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—¿A quien le interesa quien soy? Lo que interesa aquí es, ¿por qué estas aquí? —respondió la criatura sin quitar ese tono de voz juguetón como los maullidos de un gato hacia un ratón atrapado y sin escapatoria. Aun así Elizabeth no iba a contestar sus preguntas, de todas maneras ni ella misma sabía porque estaba en ese lugar en vez de estar dentro del fuego.

—¿Quién eres?—volvió a preguntar. La mujer pudo ver perfectamente cómo los ojos de la criatura rodaron en un claro gesto de fastidio. Luego el sonido de su cuerpo moviéndose volvió hasta sus odios lo suficiente como para retroceder una vez más, solo el tiempo suficiente ya que la criatura había conseguido moverse más rápido.

—¡Kgh! —se quejó tras caer al suelo de rodillas, sus manos seguían alzadas y tomadas por las cadenas, sus piernas arrastraban el metal brillante y todo su cuerpo había caído incapaz de soportar el peso del pecado. Elizabeth mordió su labio viendo a la figura oscura sentándose de manera "decente", si así se le podía llamar a la posición incomoda en la que sus cadenas le habían permitido recostarse—Quién soy...—murmuró un poco, su voz masculina dejó de ser juguetona en ese momento, dejó de sonar como la de un gato malvado para convertirse en una llena de ira y dolor, un dolor que ella pudo escuchar perfectamente pese al miedo, que pudo distinguir pese a la poca vibración de esa voz. Al final el ser soltó un suspiro molesto y miró fijamente a la chica, pasando sus ojos rojos por cada parte de ese traslúcido cuerpo desnudo y perfecto. Ella no podía escapar, estaba atrapada en el infierno, un lugar del cual no había escapatoria, no hacía daño si es que le revelaba un poco de información clasificada ¿o si? —Tengo muchos nombres, ustedes, seres débiles y sin valor me han puesto muchos nombres—Elizabeth pudo escuchar como relamia sus labios—Antigua serpiente, gran dragón, el dios negro, satanás...—para ese momento el miedo aumentó en ella—Pero el más conocido de todos es Meliodas, el primer ángel desterrado o mejor dicho, el diablo Nishishi~—las piernas de elizabeth fallaron y cayeron al suelo caliente. Estaba verdaderamente perdida.

Estaba atrapada con el mismísimo demonio

Caído (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora