Todos los personajes que aparecen en esta historia pertenecen a Eiichiro Oda
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Aquella noche estaba tranquila y eso le ponía aún de peor humor. Odiaba que le tocara hacerse cargo de la guardia nocturna porque eso significaba que no podía dormir hasta que amaneciese, pero al menos en sus últimos turnos el cielo le había acompañado con grandes tronadas que parecían mantener una conversación con él.
Era una estupidez, pero odiaba quedarse sólo con sus pensamientos. Normalmente se las apañaba para estar ocupado hasta la hora de dormir y no era para nada difícil. La cocina era un amante exigente y necesitaba de él prácticamente sin descanso y él no podía negar que le encantaba dedicar todo el tiempo posible a satisfacer las exigencias de su tarea en el barco.
Sin embargo, en noches como aquella, en las que el silencio era su única compañía, podía sentir como el tiempo pasaba cada vez más lento y su cabeza iba de aquí para allá sin querer permanecer en ningún pensamiento concreto más de unos segundos. Sentía una molestia en el estómago que aumentaba con cada respiración cansada que salía de su boca.
Hacía demasiado tiempo que no recordaba, que no se enfrentaba a sus demonios. Cada vez que viajaba a ese lugar escondido en su mente, tenía miedo de no poder regresar, de no poder seguir manteniendo el control en su día a día, de que al abrir la caja de Pandora no pudiese volver a cerrarla y esos fantasmas que sólo lo visitaban a veces, le persiguiesen de forma permanente.
Se encontraba en la cocina mirando por la ventana, pero pronto el aire comenzó a pesar y a volverse demasiado denso y decidió salir a tomar el aire. Salió a cubierta y se sentó junto al árbol que tanto le hacía pensar en Nami, teniendo la esperanza de que así pudiese distraer a su mente, pero tampoco eso funcionó. La molestia en el estómago subió hasta su pecho y se amontonó sin permitirle respirar correctamente. No era la primera vez que sentía eso, así que se dedicó a coger aire lentamente por la nariz y echarlo de la misma manera por la boca.
Se levantó rápidamente buscando estar más cerca del agua, pero al levantarse y empezar a andar, se tropezó con las escaleras y cayó. Sintió un fuerte pinchazo en su rodilla que rápidamente subió por todo su cuerpo y un gran dolor después. Su grito llenó el silencio que desde hacía tiempo había olvidado y aunque el dolor disminuyó pronto sintió como una oleada de rabia lo sustituía y comenzó a pegar puñetazos al suelo de hierba en el que se encontraba mientras ahogaba un grito de frustración y las lágrimas comenzaban a brotar de sus ojos.
Ni siquiera fue consciente de que estaba llorando hasta que se calmó y pudo volver a llenar sus pulmones de aire. Aún en el suelo sonrió. Debía verse patético ahí tirado con los ojos llenos de lágrimas y las manos manchadas de barro. Se puso de pie y se dió cuenta de que la rodilla seguía doliéndole, pero decidió que podía aguantar hasta que amaneciera para pedir a Chopper que le revisara. Se asomó por la borda como había intentado antes de su caída y se encendió un cigarro.
Mientras expulsaba el humo, se distrajo con las formas que éste dibujaba y en cómo desaparecía lentamente. Sonrió amargamente de nuevo y pensó en la conversación que había tenido con sus compañeros esa noche durante la cena.
*Flashback*
-Necesito una pieza nueva para uno de mis hombros, lleva meses dándome problemas. -Se quejó Franky
-¿Piezas de robot? ¡Qué pasada! - Exclamaron Luffy, Usopp y Chopper al unísono.
-¿Donde podemos encontrar ese tipo de piezas? Tal vez nos pilla de camino. -Dijo la navegante de la tripulación
-He mirado el mapa y la primera isla a la que llegaremos es Reville un pequeño pueblo de comerciantes con un gran bosque que rodea la isla, así que no creo que ahí pueda encontrar gran cosa, pero la siguiente parada es el reino Germa. Es conocido como el país de la ciencia. Eso es tan ssssuper! -Dijo mientras sus ojos se convertían en estrellas.
-¡¡¡GUAU!!! Quiero ir al país de la ciencia. -Gritó el trío de antes con las mismas estrellas en los ojos.
-¿Habrá robots? -Preguntó Luffy
-¿Y armas chulas? -Esta vez fue Usopp el que habló
-¿Y robots con armas chulas? -El pequeño reno no cabía en sí mismo de felicidad.
Los tres hombres saltaban y reían mientras Franky les aplaudía repitiendo lo super que era el sitio.
-No podemos ir allí. -Dijo Sanji serio.
-¡¿QUÉ?! ¡¿POR QUÉ?! -Gritaron los cuatro tripulantes que habían estado felices hasta ese momento.
-Porque no. Yo no... No voy a ir a ese lugar. Y vosotros tampoco deberíais.
-¿Acaso has estado alguna vez allí, ero-cook o simplemente es que eres un cobarde y por eso no quieres ir? -Zoro habló por primera vez enfrentando la mirada del cocinero.
Aquellas palabras trajeron consigo viejos recuerdos dolorosos de su infancia y tuvo que hacer un gran esfuerzo por contener sus lágrimas, pero podía desahogarse partiéndole la cara a ese marimo idiota.
-Eres un desgraciado. -Gritó mientras le lanzaba una patada.
El espadachín recibió el impacto de pleno al ser tan inesperado y chocó contra la pared. Se tocó el labio y vió que tenía una pequeña herida de la que brotaba un hilillo de sangre que llegaba hasta su barbilla.
-¿Te has vuelto loco? Vas a morir cocinero de mierda. -Dijo desenvainando sus espadas.
Luffy se puso en medio de ambos y les exigió que parasen sin entender muy bien cómo habían llegado a eso, pero a decir verdad, nadie lo sabía.
-Está bien. -Habló el capitán. -Iremos a la isla de Reville y pasaremos ahí la noche. Después iremos al reino de Germa y -Continuó rápido levantando la mano hacia Sanji ya que este había intentado interrumpirle. -Podrás quedarte cuidando el barco. No pasaremos la noche e intentaremos tardar lo menos posible. -Dijo mientras miraba al rubio.
No sabía que decir, no sabía cómo actuar. No quería pero tampoco estaba dispuesto a dar explicaciones, así que se limitó a asentir y salió fuera para fumar un cigarrillo.
-Por cierto, esta noche te toca guardia, cocinero-san. - Oyó la voz de Robin justo antes de que la puerta se cerrara tras él. Mierda. Odiaba la guardia nocturna.
*Fin del flashback*
Dió la última calada y sintió cómo sus dedos se quemaban con el filtro del cigarro, pero no lo tiró hasta pasados unos segundos. Escuchó un ruido y se puso alerta, pero no tardó en ver que un pajaro se había posado en las ramas del árbol en el que había estado antes. Pensó cómo había reaccionado en la cocina y de pronto tuvo miedo de que sus compañeros descubriesen que algo no iba bien o peor aún, de ponerles en peligro.
"¿Acaso has estado alguna vez allí, ero-cook o simplemente es que eres un cobarde y por eso no quieres ir?". Las palabras de Zoro volvieron a su mente como un puñal. Ese comentario había dolido. Demasiado familiar, demasiado parecido a las palabras que recibía de niño...
-Estúpido marimo de mierda... -Dijo mirando al horizonte.
De pronto lo notó. Había empezado a llorar de nuevo.
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Llevaba tiempo queriendo escribir algo de esto, es la primera historia que hago sobre esto así que... Espero que no esté tan mal. Los primeros capítulos tal vez sean algo introductorios, pero tened paciencia jejeje.
Es una historia que tengo muy pensada bastantes partes, así que mientras la inspiración me acompañe, intentaré actualizar de forma continuada... Peeeeeeeero... No prometo nada. Bueno sí, prometo que esta historia tendrá final (:
Dicho lo cual, muchas gracias a todxs lxs que estéis leyendo esto y ojalá la disfrutéis tanto como yo escribiéndola. Me encantaría leer vuestras opiniones.
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Es hora de despertar
FanfictionSanji no entiende nada. Solo sabe que ese estúpido espadachín se las pagará. Zoro no entiende nada. Solo sabe que ese estúpido cocinero se las pagará. Tal vez ninguno espera que su relación cambie... Crees que la pena te hará más pequeño por dentro...