Epilogo: ¿Qué es lo que siento?

161 8 5
                                    

—¡Te ves genial amiga! —dijo Gaeul al terminar de maquillarme con ayuda de Vannia y Hadley.

—Todas nos vemos geniales —corregí.

—¡Oigan, se nos va a hacer tarde! —gritó Hoon sin abrir la puerta de la habitación.

—¡Ya vamos! —contestamos en coro.

Tomamos nuestras respectivas pertenencias y salimos.

Conforme los chicos se reunían con sus parejas iban dejando la casa hasta que solo quedamos Kiseop y yo.

—¿Lo ves? Sabía que ese vestido era el correcto.

—Para empezar, lo escogí yo y detrás de esto, hay todo un gran trabajo de Lucinda.

—Sí. Sí. ¿Nos vamos? —me dio su brazo.

Me enganché.

La radio era lo único que se escuchó durante el camino al salón —o mejor dicho, jardín—, en su nuevo Audi negro.

Kiseop bajó.

Dio la vuelta hasta llegar y abrirme la puerta y le entregó la llave a un hombre del valet parking que llevó el auto a estacionar.

En cuanto bajé, los flashes de las cámaras de los reporteros ahí reunidos, empezaron a ser disparados a nosotros y dos guardaespaldas que iban abriendo paso nos ayudaron a avanzar entre la multitud reunida.

En cuanto cruzamos la doble puerta, toda esa molestia quedó del otro lado.

—Difícil, ¿no? —preguntó con un toque de diversión y asentí.

Una gran carpa blanca limitaba el jardín. Las mesas circulares estaban esparcidas dejando un ancho pasillo en el medio.

Al fondo, una gran tarima fue colocada en donde una pequeña orquesta ambientaba con un poco de música clásica.

—¡Cariño!

Llegó a saludar la madre de Kiseop portando un vestido azul con una capa plateada que se sujetaba de los hombros.

—_________(tn), te ves muy linda.

—Gracias.

—Kiseop, ya sabes dónde está su lugar. Los veo en un rato.

La señora Lee fue a recibir a otros invitados.

—Vamos, te toca junto a Kevin —vi cómo se mordió el labio intentando no reír.

—¿Te estás burlando?

—Mmm... Tal vez...

—¿No estás celoso? —traté de sonar seria.

—¿Tendría que estarlo?

—Sí yo fuera tú, sí. ¿Qué tal y en una oportunidad nos escapamos otra semana? —susurré en su oído cuando acomodó la silla para que me sentara y su expresión cambió de diversión a seriedad—. No es cierto —agregué cuando ocupó su lugar—. ¿Ya te enojaste? —pregunté en cuanto se quedó viendo a no se qué parte del lugar y me ignoró—. Oye, Kiseop —jalé un poco de la tela de su saco.

—¿Qué?

—¿Vas a estar así todo el tiempo? —empezaba a enojarme.

Almas Inmortales (UKiss y tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora