En algún lugar en la Toscana, se cruzan dos personas - una extraviada y otra que aprovecha un mes de libertad. Sin responsabilidades. Sin expectativas. Sin juicios. Sólo ellos y el campo.
¿Será ésta la escapada que tanto anhelan o un desastre a pun...
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Milo tenía sentimientos encontrados sobre la carrera de Silverstone. Él y Ace han logrado evitar tantas preguntas como podían sobre su relación, pero con una carrera en casa para Ace, iba a ser uno de los pilotos más buscados junto con George y Lando. Ace seguía diciendo que no era gran cosa, ya que técnicamente era medio escocés, pero de todos modos creció en Londres.
Llegué al Reino Unido antes que ellos para conseguir un pequeño regalo para Daniel. También estaba pensando en comprar uno para Sebastian, pero no lo conocía mucho, así que terminé comprándole unos guantes de bicicleta, ya que siempre lo veo montando una hasta la pista. Los dos pilotos estaban teniendo una fiesta de cumpleaños compartida después de la carrera y Ace ofreció su casa para el lugar.
Estaba de camino a McLaren cuando alguien empezó a caminar a mi lado y giré la cara para ver a Charles sonriéndome.
—Buenos días —me saludó y yo le sonreí, sin saber de dónde venía su estado de ánimo.
—Alguien parece alegre esta mañana.
—Tengo un buen presentimiento sobre la quali —respondió y sus ojos parpadearon hacia la caja de regalo que tenía—. ¿Daniel? —Preguntó Charles y asentí con la cabeza—. No le digas que me viste o de lo contrario va a pedir su regalo ahora mismo.
Le di un pulgar hacia arriba y Charles me sonrió antes de dirigirse al garaje de Ferrari. En la entrada vi a Giovanni mirándonos, frunciendo el ceño, e inmediatamente miré hacia otro lado. Desde que tuve esa conversación con él, siempre lo he encontrado espeluznante, ya que vigilaba severamente a Charles, pero no le hacía lo mismo a Chiara.
Cuando entré en el garaje de McLaren, Daniel estaba apoyado en una de las mesas mientras hablaba con Heidi, las dos compartiendo una rebanada de pastel.
—¡Feliz cumpleaños! —Saludé una vez que encontré los ojos de Daniel y él bajó el plato para darme un abrazo.
—Gracias, Val —Sonrió, pero sus ojos ya estaban entrenados en el regalo que estaba sosteniendo. Él aplaudió y me sonrió—. ¿Esto es para mí? —Sin decir nada, le pasé la caja y me mudé para abrazar a Heidi, que estaba mirando a su novio con una expresión brillante. Ambas vimos cómo Daniel arrancaba el papel de regalo y sus ojos se abrieron de par en par al ver el regalo. Le había dado un juego de bolos, similar a cómo el que siempre traía, ese pequeño juego de baloncesto a las carreras. Para hacerlo personal, hice que alguien añadiera sus iniciales en la parte inferior de los pines.
—Va a jugar a eso durante toda la temporada —Heidi agitó la cabeza mientras Daniel tomaba una foto del regalo.
—No lo dudo.
Salí del garaje de McLaren después de hablar un poco con ellos, dirigiéndome al garaje de Mercedes. Estaba pasando por Ferrari cuando alguien me llamó y me di la vuelta para ver a Giovanni. Sin querer hablar, inmediatamente di la vuelta y me encontré con Ace, que venía de la hospitalidad.
