【 un solo niño, el cual tiene la peor manera de vivir con los seres que los considera "padres", pero un día nuevos vecinos llegan a su vecindario lleno de casos y mucho drama.】
-¿sere feliz algún dia?- hablo tímidamente con voz baja.
❏ historia hina...
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Estaba cansado, de verdad que lo estaba. Después de varios días en coma, al fin abría los ojos y solo tenía más ganas de dormir. Su cuerpo se sentía pesado y adolorido, por cada mínimo movimiento sentía romperse o quemar sus heridas.
—¿e-eh...?— intento emitir un sonido, esperanzado que alguien lo escuche y pueda acompañarlo, se sentía muy solo entre esas paredes blancas.
La luz le ardía, iba a vomitar si podía pero capaz y no podía aun si tenía ganas.
Dirigió su mirada a una mujer de cabellos morados, con un traje blanco y en manos lo que parecía ser unos papeles; intento llamar su atención para que le pueda dar algún alimento, ya que tenía hambre y se sentía que si no comía algo podría volver a desmayarse pro la presión.
—¿uhm?— Mikan escucho un ruido proveniente de donde estaba el menor.
Se acerco y se sorprendió al verlo despierto, parece que el momento que estaba esperando paso y ahora debía llamar al doctor encargado para que lo revise y comprobar que tanto a mejorado; si pudo despertar, algo a cambiado, significa que a mejorado posiblemente.
De una, desapareció de la vista de kokichi, quien sin entender que pasaba, pensó que ya lo habían abandonado y ahora lo único que podía hacer era esperar a que alguien viniera para no sentirse peor; las paredes lo mareaban a tal punto quiso llorar.
¿Porque despertó? Solo estaba sufriendo de todas maneras, dentro de unos días posiblemente vuelva a su casa, donde todo vuelva hacer un infierno.
Sus pensamientos negativos fueron interrumpidos por aquel sonido característico de la puerta, dando paso a lo que era un hombre con traje blanco. Se acerco al menor y realizo acciones que el menor no entendía del todo; parecía estar midiendo su temperatura y examinando aquellas heridas que quemaban.
—¿Como te sientes?— pregunto serio y directo, pero procurando no alarmar al menor.
Kokichi intento emitir un sonido, lo intento pero solo salió una débil voz —Du-duele...—.
El doctor asintió y se paro, fue directo a una mesa donde se encontraban pastillas y herramientas que seguramente eran para tratamientos sobre el cuerpo físico. Luego, agarro un envase con pastillas, y volvió donde el de cabello morado descansaba.
Partió en dos aquella pastilla y procedió hacer que kokichi tragara la pastilla, claramente sin saltarse el que tome agua, algo difícil por su débil estado pero nada imposible; luego procedió a quitar los vendajes ya sucios y cambiarlos por otros, desinfectando cada herida antes de envolver de cierto vendaje.
—Esto dolerá algo, por favor, no se alarme y respire con bastante profundidas— el doctor advirtió y el menor asintió lento, aguanto algo la respiración e cerro los ojos.