Faliz Navidad, Lanza Nieve

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Eran ya pasada las ocho de la noche y afuera estaba asiendo un frío infernal, las aceras y carreteras repletas de nieve. Una que otra persona se veía transitando por la calle, la mayoria parejas tomados de la manos, abrazados, etc. Repartiendose el calor entre ellos.

Katsuki Bakugou era la excepción de ese ambiente. Camina solo por las calles lo más rápido posible, quería llegar a casa lo más rápido. ¿Qué hacía allí a esas horas? Fácil.

La Maldita bruja de su madre quemo el pastel de Navidad y como la buena madre que es mando a su hijo a la calles oscuras y frías a buscar un buen pastel.

Y así terminó en las calles de esta helada noche buscando una pastelería que esté abierta, cosa que no le está funcionado ya que las únicas abiertas tienen colas interminables. El hecho de ir mañana sería en vano porque probablemente el lugar esté así o peor, ya que será navidad.

Siguió caminando y siempre se encontraba con el mismo resultado o esta cerrado o estaba repleto de gente. Bufo mientras pateaba la nieve y tenía sus manos metidas en los bolsillo del abrigo que llevaba.

El frío ya le estaba traspasando su abrigo y las luces parpadeantes de los locales le estaban irritando.

— ¡Necesito un maldito pastel! — ladro mientras pateó fuertemente la nieve bajo sus pies haciendo que esta se elevará y golpeara en la cara a alguien que venía corriendo. — ¡mierda! — musito hacercandose al pobre individuo tendido en el piso. — Carajo ¿Se encuentra bien?

— Aiss... — se quejo el chico sentándose mientras se sovaba la cabeza, dirigió su vista hacia los ojos carmín de Bakugou quien tenía una expresión de preocupación apesar de tener el ceño fruncido.  — Estoy bien... — murmuró con el ceño fruncido, los mofletes inflados y un sonrojo que pasó desapersivido por el rubio. Por alguna extraña razón la mirada carmín de ese sujeto le mando un escalofrío a su sistema.

Bakugou suspira aliviado para luego fruncir el ceño y extender su mano para ayudar al pecoso que yace en el suelo. Este acepta la ayuda y como si no pesará nada, de un jalón lo levanta haciendo que este choque contra su cuerpo.

Un sutil aroma a Limón con menta llega a sus fosas nasales haciendo al Alfa soltar un gruñido. Gruñido que hizo suspirar al Omega, pero inmediatamente este se separa bruscamente del rubio sonrojado y con el ceño fruncido.

— ¿Qué mierda te pasa Omega? — pregunta Bakugou un poco molesto y dolido por el rechazo indirecto del Omega.

— ¡M-me golpeaste con nieve en la cara! — lo señaló el Omega enojado y sonrojado.

— ¡No sabía que venias! — se defendió Katsuki.

— ¡Es una vía pública! ¡Deverias tener cuidado! — refuta el pecoso. Bakugou chasqueo la lengua por eso, no discutirá con el pequeño Omega de delicioso aroma. El pecoso se detuvo al recordar algo — ¡Mi pastel! — exclamo buscando desesperadamente en el suelo y no muy lejos ve la caja toda magullada — hay no... — se lamenta acercándose hacia la caja para ver el interior de esta. Un pequeño pastel que ahora solo parecía masa y glaseado. — genial tengo que volver a la pastelería... — murmuró.

Katsuki que presencio la escena en silencio, reaccionó al escuchar el murmuró.

— ¿Dónde mierda compraste ese pastel? — pregunta un poco ancioso, recordó el porqué de estar afuera.

El Omega lo miró con el ceño fruncido para recojer la caja e irse por el camino contrario. Estaba enojado con ese Alfa rubio. Primero; lo golpea con nieve haciéndolo caer de bruces al suelo y arruinando su pastel. Segundo; lo intentó marcar con su aroma sin su consentimiento y tercero; no se disculpa y lo trata como si nada hubiera pasado.

Un completo imbecil.

Katsuki observaba con una sonrisa el como ese pequeño Omega de ojos jade se alejaba y  se tropesaba con sus propios pies, mantuvo el equilibrio y no cayo, pero Katsuki pudo jurar verlo sonrojado por la vergüenza.

Sacudió su cabeza para irse en dirección contraria a la del Omega. Necesitaba un puto pastel.  

Siguió caminando colina abajo recordó que cerca del parque del centro había una panadería con complejo de floristería.

Siguió bajando hasta verla, a simple vista no había nadie pero las luces de adentro estaban encendidas, cuando se acercó, en la puerta apareció un cartelcito con la palabra Cerrado no entiende porque está cerrado si las luces de adentro están encendidas, lo más lógico es que estén las de afuera encendidas y las de adentro apagadas. Empujó la puerta solo por curiosidad dandose cuenta que esta se abrió junto al sonido de la campanilla y ni corto ni perezoso entró al lugar.

— Disculpe pero esta cerrado. — Se volteo a ver a la persona que salía de una puerta trasera, tenía el pelo rizado corto de un tono verde y abrió los ojos al ver al mismo Omega de hace unos minutos, al parecer el también lo reconoció por como abrió los ojos y la boca exclamndo — ¡El Lanza nieve! — y luego frunció el ceño — ¿Me estaba siguiendo?

— ¿Enserio piensas llamarme así? — arrugó la nariz intentando no reírse — ¿Pará qué mierda voy a seguirte? ¿Me ves cara de vagabundo? — cuestión Bakugou acercándose al mostrador y acto reflejo el Omega retrocedió. — Ya que al parecer eres algún miembro de este establecimiento, dame un Kurisumasukêki — ordenó Bakugou sacándo su billetera del volsillos sin despegar la vista del pequeño Omega que fruncia el ceño, pero se podía ver un sutil temblor en las manos del peliverde.

— Ya le dije señor, que esta cerrado — insistió el peliverde un poco asustado. La presencia de ese Alfa junto a esos ojos rubíes que al parecer lo analizaban, lo ponían nervioso.

— Si, pero estamos aquí. Si no llego esta noche con un puto pastel la vieja bruja que tengo por madre, no me dejaran entrar. — Comento Katsuki, recordando como el año pasado llegó a casa sin un pastel y lo dejaron afuera de Su casa.

Soltando un suspiro de resignación el peliverde se acerco al mostrador:— ¿Solo un Kurisumasukêki? — cuestiono mientras anotaba lo pedido en la caja registradora.

— Agrega un pai de limón  — El Omega asintió pasando la tarjeta para luego darle la factura al rubio y dirigirse hacia otro lugar.

Los dos estuvieron en un silencio mientras Katsuki observaba como el Omega hacia su trabajo. Mientras tanto el peliverde le temblaban las manos por la intensa mirada del Alfa sobre su persona y no pudo evitar sonrojarse.

— Aquí están — dice el peliverde pasándole las dos cajas al mayor — Feliz navidad...

Katsuki lo mira con el ceño fruncido para luego mostrarle una sonrisa que le sacaría un suspiro a cualquiera.

— Faliz navidad Deku — respondió saliendo su voz un poco más ronca de lo normal haciendo que el Omega se estremeciera y frunciera el ceño por el apodo.

— Feliz navidad Lanza nieve — enfatizó la última palabra viendo como la sonrisa del rubio crecía con malicia para retirarse del lugar y dejar aún muy indignado Omega.

Tal vez valió la pena salir con el frío helado de las festividades por ese tonto pastel.

One-shot KatsudekuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora