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Los días que le siguieron a ese fueron grandiosos.

Los mejores de mi vida, me atrevería a decir.

Catra había estado siendo tan dulce y atenta
conmigo que temía que todo fuera un sueño y las
fantasías se terminaran al abrir los ojos, pero siempre que ella me tomaba de la mano y me
hablaba de aquella forma, sabía que todo era real.

Habíamos visitado su lugar favorito en el parque algunas veces más, y yo estaba a punto de creer que no solo era el suyo, sino que también se estaba convirtiendo en el mío. Porque en ese lugar estaba empezando a crear nuevos y mejores recuerdos, dejando atrás todo ese dolor, angustia y sufrimiento que se había apoderado de mi vida durante estos últimos años.

Las risas no faltaban; tampoco las sonrisas, las bromas y los abrazos inesperados de su parte, lo cual me hacía sentir que todo era y sería sempiterno.

Sin embargo, y pese a lo que yo creía, no todas las
cosas buenas en la vida que creemos son
maravillosas duran para siempre, y tarde o
temprano te das cuenta de que por dentro entrañan
algún mal, engaño o falencia, y te hacen más daño
del que alguna vez pudiste imaginar.

Y eso, mis queridos lectores, fue lo que me sucedió
a mí.

Esa tarde especialmente fría de agosto mamá me
había vestido con un suéter cálido de mangas
largas, unos jeans y unas botas. Hice que me comprara algunas flores y las llevaba en la mano
junto a una invitación de su parte para ir a cenar
con nosotras.

Le había hablado tanto a mamá de ella, de lo
especial que era conmigo y del como me hacía
sentir, que estaba ansiosa por conocerla. ¿Y qué mejor forma de hacerlo que cenando juntas? Swifty y Kowl estaban más inquietos que de costumbre, y se removían de una manera extraña cuando empezamos a acercarnos al estanque. No tenía idea de por qué, así que supuse que sería por el frío o la tormenta que se aproximaba, según dijo el hombre que se encargaba del clima en la televisión.

Solté sus correas, ya que había decidido acercarme
a Catra por mi cuenta hoy, aunque obviamente
necesitara la ayuda de mi bastón, quería darle una
sorpresa con las flores, por lo que tomé la decisión
de acercarme silenciosamente, colocando las flores
en mi espalda y avanzando lentamente, me desvié
un poco.

Salí de la senda peatonal, sabía muy bien que había un árbol justo al lado de la banca y me aferré a él para no tropezar.

Justo cuando sentí que mi bastón tocaba la parte
trasera de la banca, escuché otra voz mucho más
aguda que la de Catra, así que supe que no estaba
sola.

–¿Y qué harás? -escuché a la nueva voz.

–¿Qué haré sobre qué? -preguntó Catra, y en
cuanto escuché su voz, no pude evitar sonreír.

–Sobre, ya sabes, "ella"

¿Ella? ¿Quién era "ella"?

Quise alejarme y volver a la senda peatonal para
evitar quedar como una chismosa, no obstante, mi
curiosidad fue mayor y me quedé en el mismo
lugar, tan quieta como una estatua y tan sigilosa
como un gato.

Ese fue el mayor error que pude haber cometido.

–Ah, ella -el tono de voz que usaba me sorprendió
mucho. Se le escuchaba como si estuviera
escupiendo veneno, y yo nunca la había escuchado
reterirse así sobre otra persona-. No lo sé.

–Tienes que hacer algo, Cat -insistió la desconocida-. Esa tipa es una loca.

–Lo es -suspiró irritada-. Se cree que puede
llegar a mi vida todos los días y meterse en lo que
no le importa. ¡Yo sólo quiero paz, por todos los
cielos!

Eyes | Catradora Adaptación Donde viven las historias. Descúbrelo ahora