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Si algo tenía que admirarle a mi ginecóloga era su nivel de profesionalismo y lo linda que era. En especial porque ya nos conocíamos.

Mi ginecóloga resultó ser la chica que hacía su servicio de enfermería cuando visité el piso de maternidad y tuve a Ava en mis brazos por primera vez.

Mis consultas eran en aquel caro y lujoso hospital donde la madre de Aidan había sido atendida, así lo habíamos decidido como pareja.

La chica resultó ser la jefa de ginecología y obstetricia y aquella vez estaba haciendo su servicio de enfermería gracias a que estaba estudiando para pediatra.

-¡Hola corazón! - Saludó con emoción al ver que era su siguiente paciente. Me levanté de la silla y caminé hacia ella, nos abrazamos y luego pasamos al consultorio. Aidan había llevado a Ava a las zonas verdes, él nos alcanzaría enseguida. - Y dime, ¿Qué tal vamos? - Preguntó a la par que se sentaba frente mío, detrás de su escritorio.

-Ligeros mareos, algunos antojos y muchas hormonas... - Guardé silencio al ver que anotaba.

-¿Qué han causado las hormonas? - Me miró. - ¿Irritabilidad? ¿Repudio hacia la pareja? ¿Sensibilidad? ¿Deseo sexual? - Preguntó.

Nos habíamos empezado a tratar y comenzábamos una amistad, por el tipo de vida de ambas no nos veíamos mucho, pero podía sentir que era una buena mujer.

Me mordí el labio con algo de nervios, sabía que era su trabajo y que atendía a cientos de mujeres y conocía su historial, pero antes de Aidan sólo había estado con un hombre y ni siquiera lo recordaba bien.

Había tenido mi primera vez con un compañero de la universidad durante una fiesta de navidad. Tengo que admitirlo, era guapo y llevábamos un par de semanas hablando, esa noche necesité de tomar un par de copas de vino y tal vez whisky para acercarme a hablarle, una cosa pasó a otra y terminamos en la cama de alguien de esa casa teniendo sexo. Pero no lo recordaba y no sabía si era por el agua que el alcohol había creado en mi cabeza o por lo pésimo que era en la cama.

Después de eso y de la gran decepción sexual, no volví ni siquiera a provocar a un hombre, no quería terminar dos minutos en su cama para ni siquiera sentir nada y fingirlo todo para subirles el ego.

Pero eso había cambiado cuando Aidan llegó a mi vida, por más que quise no pensarlo, bastó con la primera vez que nos tratamos para que supiera que él era de esos hombres que saben llevar a una mujer hasta la cima una y otra vez, un hombre que sabe que la intimidad sexual es de ambos y te lleva a explotar tu sensualidad....y no me había equivocado para nada. Creo que hasta me había quedado corta con mi suposición.

Y por ello, me daba pena hablar de ello, aunque ella fuera una profesional y lo supiera. Claro que lo sabía, el ser en mi vientre no había llegado ahí de estar de rodillas...bueno tal vez sí pero no precisamente rezando. Y aunque ambas lo sabíamos y todo el mundo lo sabía perfectamente, tampoco era como que fuera a gritarlo.

-Sensibilidad, todo me conmueve y me hace llorar. - La miré y asintió. - Y....mucho deseo sexual. - Admití con algo de vergüenza. Hizo un sonido de aprobación y la volví a mirar.

-Es normal, y está bien. Casi el noventa y nueve por ciento de mis pacientes embarazadas están con las hormonas en contra, ya sabes, no se aguantan ni a sí mismas y odian a la pareja, y es normal, también pasa. Pero me alegra saber que en tu caso es al revés, que deseas tiempo con tu pareja y demuestras lo que sientes. No te avergüences de ello preciosa, la clave para una relación duradera más allá de la confianza, el respeto, el apoyo y claro, el amor, es un buen tiempo de intimidad sexual. Si esa llama de deseo se apaga, todo lo demás lo hará, es natural sentir necesidad, el cuerpo lo necesita. Y por la gran pareja que demuestran que son, yo sé que hay muy buena intimidad sexual. Ahora dime, ¿Ha habido actividad sexual? ¿Masturbación? ¿Coito? - Preguntó y entonces supe que además de ser una excelente mujer, era la mejor en su trabajo.

-Coito, masturbación durante el sexo, sexo oral, múltiples orgasmos. - Dije. Hablar así me hacía sentir extraña conmigo misma, una cosa era mostrarle mi lado sensual y lleno de perversión a Aidan, y otra decirle mi vida sexual a mi ginecóloga.

-¿Hace cuánto?

-Toda la madrugada. - Aseguré y me sentí a sonrojar cuando hizo una expresión de sorpresa.

Aunque el ambiente no se había vuelto incómodo, agradecí a todo lo sagrado cuando tocaron la puerta suavemente, lo que anunciaba la llegada de mi castaño y nuestra hija. Con un relajado "pase" entró con nuestra pelirroja en brazos, quien tenía una gran sonrisa y se veía completamente despierta.

Luego de darme un corto beso, pasamos a la habitación donde estaba todo para los ecos y demás. Mientras la ginecóloga terminaba de anotar todo y traer mi expediente, me dio unos minutos a solas con Aidan en aquella habitación, quien me ayudó a deshacerme de mi top para dejar mi vientre algo abultado a la vista y con él, mi brasier, que felizmente había escogido lencería a juego al color de mi ropa.

Me recosté en la camilla y poco después entró ella, cerrando la puerta y dejando la habitación casi a oscuras a excepción de la gran pantalla frente a nosotros donde podíamos ver la ecografia y las pequeñas y tenues luces que alumbraban los artefactos que necesitaba.

Puso el gel un poco frío en mi vientre y luego de esparcirlo, comenzó a mover el pequeño aparato encima de mi vientre. En la pantalla se mostró como buscaba la mejor imagen del ser dentro mío.

Luego de unos minutos explicando la forma en que se encontraba y que todo se encontraba excelente, procedió a dejarnos escuchar su corazón, y desde que escuché como latía, no pude evitar soltarme a llorar al saber que ese pequeño corazoncito estaba latiendo dentro mío, que se estaba formando una vida de manera planeada en mi vientre, un pequeño ser que dependía de mí y de mi cuerpo.

Aidan sonrió y sus preciosos ojos verdes brillaron, nos besamos con lentitud y sobre todo con emoción. Nuestra pequeña, en brazos de su padre comenzó a reír, como si sintiera nuestra emoción.

Luego de unos minutos escuchando su corazón procedimos a mirarle en 4D, aunque por el tiempo de gestación aún era muy pequeño y apenas comenzaba a tomar forma, igual fue hermoso.

Luego me retiró el gel y cargó a Ava unos minutos mientras Aidan me ayudaba a colocarme el top, el cual mientras ponía me besó la espalda de manera discreta. Lo cual trajo a mí recuerdos de nuestra intimidad, tan pasional, tan nuestra..

Al volver a su escritorio explicó un poco los posibles síntomas a futuro hasta la siguiente consulta, de la cual también nos dio fecha. También explicó en términos más simples como se encontraba el bebé y qué cuidados había de tener, así como su crecimiento.

Luego nos agradeció, nos despedimos y nos retiramos. Aunque me hubiese gustado quedarme a tener un tiempo como amigas, ella aún estaba en horas de trabajo.

Como dije, el estilo de vida de ambas nos hacía vernos poco.

-Vamos preciosura, tengo un par de miles estorbando en mi cuenta y quiero acompañarte a gastarlos. - Me abrazó por la cintura mientras caminábamos al estacionamiento.

𝐂𝐨𝐧𝐭𝐫𝐚𝐭𝐨, 𝐏𝐨𝐝𝐞𝐫 𝐲 𝐮𝐧 𝐁𝐞𝐛𝐞́ (𝓐𝓲𝓭𝓪𝓷 𝓖.) [#1]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora