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ᴛ/ɴ ᪥(ᴛᴜ ɴᴏᴍʙʀᴇ)

(𝚃𝚛𝚎𝚜 𝚖𝚎𝚜𝚎𝚜 𝚍𝚎𝚜𝚙𝚞𝚎́𝚜)

Bajé del auto dejando que el sonido de mis tacones retumbara por todo el estacionamiento al tocar el suelo cerrando la puerta del deportivo negro detrás de mí.

Me dirigí hasta el ascensor, el mismo al que me había subido unos meses atrás cuando creí estar llegando tarde a mi entrevista de trabajo...aquel ascensor exclusivo.

Marqué el último piso, viendo como éste cerraba las puertas y aquella ligera presión se sentía al comenzar a subir.

Cerré los ojos disfrutando de la sensación, mientras un ligero mareo me acompañaba.

Estar embarazada no era del todo bello.

Poco después aquellas puertas se abrieron, dejándome ver aquel largo pasillo con la única puerta al fondo.

Suspiré saliendo del elevador, comenzando mi caminata decidida hasta mi objetivo; saludando a quienes veía pasar.

Llegando al fondo del pasillo, introduje la clave; haciendo que la puerta se abriera inmediatamente.

Entré observando la preciosa escena ante mí;

Aidan tenía entre brazos a Ava; nuestra hija.

Y es que la química tan fuerte que tuvimos con ella fue instantánea y ni hablar del amor que sentimos. Por lo que luego de discutirlo y pensarlo por tres o cuatro días, decidimos adoptarla sin importar el hecho que nosotros en unos meses más tendríamos entre brazos a nuestro primogénito.

Hablamos con su mamá, quien aceptó enseguida. Y sin más, comenzamos con todo el papeleo correspondiente a la adopción, lo que nos llevó un par de semanas.

El día que por fin legalmente nos convertimos en padres, también nos enteramos que literalmente seríamos papás.

Y aunque no fue algo que nos tomó por sorpresa, vaya que la emoción de saber que nuestro cometido se había logrado nos hizo experimentar emociones bastante nuevas como pareja...ahora también al lado de una pequeña hermosa.

-Sí, todo es propio de. - Me miró sonriéndome mientras hablaba por teléfono. - Pero si empiezas a notar alguna baja en las gráficas me lo haces saber enseguida. - Terminó de hablar para dejar su celular a un lado, levantándose con nuestra hija en brazos para dejarla sobre su porta bebé.

-Ava se ha apoderado de tu oficina. - Hablé mirando como muchas cosas aquí eran propias de un bebé.

-Y tú de mi corazón. - Me dejé abrazar sintiendo sus manos recorrer por mi vientre algo abultado. Acerqué mi rostro al suyo deseando sus labios, que pronto entraron en contacto a un ritmo lento...permitiéndome sentir sus perfectos movimientos sobre mis labios, dándome el paso para seguir aquel beso. - ¿Cómo se ha portado bebé? - Preguntó acariciando mi vientre.

-Bueno, hoy por la mañana tuvo mucha hambre y al medio día me permitió hacer mis pilates. - Dije disfrutando de sus caricias. - Tuve un pequeño mareo al subir en el elevador...creo que aún no le gusta. - Reí un poco.

-Opino que el bebé sabe lo consentido y esperado que es. - Se colocó a mi altura mientras su tacto remarcaba mi cintura.

Terminó por colocarse detrás mío, guiándonos hasta ese gran espacio en su oficina que tenía un gran ventanal, permitiéndonos admirar gran parte de la ciudad desde aquí. Sentía su respiración tranquila y su mano hábil entrelazándose con la mía mientras con la otra volvía a posicionarse en mi vientre.

La tranquilidad nos duró poco, pues Ava comenzó a llorar lo que nos hizo soltar una risita a ambos. Ahora fui yo quien fue por ella, llevándola entre brazos a mi posición anterior, volviendo a permitir que Aidan pusiera sus manos bajo las mías compartiendo el peso de la bebé. Como hecho a propósito; esto fue suficiente para que ella dejara de llorar.

Lo que me hizo recordar aquella mañana en el hospital cuando me bastó con abrazarla una primera vez para saber que ella era la bebé que tanto había deseado.

-Pero que preciosa te vistieron hoy. - Dije al mirar más a detalle el enterizo en color verde militar que vestía junto a la diadema elástica en su cabecita. - Tienes muy buenos gustos. - Me referí al ojiverde detrás mío, quien sonrío orgulloso.

-Bueno, con mi mujer de inspiración y una nena tan preciosa, es imposible hacer que no luzca. - Dejó un beso sobre mi cuello, marcando ligeramente su respiración. Lo que me hizo echar la cabeza para atrás, cerrando los ojos y soltando un pequeño suspiro. - Hoy tenemos cena en casa de mis padres. - Susurró cerca de mi oído, rozando la punta de su nariz cuidadosamente con el lóbulo de mi oído.

Sabía que no estaba incitando a nada sexual, pero amaba que hiciera ese tipo de cosas y él mejor que nadie lo sabía.

Además que las cenas en casa de mis suegros se habían vuelto parte de la rutina. Luego de aquella recaída de Lauren y de haber conocido a sus padres, nos volvimos muy cercanos pues me recibieron bastante bien.

Respecto al tema de la adopción, no les dijimos nada y no por miedo a ser juzgados, sino que queríamos que fuera completamente sorpresa la noticia.

Así que el día que por fin tuvimos a nuestra nena, decidimos presentarla a sus abuelos...también con la noticia que estaba embarazada. La sorpresa, felicidad y emoción fue al por mayor y realmente no era para menos.

Recibieron a Ava con muchísimo amor, sin mirarla feo por el hecho de ser adoptada o algo así. Así que ahora, teníamos una cena con ellos una vez a la semana para que pudieran estar con la bebé y también ir al tanto de mi embarazo.

Y realmente la manera como nos recibieron a todos fue increíble, nos demostraban siempre el cariño y aprecio que nos tenían. Y no podía estar más agradecida por ello.

-¿Crees que estoy vestida para la ocasión? - Pregunté, pues realmente no estaba muy segura de ello.

Portaba un top negro con mangas en los brazos, una falda algo larga con animal print que remarcaba mi cintura y con una abertura en la pierna izquierda, lo que la hacía fresca y cómoda. Combinando todo esto con unos zapatos nude de tacón alto y algo grueso pero bastante simple; lo que los hacía elegantes y cómodos.

-Todo lo que vistes sólo realza tu belleza. Me encanta como lo luces, además que tu pancita le da el toque perfecto a todo en conjunto. - Sus palabras me hicieron sonreír. Y gracias a las benditas hormonas del embarazo, las ganas de llorar de la alegría pronto se apoderaron de mí. - Oh vamos nena, llora porque enserio que estás divina...la más preciosa ante mis ojos siempre. - Me permití llorar aún con Ava en brazos, quien se dedicaba a dormir.

Y es que la manera como me comprendía y me amaba muy a pesar de mis cambios repentinos de humor o mis antojos en la madrugada me expresaban lo mucho que en verdad me amaba.

Y eso cada día me hacía sentir la mujer más afortunada.

No, nunca hubiese imaginado el cambio tan repentino que mi vida tendría de la noche a la mañana pero de no ser así, realmente no sé que estaría haciendo con mi vida. Porque justo ahora esto era lo que me hacía sentir completa, amada y con vida.

Mis dos amores y el que viene en camino.

𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨, 𝐏𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐮𝐧 𝐁𝐞𝐛𝐞́ (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖.) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora