𝟷𝟶. 𝐸𝑟𝑎 𝑚𝑖 𝑡𝑢𝑟𝑛𝑜

20 3 2
                                    



Fue bastante fácil llegar a la casa de Norman, lo complicado sería lidiar con sus detestables inquilinos

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Fue bastante fácil llegar a la casa de Norman, lo complicado sería lidiar con sus detestables inquilinos. Llamé a la puerta en innumerables ocasiones pero nadie salió a atenderme. Estaba molesto —como de costumbre—, detestaba perder mi tiempo por unos bastardos ausentes. No me dejaron opciones, comencé a jugar con la puerta y mágicamente —no fue intervención, claro que no—, se abrió.

   Los delincuentes la tenían muy fácil en Campo de calabazas.

   ¿Cuántas faltas cometí? Varias, pero estos imbéciles no tenían dinero. Además, ¿denunciar a un capitán de la comisaría? Claro, sería muy sencillo arruinarme la carrera.

   Deambulé por el terreno antes de ingresar a la residencia: había basura en cada rincón. Fui hacia los corrales de los animales y ahí estaba la bicicleta roja de Norman. La tomé pero supuse que al chivo no le gustó la idea, había incrustado los cuernos en la reja.

   ¿Qué le pasaba al animal? No le di importancia, guardé la bicicleta en mi camioneta y regresé pero esta vez, entré a la morada. Abrí la puerta y un horrible olor a sangre mezclado con desinfectantes me dio la bienvenida. Norman tenía razón, su padre cazaba y lo obligaba a limpiar el desastre que causaba. Subí al segundo piso pero en el pasillo, había muchas puertas que abrir. Uno de los cuartos, pertenecía al tío de Norman —poseía una foto de él colgada en la pared, había cazado un gran ciervo—, llamado Edward pero en el pueblo lo conocían como Eddie. Ese idiota siempre me pareció tan asqueroso y solo inspeccioné la habitación para buscar mayor información sobre su pasado. Evidentemente, estaba preparado: saqué unos guantes de mis bolsillos y me los coloqué. En su dormitorio no había nada fuera de lo común, así que continué con su baño personal. Todo era normal hasta que vi la esquina del sitio. Ahí, había ropa interior tirada y estaba manchada con semen pero no calzaba con las medidas de Eddie. Me atreví a tomar una y de inmediato intuí que provenían de Norman.

   Este hijo de puta debía estar obsesionado con su sobrino.

   La rabia me inundó y sabía que la única forma de parar esta maldita emoción, era encarando a Eddie. Tiré la ropa interior y me deshice de los guantes por el inodoro.

   Salí de la habitación y seguí buscando el cuarto de Norman: era la última del pasillo. Se encontraba totalmente ordenada, estaba apenas amoblada y con cosas viejas, ¿qué clase de padre era Ezra? Me acerqué a la cama para contemplarla con detención y por alguna extraña razón, la sentí cargada de tristeza. No, no era algo extraño, Norman sufría en esta casa de mierda. Me senté con delicadeza, la acaricié y tomé la almohada para abrazarla: su angustia era tan palpable. Pocas cosas en la vida me causaban pena, muy pocas pero la vida de Norman era demasiada miserable y no podía dejar de empatizar.

   Cuando me recibí de policía y comencé a ganar dinero, busqué los datos de su abuela para hablar sobre él. Traté de hacerme pasar por un familiar, pero ella fue más inteligente y tuve que presentarme. Siempre le pedí que no le hablara de mí, me avergonzaba como policía por el caso de su madre asesinada. Y todos los meses, le depositaba y le pedía que lo cuidara por mí.

   Ahora era mi turno.

   Mi celular comenzó a sonar, era Carol, mi hermana y madre de Gilbert. No contesté porque sabía de qué trataba su llamado. «Aiden, ¿por qué dejaste que ese hombre esté en tu casa?, ¿acaso ya no le crees a tu sobrino?», te conocía a la perfección, Carol y en efecto, ya no le creía... no más.

   Tomé todas las cosas de Norman y decidí que era momento de abandonar la residencia. Llegué a la puerta para salir, pero no logré irme, escuché unos pasos en el segundo piso. Retumbaban y parecía que usaba alguna plataforma en punta por el sonido que producía. Era imposible, había revisado la casa por completo y nadie se encontraba, ¿qué estaba sucediendo? Fui a revisar con una pistola en mano por algún posible ataque.

    Miré el pasillo y estaba casi seguro que vi la silueta de un gran animal entrar al cuarto de Norman. Pero no era uno cualquiera, parecía de una talla más grande que la del promedio.

   ¿En serio estaba viendo lo que pensaba?

   Me acerqué con lentitud —la puerta estaba medio abierta— y en la pared, había un mensaje escrito con un líquido oscuro, tal vez brea o betún:

   Me acerqué con lentitud —la puerta estaba medio abierta— y en la pared, había un mensaje escrito con un líquido oscuro, tal vez brea o betún:

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


   No tenía nada más que hacer en la casa, decidí marcharme pero nuevamente, llegué a la puerta y los mismos pasos se escucharon en el segundo piso. No obstante, algo distinto se había agregado a la insólita situación. Desde mi posición, podía ver claramente la figura de un animal y pertenecía a un ciervo: su cornamenta era enorme y bastante puntiaguda.  

Ellos me siguieron hasta el bosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora