VEINTIUNO

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-Te juro que no puedo más –me quejo mientras tomo apuntes.

Esta mañana ha sido un jodido caos, me he dormido como siempre, he perdido el metro y me he caído por las escaleras de la facultad, lo único bueno de todo esto es que mi caída ha sido amortiguada por unos brazos, los de Ethan que pasaba por delante, me ha oído gritar y ha venido a salvarme de la tremendísima ostia que me hubiera dado.

-No seas tan dramas Atenas –susurra Ethan.

-Apoco me quedo sin dientes, he perdido el metro, me he dormido y ahora estamos aquí en clase de historia de la psicología muertos del asco ¿Te parece poco?

-A ver, primero tranquilízate que madre de dios eres peor que mi hermana pequeña –me agarra una mano frenándola haciendo que suelte el bolígrafo y le mire – Segundo, no es para tanto, vale sí te has dormido y has perdido el metro por culpa de ello pero no has llegado tarde a clase, sí, a poco te partes los dientes pero ahí estaba yo para evitarlo ¿no?

Le miro atenta mientras sus labios se mueven al compás de las palabras que van fluyendo por su boca, asiento cuando termina de hablar.

-Pues ya está, ahora relájate, deja de escribir y desconecta, ya te dejaré yo los apuntes luego y listo –me da un apretón en la mano mientras con la otra se pone a copiar de nuevo sin soltar la mía.

Ese pequeño gesto hace que mi vientre por dentro parezca un jodido zoológico y mi cara un tomate.

Vuelvo la cara para que no se de cuenta de lo que ha conseguido y echo un vistazo a la clase mientras me pierdo en mis pensamientos.

Desde que nos besamos en el concierto todo va bastante mejor entre nosotros y eso me gusta, siempre he sentido una conexión muy fuerte con Ethan, sentía que junto a él podía ser yo y abrirme, podía contarle lo que pasaba por mi cabeza en ese momento o que cojones me atormentaba tanto que no me iba a juzgar, con Ethan me siento en casa muchas veces.

Cuando termina la clase al ser la última de nuestra jornada nos encaminamos al bar de Juan para comer y hablar del viaje.

-Atenas –me llama mientras se quita un auricular.

Me giro y le miro invitándole a que siga hablando, me ofrece un auricular y con la mano hace un gesto para que me lo ponga.

Me le pongo y enseguida empiezo a escuchar una canción que me resulta un tanto conocida.

-¿Enserio Ethan? –me río cuando me doy cuenta de que canción se trata -¿Mil tequilas?

-Cállate y disfruta.

-Prefiero un te quiero, a un no volverte a ver. Cómo iba a olvidar esa primera vez, gracias por dejarme, por dejarme ser –noto como mi cara va adquiriendo un poco de calor con el paso de la canción y la escondo para que no se dé cuenta.

Noto su mano en mi barbilla, me gira la cara y ambos nos miramos fijamente mientras la música sigue sonando en nuestras cabezas, todo se vuelve una burbuja como cada vez que estamos así. No sé qué pensará la gente que pasa a nuestro alrededor al ver a dos personas, paradas en mitad de la calle con un auricular cada uno mirándose fijamente mientras sus cuerpos se atraen mutuamente.

- Todo lo que me pidas yo te lo daré, todas tus heridas yo te sanaré, ese vació que tienes yo te llenaré –Ethan gesticula esta parte de la canción mientras nos acercamos al otro y siento un tirón en el estómago.

-Me vuelves loco Atenas –susurra contra mis labios.

Nos quedamos así unos segundos de más pero al fin terminamos alejándonos un poco más tensos que minutos antes, empezamos de nuevo a andar hacia el bar.

Todo lo que quede de nosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora