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La habitación estaba en perfecto orden, como a ella siempre le gusto. La luz del sol proporcionaba un ambiente cálido y con una bonita vista al jardín. Algunos libros estaban apilados en la mesa a un lado, junto a algunas viejas fotos con marcos dorados.
— Siempre fuiste increíble, Pegg. —dijo Celine, encontrando una foto en donde aparecían sólo ellas dos. Sonrientes, sin saber lo que el futuro les tenía preparado— Siempre te admiré. Me alegro que hayas sido muy feliz aún después de todo lo que pasó.
— Si, tuve una vida feliz. —aceptó, mirando la foto de reojo— Ahora soy yo la que te admira. Estás hermosa, aún más que antes.
— ¿Acaso no te has visto en el espejo últimamente? Pero qué hermosa dama tengo en frente.
Ambas se sonrieron con ternura.
No recordaba muy bien cómo inició su amistad, sólo que de un día para otro, se volvieron inseparables. Para Celine, Peggy era como una hermana, la única mujer que tenía en su vida a la cual le podía platicar de todo. En ese tiempo ambas eran muy diferentes; la vida de Peggy era el ejército, las armas, guerras y todo lo relacionado; Celine era lo contrario, vivía de cafés por la tarde y lectura por la noche, eso sin olvidar sus paseos rutinarios por el parque. Aún así lograban complementarse.
— Lo que me duele, es que tú no pudiste disfrutar tu vida. —continuó, con la voz quebrada.
— ¿Cuál vida, Pegg? Cuando James murió todos mis planes se fueron a la basura. —recordó— Hice lo que tenía que hacer.
— Y yo debí evitarlo.
Celine negó. Muchas veces llegó a preguntarse qué hubiera pasado si tan sólo hubiese seguido con su vida como si nada. ¿Se habría casado? ¿Cuántos hijos habría tenido? ¿Habría sigo feliz?
— ¿Has visto a Steve? —preguntó cambiando totalmente de tema.
— Ayer. —dijo Peggy— Se ve algo... confundido.
La pelinegra suspiro.
— Todo esto de S.H.I.E.L.D... Steve siempre ha hecho lo correcto desde que lo conozco. Supongo que creyó que podría seguir acatando órdenes, que podíamos seguir siendo como antes, pero ya no es lo mismo, Pegg. El mundo ha cambiado.
La mujer de cabellos blancos y grises esbozó una ligera sonrisa, llevando su mano hasta la de su vieja amiga.
— Somos nosotros los que hemos cambiado. —corrigió con suavidad— El mundo sigue siendo igual, lo arruinamos, y el daño fue irreparable.
— No, tú nunca podrías hacer algo como eso. —replicó Celine— Ayudaste a fundar S.H.I.E.L.D. No tengo la opción de poder irme de ahí, pero es la razón por la que no les he dicho que se vayan a la mierda. Eso y porque Fury no es tan malo.
