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ᴛ/ɴ ᪥(ᴛᴜ ɴᴏᴍʙʀᴇ)

El silencio que había en el ascensor era pesado, pero no abrumador.

Justo ahora, iba camino al piso de maternidad, con toda la intención de llegar a los cuneros para poder ver a los recién nacidos y con suerte, poder abrazar a alguno.

En unos meses sería yo quien estaría en aquel piso...adolorida y con un bebé en brazos...junto a un hombre de ensueños.

Las puertas se abrieron, así que caminé saliendo del susodicho. Este piso me enamoró apenas lo vi...

El lugar en tonos claros, mantenía un silencio relajante. Había pocas enfermeras y doctoras, todas dedicadas a su trabajo. Los pasillos se encontraban despejados, por lo que al ir al final de uno pude observar la maravillosa vista que los grandes ventanales ofrecían...vista a una gran área verde. Una aún más grande que de la que yo venía. Una imagen relajante y preciosa.

Estaba decidido; daría a luz en este hospital.

-Disculpa... ¿Los cuneros? - Pregunté a una de las enfermeras. Ella me sonrió con amabilidad.

-¿Mami primeriza? - Se detuvo, dándome toda su atención.

Una risita nerviosa salió de mí, demasiado primeriza como para apenas haber buscado el embarazo hace unas horas.

-Oh, no. - Reí. - Mi pareja y yo apenas estamos buscando la fecundación, pero me gustaría poder ver a los recién nacidos. - Expliqué un tanto nerviosa. Era un tema que apenas estaba asimilando a que era mi realidad.

- Claro, sígueme. - Aprobó con una sonrisa guiándome hasta el fondo del piso, donde pronto vi una habitación con grandes cristales. Las luces de aquí eran mucho más suaves a la vista y si de por sí el piso conservaba silencio y paz, en esta zona era aún más atendido tenerlo.

Unos pasos más y quedamos frente a ese gran cristal con las cortinas levantadas, permitiéndonos ver los cuneros y en ellos; a los preciosos recién nacidos.

Una oleada inmensa de ternura recorrió todo mi cuerpo. Estos pequeñines eran todo lo que estaba bien.

-Son preciosos todos. - Hablé apenas audible con mi mirada en ellos, quienes dormían tranquilamente.

-Sé que tu bebé será precioso. - Contestó guiándome a la entrada a aquella sala. Donde antes nos tuvimos que poner una bata quirúrgica y hacernos un lavado correcto de manos.

Al entrar, comencé a caminar lentamente por el gran pasillo, observando a cada uno con especial cuidado.

De inmediato me detuve cuando vi a una nena con bastante cabello para ser recién nacida. Éste era en un tono rojizo-anaranjado. Vestía un conjunto completo con un fondo tenue y un estampado con animal print en naranja tenue y negro.

-¿Puedo...? - Pregunté acercándome a su cunero.

Había conocido el amor a primera vista.

-Claro. - Respondió tan amable como siempre, acercándose a dónde yo para tomar cuidadosamente a la bebé y entregármela.

Era tan pequeña, tan frágil y completamente hermosa.

Al tenerla en mis brazos, la acomodé un poco. Jamás había cargado a un bebé recién nacido y es que de verdad...son tan pequeños que te da miedo tocarlo y causarle el más mínimo daño.

La enfermera me guio hasta un sillón demasiado cómodo donde me permitió arrullar mucho mejor a la pequeña.

-¿Cuál es su nombre? - Pregunté viéndola abrir sus pequeños ojitos lentamente.

-Esta pequeñita tiene una historia complicada así que...aún no ha sido registrada. - Respondió un poco después, mirándola.

Lentamente comenzó a abrir sus ojitos para pestañear un par de veces luego de. Sus ojitos eran de un azul muy claro.

-Hola pequeña. - Hablé suavizando la voz. Ella de inmediato sonrió, estirando su pequeña manita hacia mí.

No podía estar más sumergida en el amor.

Acaricié su mejilla para que después tomara mi dedo entre su pequeña manita y apretarlo en poco.

-Tienes muy buena química con ella. - Se acercó a nosotras. - Desde ayer que nació lo único que ha hecho es llorar, no la había visto reír. - Me pasó un biberón que acababa de preparar.

-¿Qué pasará con ella? - Pregunté acomodando a la bebé más hacia mi pecho para poder alimentarla.

-Bueno, visto a la decisión de su madre, pasará aquí la primera semana y después irá a un hogar para niñas, esperando ser adoptada pronto. - Acarició su manita que se volvía a concentrar en apretar ligeramente mi dedo.

Miré a la pequeña, que me miraba con un brillo en su mirada...como si supiera lo que hablábamos...lo que yo estaba sintiendo.

-Volveré en un momento. - Dijo retirándose del lugar.

-Te mereces una vida mucho mejor que vivir esperanzada a ser adoptada por no sé cuantos años. - Sentí una lágrima resbalar por mi mejilla.

Volvimos a aquel silencio tranquilo donde pronto terminó el biberón, dejándolo de lado.

La acomodé para poder sacarle el aire, dándole pequeñas palmaditas sintiendo como se recargaba sobre mi hombro.

Bastaron unos minutos así para lograr mi cometido, volviendo a abrazarla para recargarla sobre mi pecho.

-Ay que chulos ojitos. - Susurré al ver su mirada somnolienta atenta en mí.

Acariciando su cabecita comencé a arrullarla mientras apenas y movía mis brazos, apoyándome a arrullarla mejor.

-No hay palabras para describir lo divina que te ves. - Habló aquella sensual voz, frente a mí.

Levanté el rostro para encontrarme con Aidan frente a mí, con las manos en los bolsillos y su mirada atenta en nosotras.

Enseguida se acercó a mí, inclinándose un poco hasta que nuestros labios se juntaron, haciendo un beso rápido.

-¿No te gustaría ser papá? - Pregunté enterneciendo la mirada.

Como respuesta únicamente levantó la ceja bajándola enseguida, sonriendo. Sentí como mi corazón se aceleró de la emoción.

-Si lo deseas; estoy completamente dispuesto a experimentar la paternidad desde ahora. - Quedando lo suficientemente cerca, acarició la mejilla de la pequeña quien aún con los ojos cerrados sonrió ante el contacto. 

-Por eso me hiciste caer en tus brazos. - Respondí cuando quedó cerca mío. 

-Por eso me hiciste amarte desde el principio. - Habló tomando un mechón de mi cabello para olerlo para después colocarse detrás mío pasando sus brazos por los míos, acariciándome a su paso hasta que éstos quedaron abrazando los míos y compartiendo el peso.

Sintiéndolo detrás mío recargué mi cabeza sobre su hombro. 

Él me hacía sentir segura, por eso lo amaba.

𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨, 𝐏𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐮𝐧 𝐁𝐞𝐛𝐞́ (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖.) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora