𝐒𝐈𝐋𝐇𝐎𝐔𝐄𝐓𝐓𝐄

c a p í t u l o 45

Celine apenas recordaba la última vez que logró dormir ocho horas seguidas, o dormir siquiera. Se llevó las manos a la cabeza y las  pasó con frustración por su rostro, los papeles estaban regados por el escritorio que ya ni siquiera sabía por donde empezar. Informes, planes. Era la quinta vez en el día que los leía, cada palabra ya estaba grabada en su mente y ni siquiera así había logrado conseguir una solución.

Cuando el reloj cambió a las 9:37, se cumplieron seis horas desde que se había encerrado en la sala de juntas del complejo como lo había estado haciendo desde hace ya casi dos semanas. Cuando todo colapsó, Steve decidió que lo mejor era regresar y así Wakanda también podría intentar ponerse en orden sin distracciones ahora sin sus monarcas.

Y al regresar, todo fue aún peor.

— Creo que ambos lo necesitamos.

Bruce aparece a su lado, dejando una taza de café frente a ella mientras él sostiene otra. El cansancio es notorio debajo de sus ojos, pues las últimas dos semanas era difícil que alguno de los dos abandonara su puesto de trabajo.

— Creo que después de la cuarta taza dejó de hacer efecto. —dice ella, dejando caer la carpeta sobre la mesa para refugiarse en un sorbo de café— ¿Cómo va todo?

Bruce alza los hombros y niega en respuesta. Al volver, lo único que encontraron de Nick Fury fue un pequeño dispositivo que no dejaba de emitir una misteriosa señal, los primeros días eso fue la prioridad pero cuando Celine se dió cuenta de que no los estaba llevando a nada, abandonó tal puesto y fue cuando decidió recluirse y buscar una solución en lugar de esperar que una llegara mágicamente a sus manos.

— Sigue igual, pero Rhodes sigue pendiente. —el científico se tomó unos momentos para observar a detalle a su amiga, estaba pálida y las bolsas debajo de sus ojos eran cada vez más notorias. Era un desastre, pero él no era el mejor con las palabras y decirle aquello a una mujer era sumamente riesgoso.— Celine, ¿hace cuánto que no duermes?

Y fue como si se hubiera dirigido a su subconsciente, pues tuvo tiempo de reprimir un bostezo que podia delatar la ausencia de sueño de más de dos días.

— No importa. 

Bruce había notado que desde hace un par minutos  su amiga no despegaba la mirada de la foto del sargento. Los primeros días habían sido una completa pesadilla, Celine estuvo a punto de volverse loca; lloró, gritó y rompió todo lo que encontró a su paso hasta que en algún punto, cayó rendida y no hablo por un día entero. No fue hasta que lo escuchó decir intentaría llegar al fondo de esto que finalmente se puso de pie.

Pero ahora, le preocupaba que realmente volviera loca si seguía con ese ritmo.

— Celine...

Las voces mezcladas entre si lo interrumpieron, ambos se miraron y corrieron a averiguar de que se trataba tanto alboroto. Al salir encontraron a Steve, Nat y Rhodey hablando sin parar y a una rubia desconocida que sólo los miraba atentamente.

— ¿Qué sucede aquí? —Bruce lanzó la pregunta al aire, esperando que uno de ellos respondiera.

Contrario a eso, los tres conocidos sólo señalaron a la rubia sin saber exactamente que decir.

— ¿Quién eres tu? —Celine se atreve a preguntar, sin intención de sonar grosera.

— Carol Danvers. —dice, seria y con bastante seguridad. Como si estuviera a la defensiva.

— Conoce a Fury. —agregó Nat, al ver a su amiga aún con el ceño fruncido pero aún así seguía esperando más contexto.

Por los siguientes cuarenta minutos estuvieron escuchando a detalle la historia Carol Danvers, como conoció a su misterioso jefe y como había llegado repentinamente al complejo. Para cuando terminó, Celine ya iba por su sexta taza de café y el amargo sabor de boca al darse cuenta de que Nick Fury le ocultaba más cosas de las que llegaría a admitir.