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-Vida mía, es hora de levantarse. - La voz de Aidan se volvía cada vez más fuerte, abrí los ojos lentamente y ahí estaba él, acostado a un lado mío con una mano apoyada sobre la cama en la cual apoyaba su cabeza y con la otra acariciaba mi rostro.

Nos sonreímos como dos niños pequeños a punto de hablarse por primera vez y me acurruqué en su pecho. El contacto entre nuestras pieles se volvió una realidad, una que me estremeció por completo.

Pasé mi mano por su cuello acariciando su piel y cerrando los ojos busqué sus labios, búsqueda que él me facilitó. Nuestros labios se tocaron y disfruté ese contacto, ahí supe que me estaba dando el privilegio para iniciar el beso. Sin prisa comencé a besarlo, que con lentitud y experiencia comenzó a seguir.

Cuando nos besabámos, fuera como fuera, desde un simple y corto beso hasta esos donde parecía que necesitábamos de ellos para seguir respirando, el mundo desaparecía y entrábamos a ese lugar donde sólo éramos él y yo.

Más allá de sus besos, a su lado sentía que fácilmente el mundo se podría estar cayendo a pedazos y sentirme igual de protegida y poderosa como sólo él podía hacerme sentir con su sola existencia.

Poco después nos separamos de tan tierno beso y me acurruqué entre su pecho y su cuello sintiendo su calor. Aunque me llevaba ventaja en estatura, disfrutaba de entrelazar mis piernas con las suyas y sentir su calidez corporal con la mía, como lo estaba haciendo justo ahora.

Definitivamente no había mejor despertar que el que él me ofrecía, desnuda entre los brazos de un dios griego multimillonario.

Dios, imaginé a nuestro pequeño fruto de carne y hueso entre sus brazos por primera vez tal y como sucedió con Ava, dejando salir ese lado tierno y lleno de amor que sólo mostraba con personas que él apreciaba y sentí una gran emoción en mi corazón, él era autoritario y sin importar cómo ni cuándo, siempre demostraba su poder donde quiera que estuviera. Entonces cuando dejaba salir su lado afectivo y "sensible" conmigo, sus padres y su hija, era, el hombre que me había terminado de cautivar y me ponía casi a llorar de imaginar lo tierno que se vería con su pequeña copia de carne y hueso en brazos.

Simplemente era perfecto.

-¿Irás a trabajar? - Pregunté como niña pequeña, y lo miré tierna.

-Así es, aunque no quisiera, hoy detallaremos los últimos detalles para el contrato y no puedo darme el lujo de faltar. - Explicó. - Pero te prometo que en cuanto termine de resolver ese tema, me iré con ustedes. - Sonrió a la par mía y luego volvimos a besarnos.

El resto fue de lo más normal, nos levantamos después de un par de varios, bastantes minutos de caricias, besos y coqueteos. Tomamos una ducha rápida y mientras yo preparaba el desayuno, él me ayudaba a hacer la pañalera para Ava. Luego desayunamos juntos, aunque más bien, yo sólo lo acompañé, pues sentía que al primer bocado devolvería todo.

Luego salimos directo a la casa de sus padres, donde me dejó luego de dedicarle unos minutos a Ava y otros tantos a sus padres y a mí.

Aún era temprano, así que pasé al cuarto que por mucho tiempo le perteneció a Aidan y que se encontraba ahora, bastante cuidado y con un estilo minimalista. Sentía el cuerpo extremadamente cansado y mucho sueño, y aunque dormía mucho por el embarazo, también debía reconocer que era en gran parte, por la buena acomodada de matriz que Gallagher me había puesto.

Ahora tenía a Ava conmigo, quien permanecía tranquila. Jugué un rato con ella y simplemente disfruté de tenerla entre mis brazos, de escucharla reír y ver sus bellos y azules ojos brillar y en sí, de poder amarla.

Me dio gracia ver como luego de pequeños juegos y apapachos, también quería dormir, así que la acosté a un lado mío y yo me acosté sobre el lado izquierdo de mi cuerpo, quedando frente a ella. Bostezó y mientras sus ojitos se iban cerrando, yo iba arruyándome con ella.

𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨, 𝐏𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐮𝐧 𝐁𝐞𝐛𝐞́ (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖.) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora