Capítulo 20

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¿Cuánto tiempo llevaba sólo en la sala de máquinas del submarino? Se sentía agotado y aún ni siquiera habían llegado a su destino. Unos golpes en la puerta, le hicieron tensarse de nuevo. Mantuvo silencio esperando las palabras de su nakama, que no tardaron en llegar.

-Sanji.

Suspiró mostrando su cansancio. -Sé que lo sientes. -Susurró. -Pasa.

Zoro abrió la puerta, encontrándose al rubio sentado en el suelo fumando un cigarrillo. Se acercó y se sentó junto a él respetando las distancias. Iba a continuar, pero el otro se adelantó de nuevo.

-Sé que quieres hacer algo para solucionar mis problemas, pero sólo puedes aceptar mi decisión.

-Yo... -Apretó sus puños frustrado. ¿Qué se pensaba el cejas de diana? ¿Qué iba a quedarse parado si sentía que su compañero estaba en peligro?

- ¿Podrás hacerlo? -Le miró serio.

Bufó. -Prometo intentarlo. -Sanji se sorprendió. -Puede que no lo entienda, pero si para ti es tan importante evitar un enfrentamiento, te prometo que lo intentaré.

El otro bajó la mirada resignado. Era mejor que nada. Sabía que el marimo estaba haciendo un verdadero esfuerzo controlando sus impulsos.

-Pero no me pidas que me quede quieto si intentan dañarte de alguna manera... -Una de las katanas del espadachín brilló. El rubio sabía que no estaban solos.

-No necesito un puto guardaespaldas. - Dirigió una dura mirada a la espada del peliverde. Aquel comentario le molestó. ¿Por qué mierdas Zoro se creía que su trabajo era protegerle de todo? Él no lo necesitaba. Era fuerte y cada derrota sólo servía para seguir practicando y ser mejor. Joder, debería entenderlo. - ¿Acaso tú habrías dejado que alguien intercediera en tu batalla con Mihawk?

Desvió la mirada avergonzado y un gruñido escapó de sus labios. -Yo... No... No es lo mismo, joder.

-Está bien. Me da igual que no lo entiendas. Sólo confía en mí. -A pesar de sus palabras, el tono que utilizó denotaba algo de distancia e inseguridad. El cocinero se levantó con intención de volver a la sala principal.

Se tensó al ver que su compañero pensaba dar por terminada la conversación. Realmente no tenía más que decirle, así que ¿Por qué Sanji iba a quedarse con él ahora mismo? Se sentía dolido por todo lo que había dicho y era tarde para que todo se solucionase con un simple lo siento.

Sin embargo, actuando por puro instinto, Zoro sujetó la mano del cocinero con fuerza antes de que se marchara del lugar. -Yo... Lo siento. No quise decir... Voy a esforzarme, te lo prometo. -Le miró directamente a los ojos y notó como se le humedecían, pero no dijo nada. Sólo una ligera sonrisa que no terminó de tranquilizarle y salió finalmente de la habitación, dejando a un espadachín sólo y con un nudo en el estómago.

-Olvidé decirte que en media hora estaremos allí... -Susurró para nadie.


-Ichiji, necesito que hablemos. -Dijo Reiju entrando en el despacho de su hermano tras asegurarse que nadie andaba cerca.

- ¿Qué quieres?

Aunque eran dos los temas que quería tratar, la pelirrosa no fue capaz de hablar sobre Sanji. Era decisión de su hermano qué hacer cuando llegase. Desvió la mirada, pero pronto sus ojos buscaron los del peli rojo con seriedad.

-No pienso dejar que nadie dañe al Mugiwara. Os dejaré observar, tal vez os deje leer los informes que redacto mientras estoy con su tratamiento, aunque eso será tras asegurarme de vuestras intenciones, claro... Pero no haréis ningún daño al chico que está herido, con esos estúpidos experimentos.

Es hora de despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora