51. Camino hacia las sombras

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*Nick en imagen*

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| | A D R I A N | |

Fui atendido por el personal del hospital tras mi milagroso despertar. Mi madre y hermana fueron notificadas con la buena noticia y enseguida se lanzaron a abrazarme en medio de un mar de lágrimas, aunque no fue realmente por mucho tiempo, pues Gerard irrumpió en la habitación y me indicó que sería trasladado a otro hospital. No pregunté por qué, pero no lo cuestioné y a pesar de la confusión de mamá, la convencí de que podía confiar en Gerard argumentando que era un amigo.

Esa noche, me llevaron a una clínica donde me darían un tratamiento de fisioterapia, pero Cazador, quien había querido evitar esperar por mi recuperación, había ordenado a las enfermeras del hospital ejercitar los músculos de mis brazos y piernas, esperando que no estuvieran tan rígidos para cuando volviera a despertar.

A pesar de eso, fue muy difícil recuperar mi movilidad, pues mantener mis extremidades en circulación por sí solas no era lo mismo que caminar.

Daba pequeños pasos, pero caía cuando intentaba saltar o correr. Aún así, creí que me llevaría más tiempo sanar. Había sido gracias a Gerard que, aunque lo hubiera decepcionado, no parecía estar dispuesto a dejarme morir, al menos, no sin darme un uso útil.

Gerard orquestó una reunión con el Demonio, ofreciéndome como trofeo para atraerlo y hacer un intercambio.

[ . . . ]

Ahora estaba aquí, capturado y herido. Apenas recuperé la movilidad de mi cuerpo, unos matones me recordaron la sensación de dolor; lo único bueno de eso, fue que reavivaron mis nervios gracias a todos esos golpes.

Tenía miedo, mucho miedo, pero quise mantenerme fuerte convenciéndome a mí mismo de que saldría de esta... Así me mantuve, hasta que me quitaron ese mugroso costal de la cabeza y me encontré con la persona que menos esperaba ver ahí.

Arthur me veía totalmente pálido con ojos atónitos que poco a poco se llenaron de desolación y dolor hasta que alzó su mano para cubrir sus labios entreabiertos que temblaban con pavor.

No entendí lo que estaba pasando hasta que vi surgir de las sombras a su lado a un hombre enmascarado y vestido de rojo, de manera que su ropa fácilmente podía mezclarse con la iluminación carmesí de la habitación, lo que hacía de su aparición me hiciera sentir algo más que pavor.

Ese hombre de apariencia endemoniada, ¿era el hermano de Arthur?

Su porte y voz me causaron un escalofrío abominable. Mirar esas cuencas negras me sumergían en una desesperación que hacía mis dientes tiritar y eso no era todo, me estaba retratando como el villano frente a Arthur, convenciéndolo de que lo había traicionado, utilizado, mentido, fingido en su cara... ¡Ninguna de esas cosas eran ciertas! Quería disponer del tiempo y la fuerza para gritar que era un malentendido y explicarle todo desde un principio pesar de no saber la forma de decírselo, pero me dolió ver la forma apagada en la que sus lágrimas salían de sus ojos llenos de desconcierto y melancolía sin que me mirara.

No sabía cómo decírselo.

El Demonio lo pegó a su regazo, acariciando su cabeza en forma de consuelo y este simplemente se dejó hacer manteniendo una mirada perdida.

Por un segundo me inundó el miedo al pensar que le haría daño, pero... Arthur terminó por aceptar el gesto y recargar su rostro en el pecho del enmascarado, girando su rostro fuera de mi vista. Mi corazón se quebró en ese momento.

Creí que el momento no podía empeorar

— No lo lastimes —supliqué.

— ¿Lastimarlo? Nunca lo haría, lo amo con todo mi corazón y él me ama a mí también. Confía en mí, como puedes ver.

Mi demonio Nicolás [  VOLUMEN 3 ] DISPONIBLE EN AMAZON MXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora