𝟷𝟽. 𝑇𝑜𝑑𝑜𝑠 𝑡𝑒 ℎ𝑎𝑛 𝑎𝑏𝑎𝑛𝑑𝑜𝑛𝑎𝑑𝑜

10 1 0
                                    

Continué deambulando por Campo de calabazas, aprovechaba el silencio de las calles grises

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Continué deambulando por Campo de calabazas, aprovechaba el silencio de las calles grises. Ni siquiera escuchaba el sonido de los autos conduciendo, solo los pájaros se atrevían a cantar.

   Un charco de agua se posicionó frente a mí, su ubicación me pareció tan curiosa que bajé de mi bicicleta para apreciarla. Contemplé mi cara vacía, sin rasgos. Bueno, después de todo, era feo y no me perdía de nada.

   Era mejor no encontrarme, ¿cierto?

   Retomé la travesía.

   De algún modo, llegué al puente: aquí me tiré y luego, alguien me tomó para llevarme al bosque. Traté de recordar pero fue imposible, no había rostros que imaginar pero algo apareció en mis pensamientos: su olor. Un agradable perfume, tierra húmeda y sangre podrida, ¡había sido el asesino! Nunca lo perdí y él nunca me perdió, ¿qué intentaba hacerme? La multitud tenía razón, él nunca trató de matarme. No, eso no podía ser cierto, ¿acaso lo conocía?, pero ¿de dónde? Ahora que lo pensaba de mejor manera, el señor Vaugh dijo que yo viví en Campo de calabazas cuando era un niño; sin embargo, no recordaba nada. ¿Mis memorias bloquearon parte de mi niñez y adolescencia? No, esperaba que no, aunque ¿por qué detestaba tanto las golosinas? Todo era tan confuso.

   Comencé a llorar pero al momento de limpiar mis lágrimas, noté que eran de una tonalidad oscura como el alquitrán.

   —¡¡NORMAN!! —era el señor Mold y se arrastraba desde el río.

   —¡Déjeme! —grité.

   Coloqué mi bicicleta en marcha, pero la gran criatura agarró mi bufanda roja para ahorcarme.

   —¡A-AGH! —gemí.

   —¿ACASO CREÍSTE QUE PODÍAS ESCAPAR? ¡JA!

   No podía hablar, el monstruo me tenía bajo su dominio total.

   —DAREMOS UN PASEO PERO SERÁ POR MIS APOSENTOS.

   El día se ennegreció completamente, no conseguía distinguir nada, ¿aquí vivía el señor Mold?

   Escuchaba llantos, gritos de auxilio pero todos provenían de un pobre niño que no pasaba los cinco años.

   —¿RECUERDAS LA RAZÓN DE TU HUÍDA HACIA EL BOSQUE, NORMAN?

   Era el señor Mold hablándome, su voz no se oía tan imponente; más bien, la percibí bastante suave para una bestia como él.

   —Yo... no, no lo sé.

   —¿TU MEJILLA DOLÍA? ¿POR QUÉ TENÍAS SANGRE EN LA COMISURA DE TUS LABIOS?

   —Oh... yo, ese día —pausé—... Limpiaba la cocina, papá había manchado todo con el cadáver de un ciervo rojo...

   —¿QUÉ MÁS?

   No lograba ver a Mold con la oscuridad del sitio, pero debía estar cerca de mí.

   —Eddie... mi tío llegó.

   Unas asquerosas náuseas aparecieron para atormentarme.

   —¿QUÉ QUISO HACER?

   —Él... él —mis ojos se inundaron de lágrimas pero no de tristeza sino que de ira— comenzó a tocarme.

   —¿Y QUÉ SUCEDIÓ?

   —No lo soporté, no soporté sus labios en mi cuello-o —quería vomitar—. Lo golpeé y no le gustó.

   —¿Y DESPUÉS?

   —Quiso seguir, empezó a golpearme-e —no aguanté más, vomité—. ¡Me-e defe-endí! ¡Pe-ero ese-e ho-o-mbre no quería-a pa-arar! ¡Q-quería ma-atarlo!

   No logré hablar más, continué vomitando caramelos de diversos colores.

   —¡JA! ¿Y ADÓNDE LLEGASTE?

   —Me-e aburrí —limpié mi boca con la manga de mi impermeable—, me zafé de él y no sé cómo-o... Tomé una-a cuerda-a y decidí que tenía-a morir, ¡NA-ADIE ME CREERÍA!

   Me derrumbé en el piso, ya no poseía energías para seguir conteniendo mi tristeza.

   —¿CON QUIÉN ESTÁS HABLANDO AHORA, NORMAN?

   Mold se acercó hacia mí, me susurraba cerca del oído.

   —Con uste-ed —mencioné con dificultad.

   —¿TE DAS CUENTA CÓMO TODOS TE HAN DADO LA ESPALDA?

   El cadáver de un gato cayó en mis manos, su cuerpo estaba completamente desollado. Pero no fue uno, sino que dos, tres, cuatro y más.

   —¡Basta-a! —supliqué.

   —VEN CONMIGO.

   —¡NO!

   Cerré mis ojos y el mundo se paralizó. 

Ellos me siguieron hasta el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora