Capitulo 4: La primera vez

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Estaba en la sección de limpieza, entonces fui a buscar un paquete de servilletas. Al llegar encontré rápido las que estaba buscando, entonces al agarrar el paquete, no me dí cuenta y jalé el de abajo haciendo que éste cayera.

—¡Ah, ¿en serio?! —susurré mirando el paquete en el suelo.

Entonces ví una mano muy hermosa que recogió el paquete.

—No creo que las servilletas hablen —dijo mientras colocaba el paquete en su lugar.

—Gracias.

Su voz era muy dulce, como la de un ángel; al ver su rostro era hermoso, unos ojos grandes color marrón, cabello color caramelo y una sonrisa hermosa.

—Hay días en los que amanecemos con las manos de mantequilla ¿no?

—Sí, eso pasa.

—Soy Kevin.

—________(tn).

—Qué lindo nombre, para una chica muy bonita.

—Gracias —me sonrojé.

—Kevin, ¿estás por aquí?

Se escuchó la voz de un chico, pero no lo ví.

—Tengo que irme, fue lindo conocerte

—Igualmente —dije—, cuídate

—Tú también

Mencionó y se fue.

Estuve feliz todo el día y el resto de la semana. Ni siquiera me importaba la atención que los demás tenían hacía mí. Aunque a los chicos no les conté nada.

Todos los días siguientes eran tranquilos, bueno excepto por un día de las dos semanas siguientes de cuando conocí a Kevin —a veces pensaba que él tal vez ya no me recordaba—. Bueno, fui al bosque en la noche —por supuesto no llevé el coche y no tenía nada importante que hacer—; un grupo de hombres, supuse que tal vez iban de campamento o cacería; a uno de ellos lo atacó un alce, el animal escapó y al hombre le escurría sangre de la pierna derecha, lo cual noté porque el olor llegó a pesar de que me encontraba alejada a unos cuatro kilómetros de ellos. Llegué hasta el lugar —no sentí ningún cambio físico—, pero recordé lo que le pasó a James, eso hizo que me controlara, huí de ese lugar lo más rápido que pude, llegué a casa y le llamé a mi hermano para contarle todo. En parte me felicitó por tener fuerza de voluntad y buscar la manera de no hacerles daño, pero también me regañó por ir al bosque sola, me dijo un discurso e hizo que le prometiera no ir sola en la noche.

No me daban ganas de probar sangre, sabía que me llegaría a sentir mal si acabo con la vida de una persona sin razón. No la necesitaba así que esperaba no tener que hacer eso.

***

Después el día sábado se me ocurrió ir a una tienda de ropa; en Seúl hay una calle donde están varias boutiques, por lo que fui ahí. Empecé a observar; en cada tienda encontraba algo bonito y lo compraba, hasta que llegué a la última, se podría decir que era de las más caras pero no me importó y entré.

Comencé a buscar en las blusas y encontré una fabulosa: era de manga larga, color blanco, sin botones y el estampado era de un amanecer decorado con brillantina; era la última. En cuanto la tomé alguien más lo hizo también.

—Suéltala —dije.

—No, yo la ví primero.

—Sí, pero yo la agarré primero.

Almas Inmortales (UKiss y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora