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Las imágenes en su cabeza ya no eran tan borrosas pero aún no eran muy claras.
Se veía rodeado de un sin fin de personas, no estaba acostumbrado a eso, pero ese era el único lugar en el que podía conseguir algo de información, al menos por su cuenta. Necesitaba saber quien era ese hombre, pero más que nada, quien era esa mujer cuya voz le traía tanta paz.
— Mejores amigos desde la infancia. Bucky Barnes y Steven Rogers eran inseparables, tanto en la escuela como en el campo de batalla. Barnes es el único que dió su vida al servicio de éste país. Su prometida, Celine Clarke, sería quien atendería su funeral luego de su muerte.
¿Celine? ¿Prometida? ¿Era ella?
Su voz no desaparecía de su cabeza aún después de semanas. Hubo unos días en los que sintió la necesidad de verla, de volver a escucharla porque sólo así se calmaba en caos en su cabeza, en su interior. Lo descartó casi de inmediato, pues no sabía cómo reaccionaría ella y ni siquiera sabía cómo acercarse. ¿Qué debía decirle? Sus recuerdos aún eran bastante escasos, lo único que tenía era el texto que llevaba leyendo más de diez minutos.
— Celine. —dijo para sí mismo, de forma de que se quedara tan grabado en su que no lo olvidara otra vez.
Y así se marchó. Dispuesto a encontrar un nuevo camino, de recuperar sus recuerdos de una u otra forma.
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Dos años después.
2016
El clima es frío.
Busco un asiento disponible entre tanta gente, aún tengo unos veinte minutos antes de tomar mi vuelo. La pantalla de mi celular se enciende ante la llegada de un nuevo mensaje. Mi amigo está impaciente por saber cuando llegaré, el día y la hora exacta, así que el factor sorpresa queda descartado porque lo conocía lo suficiente como para saber que era demasiado persistente.