¡¿Soy Hermione Granger?!

Capítulo 56: Cáliz de fuego

POV Jade/Hermione
Después de esa entrada, no se podían dejar de oír exclamaciones acerca de Viktor Krum, filas y filas de alumnos que aspiraban a conseguir un autógrafo, como era evidente, Ronald estaba entre ellos. Todos deseaban verlo, incluso Lee Jordan se esforzaba por ver tan siquiera su nuca. Celebridades, ¿Quién lo diría?

Aunque me estaría mordiendo la lengua, después de todo, quien sabe cómo sea mi situación cuando se revele que soy Jade Baker, “revolucionaria y creadora de las primeras novelas que se determinaron por novelas juveniles, pero aptas para todas las edades” “madre de la fantasía en el mundo muggle” entre muchas otras cosas.

Ahora me encontraba yendo al GC. Por petición de los gemelos nos sentamos donde fuera difícil vernos, decidí no decirles nada, después de todo, apenas hoy habíamos solucionado el problema de la paliza de Ronald, no quería discutir por cosas como Viktor Krum de nuevo.

Al parecer Ronald deseaba que Viktor se sentara con ellos, pero Viktor Krum y sus compañeros de Durmstrang se habían colocado en la mesa de Slytherin. En el instante en que miré, Malfoy se inclinaba un poco para dirigirse a Krum, pero el parecía buscar algo disimuladamente, o mejor dicho a alguien. ¿un amigo que fue al baño quizá?

—Parece que están mucho más contentos que los de Beauxbatons — comentó Harry a Ronald en la distancia.

Y tenía razón, los alumnos de Durmstrang se quitaban las pesadas pieles y miraban con expresión de interés el negro techo lleno de estrellas. Dos de ellos tomaban los platos y las copas de oro y los examinaban, aparentemente muy impresionados, mientras que los de Beauxbatons miraban todo con ojo crítico.

En el fondo, en la mesa de los profesores, Filch, el conserje, estaba añadiendo sillas. Como la ocasión lo merecía, llevaba puesto su frac viejo y enmohecido. Este se encontraba añadiendo cuatro sillas, dos a cada lado de Dumbledore.

Habiendo entrado todos los alumnos en el Gran Comedor y una vez sentados a las mesas de sus respectivas casas, empezaron a entrar en fila los profesores, que se encaminaron a la mesa del fondo y ocuparon sus asientos.

Los últimos en la fila eran el profesor Dumbledore, el profesor Karkarov y Madame Maxime. Al ver aparecer a su directora, los alumnos de Beauxbatons se pusieron inmediatamente en pie. Algunos de los alumnos de Hogwarts se rieron.

El grupo de Beauxbatons no pareció avergonzarse en absoluto, y no volvió a ocupar sus asientos hasta que Madame Maxime se hubo sentado a la izquierda de Dumbledore, quien lo diría, supongo que realmente fueron adiestrados en sus modales, supongo que por eso son tan estirados. Cuando mi atención volvió a Dumbledore, noté que este no se había sentado y el silencio cayó sobre el Gran Comedor.

—Buenas noches, damas, caballeros, fantasmas y, muy especialmente, buenas noches a nuestros huéspedes — dijo Dumbledore, dirigiendo una sonrisa a los estudiantes extranjeros — Es para mí un placer darles la bienvenida a Hogwarts. Deseo que su estancia aquí les resulte al mismo tiempo confortable y placentera, y confío en que así sea.

Una de las chicas de Beauxbatons, que seguía aferrando la bufanda con que se envolvía la cabeza, profirió lo que inconfundiblemente era una risa despectiva, lo que hizo que los diablos en mi cabeza intentaran salir “¿de qué te ríes desgraciada? De lo ridícula que te ves con esa cosa en la cabeza seguramente” decían mientras eran retenidos por mi conciencia “¡nadie te obliga a quedarte, rubia oxigenada!”.

—El Torneo quedará oficialmente abierto al final del banquete — explicó Dumbledore — ¡Ahora los invito a todos a comer, a beber y a disfrutar como si estuvieran en su casa!

Como de costumbre, las fuentes que teníamos delante se llenaron de comida. Los elfos domésticos de las cocinas parecían haber tocado todos los registros. Ante nosotros teníamos la mayor variedad de platos que hubiera visto nunca, incluidos algunos que eran evidentemente extranjeros.