines de semana, cuando su horario cambiaba de 7:00 am a 3:00 pm.
— Cuando nos casemos no tendrás que seguir trabajando. —le aseguró James, tomando nuevamente su mano, acariciándola suavemente— Me asegúrate de darte todo lo que te mereces, preciosa.
Los ojos de Celine brillaron de forma especial, iluminando su rostro con una sonrisa tímida. Era la primera vez que James comentaba algo como eso, en cuanto a sus planes futuros, y le llenaba de ilusión que la incluyera en ellos.
— ¿Te quieres casar conmigo? —preguntó con su voz llena de ilusión.
James no entendía bien porque se sorprendía tanto, por supuesto que quería casarse con ella. Celine era la mujer de su vida y se aseguraba de demostrárselo todos los días. Nada le gustaría más que verla en bonito vestido blanco, mientras él la esperaba impaciente en el altar, con Steve a su lado dándole todo su apoyo.
— Por supuesto, preciosa.
La joven limpió una lágrima que se llegó a escapar de la emoción. Claro que no era algo que harían en un mes, pero la idea esa muy emocionante.
— Te amo, James. —susurró muy cerca, a tan sólo unos centímetros de su rostro.
— Y yo te amo a ti, muñeca. —le dijo, acortando la distancia y atrapando sus labios en un tierno beso.
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Esta hermosa portada fue hecha por LorenGonzalezP Muchas gracias ❤️