Especial #1

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Atsumu nunca fue bueno con los niños.

Siempre los hacía llorar, era una conexión que nunca se le dió, hasta que su fama aumento en la preparatoria por el voleibol y ahora, que era un jugador profesional, los infantes que antes lo repelían, se le acercaban con emoción genuina para pedirle una foto u autógrafo, cosa que al Miya mayor se le hacía demasiado dulce y tierno, aunque nunca lo admitiera abiertamente a sus amigos o hermano gemelo por temor a ser molestado.

Osamu era otra cosa.

Atraía a esas almas puras como imanes, y a pesar de ser muchísimo más apático que su hermano, este siempre caía en la tentación de esas adorables mejillas sonrientes y jugaba con los pequeños sin importar qué.

Ambos eran distintos en varios ámbitos, pero su igualdad era muchísimo más en ciertos aspectos.

Como el hecho de que ambos eran muy irresponsables.

— ¡Te dije que salían a las dos de la tarde!— chilló Atsumu mientras se abría paso entre la gente y miraba mal a su hermano— ¡Y son las dos con veinte! ¡Acabas de dejar a tus sobrinos e hijo solos por veinte minutos en la escuela Samu!— siguió regañando a su hermano gemelo, quien iba con una cara llena de miedo.

Nozomi y Nishimura los matarían, eso estaba más que claro.

— ¡Me dijeron a las dos y media! ¡Estoy seguro de eso!— se defendió el menor alterado.

Atsumu lo miró más mal mientras le daba un zancadilla para que se tropezara y siguió caminando rápidamente hasta llegar al preescolar.

El castaño gruñó mientras se erguía de nuevo y seguía por detrás a su hermano gemelo, tomando venganza mientras le hacía una zancadilla como respuesta.

— ¡Idiota!— gritó Atsumu molesto, llegando de nuevo al lado de su hermano, quien reía eufóricamente.

— Ya ya— tranquilizo Osamu— Vamos rápido o Kairi nos hará el show del año por llegar tarde.

Finalmente llegaron a la instalación colorida. La maestra de sus sobrinos e hijo estaba con una expresión bastante impaciente mientras miraba su reloj de muñeca, dándole al piso ligeros golpeteos para hacer saber su molestia.

Ambos gemelos sé aclararon la garganta para llamar su atención, y cuando la mujer pretendía regañar a las madres de esos chiquillos por llegar tarde, su rostro cambió por completo a una sonrisa encantadora.

— Hola señora maestra— saludo Atsumu como un niño pequeño —Perdónenos la tardanza pero mi hermano tuvo error con el horario de salida de los niños— añadió rápidamente, dándole una patada en las canillas a su gemelo, quien se la devolvió, terminando ambos insultándose entre susurros.

La mujer colocó uno de sus mechones de cabello detrás de su oreja mientras sonreía coqueta.

Ay, pobre dama, si supiera que uno es tremendo gay y el otro depende totalmente de su esposa.

— No se preocupen señores — dijo con su voz más aguda de lo habitual— Aunque no dire lo mismo de sus niños— murmuró, mientras se volteaba y chillaba los nombres de los tres revoltosos.

La primera en salir fue Kai, quien llevaba de la mano a su pequeño hermano gemelo Kairi y a su primo, Kato, el hijo de Osamu.

El menor de los Suna tenía los ojos rojos e hinchados, como si hace poco hubiera dejado de llorar y que decir del hijo de Samu, este venía con un puchero en sus labios tremendo mientras se refregaba su ojito lloroso con su mano libre.

— Sabía que vendrían tarde por nosotros por eso no llore— dijo Kai, una chiquilla bastante madura para su edad e impenetrable, como su padre— Pero Kairi junto con Kato no me escucharon y se la pasaron llorando por que no venían por nosotros — murmuró encogiendose de hombros.

From Another Reality // Suna Rintarou Donde viven las historias. Descúbrelo ahora