Capítulo 40: Comienza al juego

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POV Jade/Hermione
Bajamos a cenar con los demás, pero no regresamos a la torre de Gryffindor. Harry llevaba escondida la capa en la parte delantera de la túnica. Tenía que llevar los brazos cruzados para que no se viera el bulto. Esperamos en una habitación contigua al vestíbulo hasta asegurarnos de que éste estuviese completamente vacío.

— Bien — susurré — No hay nadie. Podemos taparnos con la capa. — dije saliendo de nuestro escondite para que los chicos se colocaran la capa primero.

Caminando muy juntos, de puntillas y bajo la capa, para que nadie nos viera, bajamos la escalera y salimos. El sol se hundía ya en el bosque prohibido, dorando las ramas más altas de los árboles. Llegamos a la cabaña y llamamos a la puerta. Hagrid tardó en contestar; cuando por fin lo hizo, miró a su alrededor, pálido y tembloroso, en busca de la persona que había llamado.

— Somos nosotros — susurró Harry — Llevamos la capa invisible. Si nos dejas pasar, nos la quitaremos.

— No deberían haber venido — dijo Hagrid, también susurrando. Pero se hizo a un lado, dejándonos entrar.

Hagrid cerró la puerta rápidamente y Harry se desprendió de la capa. Hagrid no lloró ni se arrojó al cuello de sus amigos. No parecía saber dónde se encontraba ni qué hacer. Resultaba más trágico verlo así que llorando.

— ¿Quieren un té? —invitó. Sus manos enormes temblaban al coger la tetera.

— ¿Dónde está Buckbeak, Hagrid? — preguntó Ron, vacilante.

— Lo… lo tengo en el exterior — dijo Hagrid, derramando la leche por la mesa al llenar la jarra — Está atado en el huerto, junto a las calabazas. Pensé que debía ver los árboles y oler el aire fresco antes de… — A Hagrid le temblaba tanto la mano que la jarra se le cayó y se hizo añicos.

— Yo lo haré, Hagrid — dije inmediatamente, apresurándome a limpiar el suelo con un movimiento de varita.

— Hay otra en el aparador — dijo Hagrid sentándose y limpiándose la frente con la manga.

Harry miró a Ron, que le devolvió una mirada de desesperanza, reparé la tetera y me dirigí a hacer más té, pero uno especial para Hagrid.

— ¿No hay nada que hacer, Hagrid? — preguntó Harry sentándose a su lado — Dumbledore…

— Lo ha intentado — respondió Hagrid — No puede hacer nada contra una sentencia de la Comisión. Les ha dicho que Buckbeak es inofensivo, pero tienen miedo. Ya saben cómo es Lucius Malfoy… Me imagino que los ha amenazado… Y el verdugo, Macnair, es un viejo amigo suyo. Pero será rápido y limpio, y yo estaré a su lado. — Hagrid tragó saliva. Sus ojos recorrían la cabaña buscando algún retazo de esperanza.

— Hagrid, ¿Qué te dijo Dumbledore? — pregunté.

— Dumbledore estará presente. Me ha escrito esta mañana. Dice que quiere estar conmigo. Un gran hombre, Dumbledore…

Me concentré todo lo que pude para no soltar todo el plan, el decirle a Hagrid todo el plan lo echaría a perder, me dolía que sufriera, pero era la única manera de que se desarrollara todo de la forma que tenía que pasar, y me frustraba y molestaba demasiado saber que esto era necesario y que ya era el momento.

— Nosotros también estaremos contigo, Hagrid — comenzó Ron, pero Hagrid negó con la despeinada cabeza.

— Tienen que volver al castillo. Les he dicho que no quería que lo vieran. Y tampoco deberían estar aquí. Si Fudge y Dumbledore los atrapan fuera sin permiso, se verán en un aprieto.

Al coger la botella de leche para verter parte de ella en la jarra, vi a Pettigrew. ¿debería cortarle la cola? No, debo ser prudente, agarré la jarra en la cual estaba escondido y sin esperar más me volteé hacia la mesa donde estaban ellos.

¡¿Soy Hermione Granger?!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora