¨23: "Noche de estrellas"¨

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CAPITULO VEINTITRES:


COLLIN

La victoria fue mía.

Vale, puede que no fue mía, pero, de igual manera íbamos a tener esa cita. Clara no sabía de qué iba y mucho menos entendía porque era de gran importancia para mí. En realidad, todo lo que tenía que ver con ella, era de gran importancia

—¿Ya puedo verme? —me preguntó Clara, con una mueca de horror. Lo cierto era que habíamos propuesto arreglarnos en mi casa, porque tenía todo lo necesario para ella. Salvo el maquillaje, pero, mi novia solía ser de las chicas que solo utilizaba labial y máscara. Y no es como si lo necesitara porque tenía la piel extremadamente perfecta, y clara... tal y como su nombre. —Tengo miedo... no sé qué estás haciéndome.

—Solo estoy acomodándote el cabello, y es la tercera vez que me interrumpes, así que no estoy haciendo nada, ahora —le recordé, encogiéndome de hombros. Clara abrió los ojos, viéndome completamente inmóvil.

Puse los ojos en blanco.

—Vale, perdón. Pero, en mi defensa los chicos no saben nada sobre cabello... ¿Y si me lo cortas?

—No estoy usando tijeras —repetí, soltando un bufido. Está era la milésima vez que me preguntaba eso. Puse los ojos en blanco, mientras me acercaba a ella. Lo único que podía hacer (además de posiblemente arruinarlo) era colocarle el listón a manera de diadema, como solía llevarla.

Pocas personas quizás se hubieran percato de ello, pero, Clara siempre tenía mi atención. Y desde pequeño había notado los listones de colores que usaba en el cabello como diademas. Mi favorita siempre había sido el azul marino, el que normalmente llevaba. Me gustaba que siempre llevara el cabello suelto, porque me daba oportunidad para verle el largo... no es que supiera mucho de cabello, pero, Clara parecía tener un cabello especial y mágico. Cada vez que la veía caminar, no podía evitar ver la forma en que se le movía.

El que le había comprado era color dorado pálido, y me estaba costando la vida ponérselo. Pero, finalmente pude lograrlo y terminar de hacer lo que había empezado más de una hora. Madre mía, ahora si sabía porque las chicas se tardaban tanto, y eso que llevaba la cuarta parte de lo que normalmente Clara usaría.

—Vale, creo que finalmente he terminado —dije, soltando un largo suspiro. Clara soltó una risita, negando con la cabeza. —Esto ha sido más largo de lo que pensé...

—Pues claro, cuando me pusiste el vestido me lo arrancaste —me recordó, con los ojos en blanco. Esbocé una sonrisa burlona, inclinándome y besándola.

—No escuche quejas de tu parte —le dije, subiendo y bajando las cejas. —Ninguna de las tres veces.

Su rostro se volvió totalmente colorado, mientras me fulminaba con la mirada.

—¡¿Qué podía hacer?! ¡Literalmente me dejabas temblando y dos segundos después te abalanzabas sobre mí!

Solté una risita.

—Igual podías haberte aprovechado de mí cuando te tocó —le dije, dejando besos sobre su cuello. Sentí su piel estremecerse en cuanto pasé mi lengua por ella, lenta y tortuosamente. —Dime... ¿no quieres aprovecharte de mí, ahora? No te costaría nada arreglarme.

Clara rio, antes de empujarme por el pecho.

—Nada de desvestirte, ya pasamos por esto —me dijo, negando con la cabeza. —Quiero que veas mi trabajo, y bueno, quiero ver que me has hecho tú.

FOR YOU: Por tiempo indefinido ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora