Habían pasado tres días desde aquel inminente encuentro.
Después de su pequeña broma, no tardé mucho en marcharme. El frío se intensificó y quise regresar pronto a casa. Lo mismo que debió haber hecho él, pero, realmente, no supe dónde fue porque, no nos dijimos nada más. No sabía su nombre. No sabía de dónde era o qué edad tenía. Él tampoco sabía mucho de mí. Lo único que descifró fue que me gustaba la poesía y la música clásica. Puede darle las gracias al libro "Veinte poemas de amor" de Pablo Neruda que tenía a mi lado porque, sin duda, fue de gran ayuda.
No volví al parque más por la noche. Al menos no en esos tres días. Pero su voz sí que volvía a mi cabeza por las noches. Se colaban por mis oídos tales notas de piano y resonaban allí hasta que me quedaba dormida.
No podía quejarme. Me gustaba. No quería olvidarla jamás, así que hice lo posible por memorizar cada matiz de ella.
- Lou, ¿qué te sucede? - me preguntó mi madre viéndome en silencio frente al televisor apagado. - Pareces distraída.
- Estaba pensando en... un chico.
Escuché una pequeña carcajada por detrás de mi oído, seguido de un largo y pesado suspiro.
- ¿Un chico? ¿TÚ? No me lo puedo creer.
Yo tampoco podía creérmelo. Yo, quién tan fielmente hasta entonces había estado en contra de fijarme en cualquier chico, estaba ahora con la mente nublada por uno.
¿Era el misterio lo que más atractivo me parecía? ¿O era el brillo en sus ojos que, comparado con las estrellas, sentía que habían iluminado más mi vida?
No lo sabía, pero, si me dijesen ahora mismo que se volvería mi alma y mi ser, no me lo creería.
- Yo tampoco. - susurré bajito mirando los dedos de mis manos sobre la mesa.
- ¿Lo conozco? - me preguntó ella.
Negué con la cabeza y me puse de pie. Tenía que irme ya si no quería llegar tarde a las reuniones del club de literatura, así que por lo pronto, me despedí de mi madre dándole un beso en la frente y bajé corriendo las escaleras.
Cogí la bicicleta y me puse a pedalear. El club no estaba muy lejos, pero llegué unos minutos tarde. Desde fuera, el edificio en el que estaba mi piso parecía decente. Sus paredes de cemento blanco habían ido tomando el color grisáceo de un invierno tras otro.
Las ventanas eran circulares, menos las del piso cinco que pasó por una serie de reformas hacía unos meses atrás.
No era un palacio ni una casa muy estrafalaria, pero, servía para vivir y no era muy caro. Teniendo en cuenta que vivía sola con mi madre y qué no teníamos pensado quedarnos ahí para siempre, estaba bien. Estaba cerca del centro y tenía ascensor para cuando no pudiese ayudarla a subir las compras. Además, si entrabas y tenías un poco de imaginación, podías sentirte en una de esos vestíbulos clásicos que aparecían siempre en las películas de Hollywood.
Mi padre vivía un par de calles más abajo. Él y mi madre se separaron un año después de haber vuelto a España. Las cosas entre ellos ya iban mal desde mucho antes, pero no encontraron el coraje de separarse hasta que mi padre se marchó con otra mujer que había conocido.
Le había sido infiel en otras ocasiones, y mi madre se enfurecía, sí, pero no lo dejaba ir. Hasta el día de hoy no comprendía el motivo de su persistencia. Yo sé lo que tuvo que pasar al lado de ese mal hombre porque tampoco nos lo puso fácil a mi hermana y a mí. Tanto había sido así,que tras la universidad, mi hermana se marchó y no volvimos a saber más de ella.
La única explicación lógica o al menos comprensible que yo le encontraba a su situación, era que mi madre se casó con el hombre que amaba, pero, mi padre no hizo lo mismo. No se casó con quién amaba.
Cuando aún vivíamos todos juntos, veía su comportamiento. Cada vez que mi padre se acercaba o hacía algo en presencia de mi madre, ella lo miraba con cariño. Tal vez eran tantos años que cargaban juntos en sus hombros o que cada vez que lo veía recordaba los primeros años de su relación, felices y perfectos, con la esperanza de que algún día volvieran. La sonrisa que esbozaba y el color de sus mejillas, yo lo veía como "amor". Más tarde comprendí que algo donde solo uno miraba al otro con esos ojos, solo podía tener un nombre; "dependencia". Porque el amor puede tener muchas formas y colores, es recíproco y paciente, pero, jamás disparejo y limitado.
Mi padre, por lo contrario, mostraba una expresión de repugnancia y fatiga. Eso sí, los dos eran excelentes quejándose de su vida.
Debo suponer que veinte años al lado de una persona que escogiste por error o desesperación,no podía tener más resultado que una vida de insatisfacción y de penurias.
"CERRADO"
El club estaba cerrado. No ponía ningún otro cártel. Eso me preocupó un poco, pero no tenía el teléfono de ninguno de los integrantes, así que, tuve que dar media vuelta y pedalear a cualquier otro lugar.
Me quejé en voz baja y pedaleé por las calles de la ciudad con miles de cosas que iban y venían por mi mente. El chico desconocido era una de ellas. ¿Qué podía hacer para borrarlo? Dios, ¿cómo alguien puede ser tan estúpido como para darle tanta importancia a un evento repentino y fugaz? Había conocido a miles de personas en mi vida. Ni siquiera recordaba el rostro de la mitad o sus nombres. Aún habiéndose conocido la tarde anterior. Pero cada detalle de él era como mi propia imagen en el espejo. Clara y precisa.
Después de unos minutos pedaleando, me cansé y decidí proseguir la marcha a pie.
Como siempre, llevaba mis auriculares bluetooth puestos y escuchaba algo de piano. Quería quitarme la melodía con la que nos conocimos de la cabeza, así que, puse una al azar, una qué resultaría ser la guía hacia ti.
Pasé frente al parque en el que te vi por primera vez y allí estabas, sentado en el mismo banco.Fue en ese momento en el que pasaste de ser "él" a ser "tú".
Mi boca se abrió involuntariamente. Mis ojos, también. ¿Era una alucinación? No podía quedarme con la duda. Excusa o no para acercarme, tenía que verificar si realmente se tratabade ti en carne y hueso, o si simplemente era una aparición por mi estúpido deseo de volver a hablar contigo.
ESTÁS LEYENDO
Su último deseo
Random"Cuando una persona muere, algunos de sus seres más queridos lloran, visitan su tumba continuamente, o cuentan anécdotas de su vida para mantener su recuerdo vivo, otros... le roban. Hace menos de un mes que mi tío falleció y ha manifestado varias v...