El trayecto hacia mi casa fue silencioso y agotador, sobre todo porque la imagen del gran ciervo rojo podrido retumbaba en mis pensamientos. Sin embargo, ¿tú qué harías? Mi padre y tío me odiaban.
Tenía que aceptar los caramelos, ¿o me vas a tratar como el gran ciervo rojo podrido?
—Hace unos meses llegaste a Campo de calabazas —mencionó Smith.
—¿Di-isculpe-e?
—Mi sobrino estuvo en ese incidente y no dirás nada —pausó molesto—. Tengo un buen abogado detrás del caso y conozco al fiscal, será mejor que cambies tu versión.
—¿Q-qué? —pregunté pasmado.
—Solo tú saldrás perjudicado, no mi sobrino, ¿acaso quieres terminar en la cárcel?
—Pe-ero señor, yo no-o le hi-ice nada a su so-obrino, fu-ue él co-on sus a-amigos —juré atemorizado.
—¡¡CÁLLATE!! —gritó el hombre.
Su grito hizo que mi boca se enmudeciera y también, causó que Nox se despertara.
—Señor Smith, se lo su-uplico, no me-e haga daño-o.
—¿Qué? —preguntó extrañado.
Di un largo suspiro y sequé mis lágrimas que empapaban mis mejillas.
—Quie-ero bajarme...
—No —respondió pétreo.
—Po-or fa-avor...
—¡¡TE DIJE QUE NO, HIJO DE P-!! —exclamó totalmente irritado.
No quería llorar más, en serio que no lo deseaba, pero mi estado mental se encontraba demasiado deteriorado y roto, así que estallé en llantos de igual manera.
Smith no mencionó nada, solo se dedicó a conducir.
—¡¡ERES UN TONTO, TE DIJE QUE NO ACEPTARAS MÁS CARAMELOS!! ¿¡TE DAS CUENTA DE LO QUE OCASIONASTE!? —era el gran ciervo rojo podrido y bramaba desde las profundidades del bosque.
¿Acaso Smith no lo escuchaba?
—¡TENDRÉ QUE REVERTIR LO QUE CAUSASTE Y ESTA MENTIRA, ESTA FALSA PROMESA TE COSTARÁ MUY CARO, NORMAN! ¡HARÉ QUE VENGAS CONMIGO!
La criatura se encargó de penetrar mis pensamientos con un escalofriante escenario que se aproximaría: un árbol caería en la camioneta policial. Pero yo no sería el afectado sino que Smith: su cuerpo explotaría por la colisión y lo reduciría en pedazos de carne rojiza.
Quizás, ese hombre me trató mal pero no olía a caramelos como los demás.
Debía hacer algo y de inmediato.
—Señor Smith, deje-e de conducir... ten-ngo que bajarme.
—¡¿Aún insistes?!
Oculté mi rostro de la vista de Smith y después, metí dos dedos a mi boca para inducirme el vómito.
Él escuchó mis arcadas, comenzó a gritarme pero al final, detuvo la camioneta. Smith se hallaba absolutamente encolerizado, no dejaba de fruncir el ceño por mi actitud.
¿Qué más podía hacer?
Un auto pasó cerca de nosotros, conducía a buena velocidad y por lo que pude presenciar, eran dos personas. Ellos se alejaron por apenas unos metros y repentinamente, cayó un enorme árbol destruyéndolos por completo.
Todo se redujo en partes del automóvil y la carne molida de los desafortunados.
—Nu-unca te bajaste —mencionó derrotado.
Su gran cólera se esfumó desde que vio a las personas explotar, sabía que él debió morir.
Él comenzó a mirarme, sus ojos —celestes como el cielo en verano— se veían pesarosos. Observó a mi pequeño Nox, luego siguió con mis piernas desnudas, heridas y con varios moretones.
Smith, de un compartimiento de la camioneta, sacó una radio policial e informó lo acontecido y pidió con urgencia refuerzos.
Nuevamente nos quedamos en silencio.
—YO NO MENTÍA, NORMAN —rugió la bestia.
Era el gran ciervo rojo podrido, veía su figura oscura cerca del desastre.
—PROMETISTE NO COMER MÁS CARAMELOS, ¿QUÉ ESTÁS HACIENDO AHORA?
No podía responderle, solo pude seguir llorando por el tormento que causaba esa criatura en mi mente.
—Norman, espera un poco —era la voz apaciguadora de Smith, sonaba extraña—. Vendrán mis compañeros y nos iremos.
—Po-or fa-avor... no agua-anto más, señor Smith.
Me sentía muy cansado, mis ojos sucumbieron ante el agotamiento de la situación.
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Ellos me siguieron hasta el bosque
TerrorNorman Warren es un adulto joven que, piensa que su vida se acabó cuando varios hechos desafortunados cayeron encima de él. Completamente seguro sobre sus desgracias, cree que la única opción que le queda, es suicidarse en el bosque. No obstante, al...