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Suspiro al terminar de trenzar su larga cabellera rubia.

"Maldito emperador y sus "deberes". ¡El muy flojo no hace más que visitarme por las noches y hacerse el tonto el resto del día."

No era sorpresa para nadie que el monarca no asumía sus responsabilidades como debía ser, de hecho, antes de la llegada de Máximo se le veía continuamente en el harem o en sus habitaciones debiendo alcohol hasta embriagarse. Dichos hábitos aún no se eliminaban pero estaba trabajando en ello, utilizando un método bastante doloroso para el pero que rendía muy buenos resultados...

- Su Majestad, el emperador Carausio está entrando.

El rubio oji azul se adentro a la habitación de su esposo esperando intimar con el por unas horas (hasta el amanecer) pero grande fue su sorpresa al ver a su hijo aún despierto, jugando en el suelo con unos juguetes en forma de caballos. Eso hizo gruñir al monarca.

Claude al sentir la aplastadora mirada se refugio con Máximo, tomando su cintura como escondite.

El pelilargo rió y acomodo al príncipe en sus piernas. - No temas, Claude. Tu padre solo vino a conversar. - las esmeraldas brillaron levemente al toparse con los ojos azules de su esposo. - ¿No es así, mi amor?

- L-lo es. - tosió para disimular su tartamudeo. - Vendré des-

- Oh, puede quedarse...Mi ánimo es muy bueno está noches.- el doble sentido no pasó desapercibido. Máximo se sonrojo levemente y con timidez le regaló una sonrisa inocente. - Mi señor, espero poder tener una larga noche con usted.

Claude no entendía nada de lo que decían pero aún así no le importo mucho, eran cosas de adultos que su madre solía decirle aquel hombre rubio...no, ¿Su padre?

Hundió su cara en el pecho del bonito hombre. No lo llamaría así, el no era nada suyo, la única que realmente podría llamar familia era...su mamá.

Claude trato de controlar su respiración pero no lo logro del todo. - Mamá..

Máximo aparato la mirada del regente y acunó el cuerpo más pequeño entre sus brazos. - Duerme mi niño~ Duérmete ya~

Cantar era una de las habilidades que el doncel tenía y que creía inútiles hasta ese momento. Lo que más necesitaba Claude era de atención y cariño y el podría proporcionarlo sin mucho problema.

No era una persona afectiva o expresiva naturalmente, pero la imagen que plasmó en el imperio era así.

Después de un rato y de por fin sentir el agarre flojo de su bata, Máximo paro de cantar. El emperador rápidamente se adelantó y cargo al niño para depositarlo en la cama.

Ahora que no tenía ataduras, Máximo no tendría excusas para rechazar al monarca. ¿Por qué tuvo que dormirse tan pronto?

- ¿En qué nos quedamos? - el aliento caliente choco contra su oreja haciendolo sonrojar. - Recuerdo que estos hermosos labios - grandes dedos tocaron sin descaro los labios rosados- iban a probar algo nuevo...-

- M-mi señor...

- De rodillas y quítate la bata.

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- ¿Más hielo, señor?

- Si.

El sirviente salió rumbo a las cocinas.

"Mi cadera me duele, mi garganta me arde y casi no puedo hablar. A la próxima no darle más ideas al emperador de como hacerlo."

Con tal de tener toda la atención del monarca en el y que esté no se aburriera de lo mismo, había hecho una jugada hace más de dos días en la cual, el doncel complacería aal monarca con un oral. Algo nuevo para el regente pero que definitivamente acepto, ansioso.

La llegada de un posible cambio.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora