c a p í t u l o 15

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Lo que llamaba bastante su atención, era la pila de revistas de novias que su amiga acababa de dejar sobre la mesa de centro

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Lo que llamaba bastante su atención, era la pila de revistas de novias que su amiga acababa de dejar sobre la mesa de centro. Betty se veía bastante entusiasmada por empezar a hojear cada página incluso si se hacía tarde.

La rubia tomó asiento en el sofá, alisó su falda, y colocó sus manos sobre su regazo esperando ansiosa a que Celine reaccionara.

— ¿Lista?

Le encantaba planear su boda, pero era domingo, después de mucho tiempo tenía un día libre en su trabajo y quería descansar todo lo que pudiera. Además que las noticias que recibió hace un tiempo no las tomo nada bien y aún se estaba recuperando de ellas.
Cuando las cartas de James dejaron de llegar a su buzón, supuso que algo andaba mal pero no tenía forma de averiguar lo que sea que estuviera pasando. Tiempo después recibió una carta de él, en la cual le explicaba que estuvo como prisionero de HYDRA, pero afortunadamente Steve, ahora conocido como Capitán América los salvo a él y a toda su unidad.

Le insistió demasiado para que regresara casa, pero como siempre, James había tomado una decisión, y ésta vez era seguir a su mejor amigo para ir tras HYDRA y todos sus miembros.

— Claro. —dijo finalmente.

Quizá sería una buena forma de distraerse un poco y ponerse al día con todo lo que había dejado pendiente.

Apenas tomó asiento, Betty dejó caer una de las revistas más grandes sobre sus manos.

— Empecemos con los vestidos. —propuso la rubia.

Fue cuestión de segundos para que Celine se entusiasmara, e incluso ella misma comenzó a rebuscar entre las páginas de las revistas para encontrar decoraciones y demás detalles que podrían agradarle a James tanto como a ella.

Se imagino a sí misma, con un bonito vestido blanco, en la pequeña iglesia que no estaba tan lejos caminando hacía el altar con Steve a su lado para entregarla. James sonriendo a cada paso que ella daba, y hasta el momento en el que se tomaran de las manos para finalmente unirse para toda la vida.

Tres golpes resonaron en su puerta.
Ambas detuvieron su conversación de golpe y se miraron extrañadas, pues Celine no tenía muchos amigos por lo que no esperaba una visita más.

La castaña se puso de pie y se dirigió a la entrada. Una extraña sensación se alojó en su estómago, una que no sabía muy bien como describir pero le resultaba desagradable. Abrió la puerta encontrándose con dos hombres totalmente desconocidos. Vestían pulcros uniformes del ejército y lucían algunas medallas en el.

𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄Donde viven las historias. Descúbrelo ahora