𝟺. 𝐿𝑎 𝑡𝑟𝑖𝑠𝑡𝑒 𝑣𝑒𝑟𝑑𝑎𝑑

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Ilustración hecha por la talentosa @Yoshe-QM 

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Ilustración hecha por la talentosa @Yoshe-QM 

Me dejó sin palabras, es uno de los dibujos más bellos que me han hecho. 😭 Este capítulo va para ti. 🌸😭


Desperté por un fuerte dolor de cabeza, parecía que alguien me había golpeado con un martillo

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Desperté por un fuerte dolor de cabeza, parecía que alguien me había golpeado con un martillo. Todavía me encontraba sentado en la camioneta de Smith, pero él no estaba en su puesto de conductor, ¿a dónde fue?

   Miré a mi gatito Nox, se hallaba durmiendo plácidamente en mis piernas maltratadas.

   Vi por la ventana buscando respuestas para esta insólita y aterradora situación. Noté que Smith había estacionado su camioneta en el estacionamiento de un supermercado de cadena internacional.

   La puerta trasera se abrió, era el rubio dejando unas bolsas llenas de diversos productos y la más llamativa, era la que contenía objetos para felinos, ¿acaso Smith tenía gatos en su casa?

   —Falta poco para llegar.

   No respondí, preferí permanecer en silencio y él volvió a conducir bajo la negrura de la noche.

   Pasamos otros minutos más en las calles fantasmales de este pueblo hasta que él ingresó por un vecindario —cerrado— con hermosas casas familiares. Cada morada del sector poseía sus luces apagadas; después de todo, era demasiado tarde para salir y este sitio no era como la ciudad en la que viví.

   Smith estacionó frente a una residencia con un lindo jardín y además, gozaba de una vista inigualable hacia el mar.

   Sí, todo era muy perfecto aquí pero ¿la casa de papá?

   —Señor Smith, yo no vivo en este sitio —declaré confundido.

   —Lo sé, es mi casa.

   —¿Entonces? —pregunté extrañado.

   —Puedes tutearme con confianza.

   —Smith, mi padre debe estar preocupado por mí, debo volver.

   —Norman, tu padre o tío... Ninguno de ellos alertó que habías desaparecido.

   —No —moví mi cabeza en negación—, eso es imposible... Mi padre alertó mi desaparición el sábado por la noche.

   Smith se calló, miraba el piso de la camioneta.

   —Norman, fui yo —confesó.

   —¿Q-qué?

   —Yo notifiqué tu desaparición —desvió su mirada hacia mi semblante taciturno.

   —Di-isculpe, no comprendo.

   —No fue tu padre ni tu tío, yo alerté tu desaparición.

   Claro, por eso él no hedía a golosinas, mi delicada intuición aún no fallaba pero ¿por qué? No conocía a este hombre pero mi cuerpo me comentaba otra cosa.

   Su confesión causó diversas emociones en mí, tanto negativas como positivas. Sí, realmente mi padre no me amaba, no le importaba nada que proviniera de mí. Pero... pero... pero... luego tenía a este hombre que a veces, hablaba como el Diablo y después, me susurraba como un Ángel.

   —¿Por qué? —pregunté angustiado.

   —Te seré sincero —suspiró pesaroso—, desde que llegaste al pueblo Campo de calabazas, no pude dejar de seguirte...

   —¿Cómo? No lo entiendo.

   —Te observaba, veía cómo entrabas a las tiendas y los vendedores te miraban con asco —pausó—. Quería protegerte y no pude hacerlo...

   No conseguía encontrar las palabras adecuadas para la situación, no entendía lo que deseaba expresarme.

   —Todos te fallamos, Norman... especialmente yo... Tu madre no habría querido esto.

   ¿Mi madre?, ¿él la conoció? Cuando mi abuela seguía viva, me contó que ella murió después de mi nacimiento.

   —¿Conociste a mi mamá, Smith?

   —Sí, fue mi niñera pero...

   —¿Pero qué?

   —¿No sabes? —preguntó severo.

   —Ella murió cuando nací...

   —Ya veo.

   Su respuesta no me convenció, algo muy malo estaba ocultando y no lo iba a permitir.

   —Ella no murió así, ¿cierto?

   Nuevamente, no contestó.

   —¡Por favor, dígame la verdad! —supliqué.

   —A ella la mataron, encontraron su cuerpo en el bosque.

   Mi padre y tío, también mi abuela, durante todos estos años lo ocultaron, ¿por qué? Tal vez, ella quería protegerme de la verdad, porque ella si me amaba, no como mi padre o tío.

   —Debo volver a casa —mencioné agotado— y si no me-e lleva-a, lo haré yo.

   —No, te quedarás conmigo.

   —Disculpe-e, pero no confío —en los caramelos, aunque no los tenga— en u-usted... Preocúpese de su s-sobrino.

   —¡Norman, por favor! —imploró— Lamento haberme comportado así, mi sobrino solo me ha traído problemas, pero lo peor es que me ensañé contigo...

   Abrí la puerta de la camioneta, me iría caminando a casa.

   —No-o, volveré con papá y con mi tío —ellos me esperaban, otra sesión de tortura empezaría.

   —¡Norman! —exclamó preocupado.

   Solo puse una bota en el cemento para que la superficie se convirtiera en un gran agujero negro que comenzó a absorberme. Unas garras afiladas emergieron, ellas se apoderaron de mis piernas y brazos. Pertenecían a unas criaturas largas, oscuras y con ojos de caramelos.

   —¡¡VENDRÁS CON NOSOTROS!! —bramaron esas bestialidades.

   Esas cosas me llevaron hacia la oscuridad solemne y ahí, solo escuchaba sollozar a un niño pequeño, un gato moribundo y las risas de unos adultos.

Ellos me siguieron hasta el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora