¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Luego de negarme por horas, James finalmente pudo convencerme de asistir a la Exposición Stark. Bueno, convencernos, debo corregir. Ni Steve ni yo teníamos ánimos como para estar rodeados de una multitud que había tanto ruido que apenas y podíamos escuchar nuestras propias voces. Ambos sugerimos una noche tranquila, donde después de cenar, yo podía humillarlos nuevamente jugando póker. Pero James es un amante de los avances tecnológicos, y no dejaba de repetir que era su última noche, la cual casualmente coincidió con la exposición.
Eso no me hacía sentir mejor. Por eso mismo, quería estar solo con él. Aprovechar cada segundo que nos quedaba, repetirle lo mucho que lo amo hasta que se cansara de escucharlo y abrazarlo con tanta fuerza que no pudiera irse de mi. Quería mantenerlo a salvo.
Por un segundo me miró. Nuestras manos iban entrelazadas mientras caminábamos por la calle dirigiéndonos al lugar donde el evento se llevaría a cabo.
— Te ves preciosa. —me dijo, con una amplia sonrisa admirando todo de mi. Desde mi vestido rosa pálido, hasta mi maquillaje y peinado, y cada vez que hacía eso, yo me sentía la mujer más hermosa del mundo.
Me sonroje, pero no perdí oportunidad de recordarle lo irresistible que se veía con su uniforme. Él soltó una carcajada y seguimos nuestro camino. Podía sentir las miradas envidiosas de las chicas que babeaban por él junto con los murmullos que escuchábamos cada vez que salíamos juntos. Steve rió por lo bajo y negó con la cabeza, burlándose discretamente de lo presumidas que eran todas ellas.
Divisamos nuestro destino y como era de esperarse, la multitud se iba reuniendo poco a poco, por lo que en un rato nos quedaríamos sin mucho espacio.
— Bienvenidos al pabellón de las Maravillas Modernas y al mundo del mañana. —anunciaban atrayendo la atención de más personas.
— ¡Ya está empezando! —gritaron unas chicas a nuestro lado antes de echarse a correr.
James tomó mi mano y tiro de ella ligeramente para acercarnos más. En el escenario, un grupo de bailarinas junto a un auto rojo llamaban la atención del público.
— ¡Damas y caballeros! ¡Howard Stark!
Anunciaron, los gritos de la multitud se hicieron más fuertes. Un extrovertido hombre apareció en el escenario, y pude escuchar como las mujeres gritaron mas fuerte. Incluso Steve cubrió sus oídos por culpa de las mismas chicas que corrieron hace un rato.
— Damas y caballeros, ¿y si les dijera que en unos años su automóvil no tendrá que tocar la tierra nunca?
Bastaban unas pocas palabras de él para que todo mundo se emocionara. Yo no entendía porque se emocionaban tanto con Stark. Betty, mi compañera de trabajo, decía que yo era demasiado despistada para saber lo que ocurría afuera de mi burbuja. Steve corrigió; él dijo que tenía prioridades bastante definidas, como para preocuparme por cosas ajenas a ellas. Y la verdad, prefería quedarme con la segunda opinión.