En algún lugar en la Toscana, se cruzan dos personas - una extraviada y otra que aprovecha un mes de libertad. Sin responsabilidades. Sin expectativas. Sin juicios. Sólo ellos y el campo.
¿Será ésta la escapada que tanto anhelan o un desastre a pun...
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—¿Cómo consiguió las fotos? —pregunté, tratando de recordar quién estaba en la boda de Aurora. No contratamos a un fotógrafo ya que la pareja decidió no hacerlo, pero no recuerdo haber visto una cámara apuntando hacia nosotros.
—Creo que fue la prima de Aurora, con la que bailé —Charles suspiró, la decepción clara en su cara—. La mayoría de las fotos eran inofensivas, pero hay una en particular que atraería a los medios como una piraña —sacó su teléfono, tocándolo un par de veces antes de pasármelo.
La iluminación no era tan buena, pero con la calidad de las cámaras de hoy en día, no importaba. Estaba claro como el día que Charles tenía los brazos envueltos a mi alrededor mientras nos besábamos en medio de la pista de baile. Ya tenía un mal recuerdo de esa noche debido a la semana siguiente, pero esto lo hacía peor.
Cerré los ojos y sentí que Charles me sacaba el teléfono, su mano izquierda envolviendo mi muñeca de una manera reconfortante.
—No puedo creer que esto esté sucediendo realmente.
—Créeme, estoy así de cerca de huir de nuevo —dijo y abrí los ojos para verlo sosteniendo su pulgar y dedo índice cerca el uno del otro—. Y tengo que ir a Grecia mañana y actuar como si todo estuviera bien.
—Entonces no lo hagas —me encontré diciendo, la ira arrastrándose lentamente debajo de mi piel. Hemos ajustado nuestras vidas en función de las decisiones que tomaban Chiara y Giovanni. Era hora de cambiar eso—. Dile que no te sientes bien y que salir de la ciudad no es una opción.
—Chiara ya me ha visto —Charles dijo y yo maldije en esa parte. Ambos nos quedamos en silencio hasta que la cara de Charles se iluminó—. Mi madre. Ella no se atrevería a ir en contra de mi madre.
—¿Por qué no? —pregunté, esperando que Chiara hubiera estado en buenos términos con su madre si estuvieron juntos durante los meses difíciles en los que el padre de Charles estaba enfermo.
—Porque mi madre la detesta absolutamente —mis ojos se abrieron de par y de repente me sentí asustada de conocer a la madre de Charles si alguna vez tenía la oportunidad de hacerlo. Solo la he visto en fotos, pero hasta ahora no la he conocido en la vida real. Escuché que estaba allí durante el Gran Premio de Mónaco, pero se quedó dentro de la autocaravana de Ferrari con los hermanos de Charles. Charles vio la expresión en mi cara y agitó la cabeza, con una sonrisa en los labios—. No te preocupes, tú le caes bien.
—¿Qué?
—Ella sabe quién eres —Charles dijo sin siquiera mirarme, los ojos entrenados en su teléfono mientras hablaba con su madre.
—Otra vez, ¿qué? —dije, poniendo mis dos manos en las mejillas de Charles y haciendo que me mirara.
—¿Mi madre te conoce?
—Dios mío —dije, soltándolo y pasando una mano por mi pelo mientras caminaba por la cocina—. Sé que dijiste que le caía bien, pero Dios mío.