57. La travesía del cazador

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*Gerard en multimedia*

. . .

| | G E R A R D | |

Mi débil y herido cuerpo tiritaba de frío bajo el cielo nocturno de una noche gélida y lluviosa.

El putrefacto hedor de la basura y el sereno sonido de la lluvia era todo lo que mis sentidos percibían hasta que el rugir del motor de un auto junto con los neumáticos avanzando por el húmedo pavimento invadieron mis oídos desde la lejanía.

Mi cuerpo estaba congelado a tal punto que ni siquiera podía moverme, ya ni siquiera lo sentía, aún así, hice el esfuerzo por que alguien me escuchara removerme entre las bolsas de basura dentro del contenedor.

Y en medio de mi agonía, la voz grave de un hombre se escuchó más cerca que el auto de hace unos minutos atrás.

— ¿Quién está ahí?

Yo estaba tan moribundo que no podía hablar, pero seguí removiéndome como pude dentro del contenedor y di unos cuantos golpes en este con una de mis entumecidas manos. Con cualquier movimiento por mínimo que fuera, me invadía el dolor que partía desde al agujero sangrante de mi espalda.

Abrí levemente los ojos y pude alcanzar a percibir la borrosa silueta de alguien observándome, parado junto al contenedor, cargando consigo con lo que me pareció era una sombrilla sobre su cabeza.

— A... Ayu... —me encontraba tan adolorido y debilitado que ni siquiera podía levantar la voz, tan solo intentar hablar, me dolía.

Tenía miedo de morir, no quería morir e intenté pedirle ayuda a quien fuera que estuviera ahí.

Cuando me desmayé, lo siguiente que escuché fueron pequeños disturbios lejanos plagados de voces curiosas planteando interrogantes que apenas alcanzaba a percibir.

Cuando las voces cesaron y mi mente se sumergió completamente en la oscuridad de la inconsciencia, un terrible recordatorio de la traición que me había llevado al borde de la muerte comenzó a atormentarme.

"Bienvenido, jovencito".

"¡Gerard, dispara!".

"Esta es tu familia ahora".

"Mátalo".

. . .

¡ B A N G !

Al abrir los ojos, me encontré recostado en una cama de hospital. Tenía una máscara de oxígeno puesta y una delgada bata de hospital.

— ¿Cómo te sientes?

Me vi alterado por una voz desconocida asaltando mis oídos.

Al girarme, un hombre de cabello castaño, piel blanca y ojos miel que no debía tener más de treinta años, estaba mirándome desde una silla con un libro en las manos.

Parpadeé incrédulo mirando a mi alrededor al ser incapaz de recordar de cómo había llegado ahí.

Cerró su libro y se puso de pie, acercándose a mi cama.

— Tranquilo, estás en un hospital —mis ojos lo miraron en completa confusión mientras mi mente era carcomida por la intriga de la identidad de aquel extraño.

Y como si me hubiera leído la mente, se presentó cordialmente.

— Puedes decirme Gary por ahora... ¿Cómo te llamas?

Mi demonio Nicolás [  VOLUMEN 3 ] DISPONIBLE EN AMAZON MXDonde viven las historias. Descúbrelo ahora