En algún lugar en la Toscana, se cruzan dos personas - una extraviada y otra que aprovecha un mes de libertad. Sin responsabilidades. Sin expectativas. Sin juicios. Sólo ellos y el campo.
¿Será ésta la escapada que tanto anhelan o un desastre a pun...
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—Si lloro, no te rías de mí —Dije antes de que Aurora desapareciera en el vestidor. Estábamos en una tienda de vestidos donde Aurora estaba haciendo la última prueba de su vestido de novia. Le dejé esa tarea a ella ya que quería mantenerlo secreto primero, así como una sorpresa para su mamá. Consiguió hacerse con el antiguo velo de su madre y lo incorporó al vestido sin dañar la tela.
Yo ya tenía un vestido que había comprado a través de una tienda online y me lo entregaron en casa hace unos días. Por suerte, no teníamos que preocuparnos de que los vestidos se estropearan en el exterior porque pedí una gran carpa en el patio trasero que sellaría el lugar de celebración, lo que nos permitió colocar unos cuantos calentadores alrededor.
Esperé dentro del sofá de la tienda, riendo mientras Charles me enviaba un mensaje. Estaba con Leo para conseguir algunos trajes, ya que no esperaba asistir a una boda en Italia y la sastrería estaba sólo en la otra punta de la calle.
Leclerc: el sastre de Leo me está mirando extraño
Bellerose:cómo que te está mirando extraño? deja de ser raro
Leclerc:es como si quisiera abalanzarse sobre mí o algo así Bellerose sálvame
Bellerose: estás solo en esta
Apagué mi teléfono cuando se abrieron las cortinas del camerino y salió Aurora. Su vestido era un vestido de gala sin hombros hecho de gasa, que mostraba sus hombros y clavículas. El vestido le abrazaba la cintura antes de fluir sobre la pequeña enagua que llevaba debajo. El velo de su madre estaba colocado sobre su cabeza y cuando se dio la vuelta, las flores de encaje estaban perfectamente cosidas en la parte inferior. Parecía una princesa de verdad.
—Estás llorando —Dijo Aurora pero cuando la miré, pude ver que también se formaban lágrimas en sus ojos.
—Ya no me importa que te rías —Dije poniéndome delante de ella mientras se reía de mí—. Leo va a llorar como un loco cuando te vea.
—Si no lo hace, me voy a divorciar de él —Dijo y ambas nos reímos. Saqué mi teléfono para hacerle fotos y también saqué unas cuantas fotos en el espejo.
Aurora volvió al probador para cambiarse y devolver el vestido para que la dueña de la tienda lo empaquetara. Tuvimos que colocarlo primero en mi coche antes de dirigirnos a donde estaban los chicos. Era un milagro que aún no hayan terminado.
Las telas apilaban las paredes junto con los trajes que estaban colocados sobre los maniquíes cuando entramos en la tienda. Encontramos a Charles y a Leo junto a los espejos, donde Charles estaba de pie frente al sastre, con los brazos levantados a los lados mientras el peluquero arreglaba algunas arrugas. Llevaba un traje negro que me hizo mirarlo dos veces mientras Aurora se acercaba a Leo. El sastre lo dejó un rato mientras Charles jugueteaba con la corbata desatada que le colgaba del cuello.
