𝟷𝟻. 𝑁𝑜 𝑙𝑜 𝑒𝑠𝑐𝑢𝑐ℎ𝑒𝑠

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Los ojos pardos del psiquiatra Vaugh no confiaban en mis palabras, ¿qué pensaba realmente de todas estas sesiones?

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Los ojos pardos del psiquiatra Vaugh no confiaban en mis palabras, ¿qué pensaba realmente de todas estas sesiones?

   Él sonreía falsamente, era lo único que hacía con bastante entusiasmo.

   —¿Qué crees que sucedió aquella tarde? El pueblo entero está buscando a ese hombre.

   —¿Sí? Creía que estaban más concentrados en hacerme la vida imposible —dije molesto.

   Al señor Vaugh no pareció gustarle mi respuesta, él frunció el ceño de manera ligera.

   —Solo unos rasguños y muchos de ellos, producidos por ti —pausó—. Casi nada provenía de las manos del asesino, ¿en serio no conocías a ese hombre?

   —¡No! ¡Y además, usted no es un maldito detective para interrogarme! —hablé con un tono más severo y alto.

   Él se mantuvo callado por un breve lapso y luego, sonrió con la misma falsedad de siempre.

   —¿Y si recapitulamos?

   —¿Sobre qué? —me crucé de brazos.

   —Me enteré que viviste siete años en este pueblo y después, te mudaste con tu abuela hacia la ciudad.

   —No, eso es mentira —protesté.

   —Norman, basta —habló enfurecido—. ¿No lo recuerdas?

   —Le acabo de decir que no, nunca viví en este pueblo de mierda.

   Él rió agobiado, estaba mostrando su verdadero rostro: un lobo vestido de oveja.

   —Dios mío —retiró las gafas de su rostro—. ¿Puedes despertar, Norman? ¿Qué clase de fantasía has creado en tu cabeza?

   —Ninguna, señor Vaugh...

   Él realmente se hallaba enojado por mis palabras y estaba muy seguro que, debía estar conteniendo su ira pero no la expulsaba porque era un «profesional».

   Desvíe mi mirada hacia el piso, no quería encontrarme con su semblante encolerizado. Hablar con alguien irritado me hacía recordar a mi detestable padre.

   —¿Puedo irme? —pregunté, todavía no lo miraba.

   El señor Vaugh no respondió, solo escuchaba su respiración.

   —¿Puede responder?

   —Cuando tú te atrevas a recordar —mencionó molesto—. Norman, tienes que despegarte de ese cuento que te has armado y ver la realidad. No le estás tomando el peso a las cosas.

   —Señor Vaugh, ¿cuál es su diagnóstico sobre mí?

   —Todo es preliminar, Norman —suspiró—, es complicado diagnosticar a un paciente sin el tiempo requerido.

Ellos me siguieron hasta el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora