Epílogo

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| | J O R D A N | |

Tras dejar el cuerpo de Nicolás junto a su hermano, no volví a mirar atrás. Desaparecí en medio del amanecer antes de que las bombas explotaran y a lo lejos presencié el explosivo ataque con bazucas de los hombres de Savage que acabó con el barco encendiéndolo en llamas.

Me alejé lo más que pude y vi todo desde el puente de la autopista. Me quedé un largo rato contemplando el muelle en llamas en el centro de ese helado paisaje con una mezcla de emociones que me estrujaba el corazón.

Desolación. Melancolía. Arrepentimiento... Desamor.

Vi toda mi vida y a mi familia extinguirse en el fuego de mi traición por aquel sentimiento que me hizo caer en la tentación y la locura de un apego insano.

Me sentía vacío por dentro al presenciar ante mis ojos la caída del imperio que juré proteger a costa de mi vida y ahora todo se había ido.

Saco de mi bolsillo aquel muñeco de trapo desgastado y sucio para contemplar el único recuerdo que me queda de Nicolás y su infancia cuando llegó a mí, el objeto que representaba mi torcido amor por él.

— ¿A dónde piensas ir, Zoltan? —soy sorprendido por Cazador que se posiciona a mi lado sin que yo me hubiera dado cuenta, probablemente tratando de escapar en medio de todo el bullicio.

Sus ropas y su cabello están hechos un desastre, pero fuera de eso, lucía bien, sin demasiadas heridas más allá de rasguños y uno que otro golpe.

— Ganaste —exclamo desinteresado llamando su atención—. Todo terminó y cumpliste tu propósito. Ya no hay obstáculos en tu camino.

Permaneció serio analizando mis palabras volviendo los ojos hacia el incendio a la distancia.

— Después de todo lo que perdí y de haber recibido tu ayuda, realmente no se siente como una victoria —le doy la razón en lo que dice asintiendo levemente. En realidad, ninguno ganó realmente, terminamos destruyéndonos el uno al otro hasta que nos quedamos casi sin nada.

Se queda a mi costado un buen rato sin mirarme o hablar, simplemente como si me acompañara a observar el devastado paisaje de allá abajo.

— ¿Qué vas a hacer ahora?

Su pregunta me deja pensando un largo rato donde mi cerebro entra en conflicto por no haber anticipado este escenario.

Realmente no lo sé... Supongo que sólo me queda descubrirlo.

A mi falta de respuesta, prosigue.

— No significa que puedo confiar en ti, pero puedo ofrecerte trabajo —su propuesta sonó más a una burla que a un trato serio.

— ¿Por qué harías eso?

— Cualquiera se apiadaría de un perro sin hogar como tú —se mofó, pero no le di importancia a pesar de la espinilla que se estaba enterrando más profundo en mi ser.

Me di la media vuelta para comenzar a alejarme, no sin antes decirle una última cosa.

— Adiós, Cazador —empecé a caminar sin volver a mirarlo.

— Sabes que iré detrás de ti, ¿verdad?

— Suerte con eso —le contesté con desdén, aceptando el desafío.

A medida que me alejaba, finalmente se perdió en la distancia.

Dejarte ir fue lo mejor, ¿verdad? Trato de no pensar en la respuesta, porque cada vez que lo hago, empiezo a arrepentirme.

He perdido mi propósito, te he perdido a ti, pero estoy dispuesto a descubrir lo que este mundo tiene que ofrecerme, el mundo que querías poseer. Lo único que me queda es continuar, caminar este sendero sin rumbo hasta que pueda encontrar mi propio final para volver a encontrarte.

Mi demonio Nicolás [  VOLUMEN 3 ] DISPONIBLE EN AMAZON MXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora