Capítulo 11

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- ¿Qué puedo decir? ¿Qué voy a decir? No puedo contarle la verdad. Tengo que inventarme algo. –Pensaba.

-Supongo que hablas del espadachín-san. –Una voz sonó a su espalda.

-Joder Robin-chan, eres como una ninja. Ni siquiera sabía que estabas cerca. –Dijo el rubio con una sonrisa en su cara, sin embargo, se le notaba nervioso. –Espera. ¿Estaba pensando en alto?

-La morena comenzó a reírse y eso provocó que Sanji se calmase. Robin tenía ese tipo de risa que es capaz de mejorar el humor de una persona en cuestión de segundos. -Fufufufufu. Repetías lo mismo una y otra vez.

-Vaya... -Se rascó el cuello algo avergonzado.

-Creo que cometes un error, cocinero-san. –Soltó de pronto la arqueóloga, pasando de una sonrisa alegre a una cara completamente seria y sombría.

Esto hizo que un escalofrío recorriera todo el cuerpo del otro mientras comenzaba a temer por su vida. –Mierda, Robin, eres preciosa y sabes que daría mi vida por ti, pero a veces realmente das mal rollo. ¿Qué he hecho mal?

-Deberías ser sincero con Zoro. Hablarle de tu pasado...

- ¿Estás loca? El marimo no lo entendería.

-Estoy segura de que espadachín-san tampoco tuvo una infancia fácil. Nunca infravaloraría cómo te sentiste.

-Pero si le cuento que los Vinsmoke del reino de Germa fueron los culpables de joderme la vida, tanto él, como Luffy se lanzarán como idiotas a buscar un enfrentamiento. A veces me sorprende cómo la gente puede actuar usando tan poco el cerebro. –Dijo imaginando cómo sería la reacción de sus compañeros.

-Tal vez la venganza no sea la solución, pero es posible que enfrentar a tu familia pueda ayudarte.

-No son mi familia. Vosotros, Zeff y la gente del Baratie sois la única familia que he conocido. Así que, por favor, no vuelvas a llamarlos así. –Soltó de pronto serio. Al ver la sorpresa de su compañera, suavizó su mirada. –Mira, sé que quieres ayudar querida, de verdad, y no estoy molesto contigo... Jamás podría estarlo. –Sonrió. –Pero esas personas son peligrosas y nadie lo sabe mejor que yo. Necesito manteneros a salvo de todo esto y la mejor manera es seguir ocultando quien soy. Por favor.

-Está bien. Aun así, debo pedirte que reconsideres la idea de que, puedes contarnos lo que sea y no dudes ni por un solo instante de que haremos lo posible por ayudarte.

-Ojalá fuese tan valiente como cualquiera de vosotros, Robin-chan... -Dijo con tristeza.

-A veces pensamos equivocadamente que los demonios sólo existen en rostros ajenos, sin embargo, los demonios que debes vencer, están dentro de ti, Sanji. –Dijo con ternura mientras dirigía la mano a su hombro y le apretaba ligeramente. –Sólo necesitas sentirte seguro. Y tal vez algo de tiempo... -Añadió esto último en un susurro.

- No sé si he entendido bien lo último que has dicho. –La morena encogió los hombros y le dedicó una sonrisa inocente.

Apenas unos segundos después, Sanji volvía a ser el mismo de siempre y sus ojos se habían transformado en corazones, mientras sacaba una rosa que Robin juraría que no había visto antes y se la colocaba entre los labios. –Ahora Robin-chan, déjame recompensarte por tan sabias palabras, oh my dear. –Dijo mientras le entregaba la rosa.

-Fufufufu, eres muy amable. –Respondió su compañera. –Creo que iré a dar una vuelta y a leer un rato. Ha sido agradable nuestra conversación. –Se despidió con una idea en mente.

Ajeno a esto, el otro sólo suspiró y volvió a centrar sus pensamientos en esa alga parlante que ahora rondaba su cabeza tan a menudo.

El sol comenzaba a ocultarse lentamente y en su lugar, un festival de luces rosas y azules comenzaba a florecer y se extendían por la isla tiñendo, en primer lugar, las montañas, después, el bosque y toda la flora que allí vivía y finalmente, las casas y las calles del pueblo.

Es hora de despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora