62. El hombre intocable

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NOTAS: Ahora sí, ¡agárrense que SE VIENEEEE! C vienen los putazos :v

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| | G E R A R D | |

Abrí la puerta con un azote violento y observé con asombro el interior del cuarto.

Dentro, yacían tres cuerpos tirados en el piso; uno de ellos aún se movía y sollozaba en posición fetal, otro estaba desplomado cerca de la silla y el tercero yacía sobre un charco de sangre y en el centro.

Pero lo más extraño era el hombre sentado en la silla en medio de ese desorden; casi desnudo por sus desgarrados ropajes y cubierto de sangre, demasiada.

Tenía la cabeza ligeramente agachada, haciendo que sus facciones estuvieran cubiertas en gran parte por sombras, pero a pesar de la oscuridad que tapaba su rostro, sentí que me miraba de una forma intensa, tanto que me hizo sentir inquietud.

— ¿Qué hiciste? —lo miré amenazante mientras estudiaba a los pervertidos que gustaban de hombres jóvenes tirados en el suelo y hechos mierda.

No había manera de que él sólo hubiera podido hacer algo como esto. Alguien debió haber entrado.

Indiqué a los guardias que revisaran el lugar en busca de algún intruso. Lo sabía, yo sabía que estaba planeando algo y pretendía descubrir qué en este maldito instante.

— Cazador, aquí no hay nadie —ambos hombres armados me confirmaron después de revisar el piso de arriba a abajo.

— ¡Busquen en el edificio y avísenle a mi padre! Yo me haré cargo de esto —asintieron retirándose y al salir, cerré la puerta tras de ellos, quedándome a solas con ese demonio.

— Estoy... muy deprimido, ¿lo sabías? —arrastró esas palabras emitidas en un tono sarcástico que me puso en alerta—. Lo he estado desde hace tiempo... y es por tu culpa.

— Me importa una puta mierda lo que digas. ¿Me quieres matar de aburrimiento contándome tus lamentos?

— No... No voy a hacer eso.

— ¿Estás intentando amenazarme? ¿Qué puedes hacer en esa silla?

— ¿Por qué no te acercas, Cazador? Te lo voy a susurrar —finalmente elevó la mirada, mostrando unos ojos que resplandecían por su sed de sangre.

Mi instinto me advirtió sobre el peligro, pero me rehusaba a mostrar alguna clase de vulnerabilidad o intimidación, así que me encaminé hacia él con todos mis sentidos bien despiertos, aunque no sabía por qué, sí él no podía moverse.

Agarré con firmeza el respaldo de la silla y clavé mis ojos destellantes de fuego directamente en los suyos que brillaban de forma envolvente y abrazadora.

— ¿Quién entró? —sonrió infame, asomando sus blancos dientes.

— Nadie. Absolutamente nadie... Esa es la belleza de todo esto —crispé de dolor cuando su frente se azotó impetuosamente contra la mía, dejándome en blanco y desorientado unos instantes en lo que intentaba asimilar el golpe.

Retrocedí torpemente, tambaleándome lejos de él, llevando mi mano a mi frente abierta de la que caía un río de sangre, deslizándose a lo largo de mi cara.

Me esforcé por recobrar el sentido, viendo a través de mi turbia visión al pelinegro desatándose las cuerdas de los pies y abandonando su asiento con un porte malicioso.

— Ah... Odio admitirlo, pero te subestimé, Cazador. Me has jodido a lo grande —empezó a caminar con lentitud alrededor de mí, penetrándome con su oscura mirada como si fuera un depredador—, deberías estar orgulloso.

Mi demonio Nicolás [  VOLUMEN 3 ] DISPONIBLE EN AMAZON MXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora