Anexo 1

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El día de la desaparición de Aisha.

Había estado en el club después de haber llegado de la escuela, solo estuve entrenando y viendo a algunos practicar; por alguna razón ignoraba ciertas veces lo que Sebastiano o Derek me indicaban, ya que la noche con Johnny me distraía siempre, eso sería un gran problema.

Sentí otra vez como me empujaban, sabía quien era y realmente ya estaba al punto de enojarme por ello, el salón es bastante grande y tuvo que estar Ráfaga cerca de mi solo para irritarme, esta mujer no sabe coexistir con absolutamente nadie. Obviamente no me había olvidado de lo terrible que me trató mientras estuvimos en aquel lugar, no le importó que yo fuera solo una niña para golpearme y tenerme como un bufón; pero de que me servía recordar eso si aquí podía cobrármelas como libertad, pero esa no era una buena solución.

- Oye perra. - No giré, sabia que se refería a mi pero preferiría ignorarla. - ¿entonces no me pondrás atención? - volví a ignorarla y tomé mi teléfono para poner música y mis audífonos, pero siento un golpe tan fuerte en la espalda que pierdo el control de mi respiración por lo que fue para unas horas.

Me había lanzado un disco a la espalda, y yo aún estaba en el suelo sin poder reaccionar o siquiera respirar, escuchaba todo lejano y veía cómo se burlaba de mí mientras alguien le gritaba; aún sin poder respirar bien me levante tambaleándome y jugué igual de sucio que ella, le lance un disco el cual hizo que cayera al suelo de espaldas y no dude en tomar lo que sea que haya tenido en mis manos comencé a estampárselo en la cara, escuchaba voces pero no podía detenerme, no veía nada, sentía que había perdido el control de mi propio cuerpo y que estaba levitando en un vacío oscuro, pero cuando pude reaccionar ya era algo terrible. Tiré a un lado de mi la mancuerna y miré con horror lo que había hecho. La maté. Miraba aún en shock su rostro desfigurado y toda la sangre que salía y por un momento mis recuerdos se distorsionaron y vi aquel asqueroso hombre ensangrentado en el suelo, otra vez había perdido el control.

Alguien me levantaba y alejaba de todo, aún no tenía el control de mi por completo, miraba desconcertada a todos lados, me habían visto, ¿ahora que voy hacer?

- lárgate lejos, yo me encargo. - miré al jefe pero aún no sabía siquiera qué hacer. Debía irme pero ¿a dónde?

- llévala al apartamento, recoge todo, nos vemos en el aeropuerto. - miré a Sebastiano que me llevaba prácticamente cargada, ¿por qué diablos no podía reaccionar aún? Al llegar a su camioneta me sienta y me da algo para limpiarme pero no puedo moverme, pero siento como mi cara empieza a mojarse. - límpiate maldita sea. - lo miré aún sin hacer nada y al parecer entendió que estaba en shock ya que comenzó a limpiarme y tirar agua en mi rostro.

- no lo quise hacer. - logro decir, pero Sebastiano no dice una sola palabra, solo se dedicaba a limpiarme.

- llamaré a Isaac, debe ir a casa solo, ya debe estar por salir. Y tú chico, ya no lo volverás a ver. - en ese momento llegó más pánico a mi.

- debo llamarlo, al menos despedirme. - intentó moverme pero Sebastiano no me deja.

- ¿y qué le vas a decir? "Hola Johnny, acabó de matar a alguien y debo huir, pero no olvides que siempre voy a estar para ti" no puedes hablar con él, ya no hay comunicación, se acabó. - me grita, y para terminar tomo mi celular y lo destruye como si solo fuera un pequeño juguete. - se terminó.

Otra vez había echado algo a perder, era mi miedo desde el inicio de esto y lo hice solo por no saber controlar mi irá. Había perdido otra persona que amaba, y esta vez si fue por completo mi culpa.

Me había quedado dormida un largo rato, cuando desperté estaba arropada con mi cabeza en las piernas de Isaac, el cual acariciaba mi cabeza hasta darse cuenta que despertaba. Miré el alrededor y estábamos en el aeropuerto, aquel cargo de conciencia no tardó en llegar.

- ¿Quieres algo de comer? - dice a lo que yo niego.

- quiero hablar con Johnny. - digo pero este se niega de inmediato.

- Derek me quito el teléfono, ambos están observándonos desde una esquina así que no intentes buscar otro teléfono. - miré y efectivamente ambos me miraban, sus rostros lucían relajados, pero sabía más que nadie que no lo estaban para nada, pero ya eran expertos en esas situaciones.

- Lo siento. - digo y me aferro a él para llorar. Había arruinado su vida también, después de todo había venido conmigo para estar bien.

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