Capítulo 26

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(Tu)

13 años después...

Bajaba las escaleras vestida para ir a trabajar, revisaba mi bolso e iba a ir a la habitación de al lado, pero de repente sentí música relajante de piano. Sonreí por inercia y baje hasta la sala encontrándome con mi pequeña sentada en el sillón con su desayuno.

 Sonreí por inercia y baje hasta la sala encontrándome con mi pequeña sentada en el sillón con su desayuno

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-Buen día mami- dejo su taza en la pequeña mesita y me dio un abrazo- te hice café y hay pan con queso.

-Gracias cariño- le di un beso en la cabeza mientras me iba a la cocina.

Mi dulce pequeña, mi pequeña Cereza ya tenía trece años de edad. Hoy era su primer día en el instituto y se la veía muy emocionada, ya tenía sus cosas listas y su uniforme colgado, solo le faltaba el que se cambiara. Pero todavía había tiempo.

-¡Mamá! ¿Hoy vas a llevarme a la escuela?- termine de hacer mi café y me senté con ella mientras tomaba mi desayuno.

-Si cariño, te dejo en la puerta y después me voy a trabajar.

-¿Volverás tarde?

-No creo, de todas formas te estaré avisando así que atenta al teléfono ¿si?- ella sonrió mientras asentía. Mi niña...todavía recuerdo el día en que nació, fue el día más feliz de mi vida. Cuando abrió los ojos me di cuenta que tenía los mismos ojos de la madre de Rengoku, ese color rojo oscuro que parecía opaco, pero en ella eran tan brillantes como dos estrellas despampanantes. A medida que fue creciendo me di cuenta que físicamente era parecida a mí, su cabello era del mismo color que el mío y su cuerpo también, tenía una estatura promedio. Pero no podía negar que tenía el carácter energético y alegre de su padre.

Cuando era una niña le había cocinado su platillo favorito y al darme vuelta para servirme ella grito ¡Umai! al igual que Rengoku. Todavía recuerdo cómo lloré ese día, tenía tanta alegría que sentía que mi amado estaba conmigo.

Tenía su misma bondad y sentido de la justicia, defendía lo que no le parecía correcto y siempre ayudaba a los demás, sin duda digna hija de su padre. También saco costumbres por mi parte, le encantaba leer y estudiar, escribía novelas creadas por ella y era muy organizada y ordenada. Tenía facilidad para socializar con los demás, aunque al principio sus amigos tenían que adaptarse a la personalidad energética que tenía mi pequeña.

Pero sin duda había un detalle que saco de sus abuelas, amaba la música. Cuando era pequeña la lleve a un teatro para ver el lago de los cisnes, pensé que le encantaría el baile pero termino enamorándose de la música, sobre todo del violín y del piano.

Me insistía en que la mandara a clases de piano y violín, al principio me negaba porque pensé que sería mucha carga para ella, pero termino por convencerme cuando me juró que no descuidaría sus estudios y estaría todo bien. Desde los ocho años que va a clases y sin duda me hizo acordar a sus abuelas, tenía un gran oído para la música.

Un mundo diferente (Rengoku Kyojuro y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora