Capítulo 9

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-Creo que con el vendaje será suficiente, pero si ves que la herida te duele, puedes tomarte alguna medicina para el dolor. No dudes en pedirme lo que necesites, Zoro. –El renito mantenía esa cara de preocupación propia de él cuando alguno de sus nakamas resultaba herido.

-Te preocupas demasiado, Chopper. Estaré bien. –Dijo el espadachín sin prestar demasiada atención a su compañero. Las palabras de Luxyo aún resonaban en su cabeza. –Estúpido cejas de sushi, jamás has hablado de ninguna hermana. –Pensó sin darse cuenta de que había salido de la habitación.

-Cuidado, espadachín-san. Si vas tan distraído puedes chocar con alguien. –La arqueóloga le sacó de sus pensamientos.

Ni siquiera respondió. Se limitó a emitir un gruñido.

-Tal vez hay algo que te ronda la cabeza. -Continuó Robin

-¿Qué dices? Deberías dejar de ser tan chismosa. –Respondió serio.

Ella soltó una pequeña risa antes de continuar su camino. –Por cierto, puede que esto no tenga nada que ver, pero el cocinero-san ha preguntado por ti.

-El peliverde suspiró enfadado. Esa mujer sabía más de lo que decía y eso no le gustaba. Sin embargo las palabras de la morena no habían pasado desapercibidas. ¿Qué querría ese estúpido? Tras preguntar al resto de la tripulación, descubrió que el rubio había salido a dar una vuelta así que decidió despejar su mente y tomar una jarra de sake en la taberna del pueblo. Al entrar, se dirigió con rapidez hacia la barra y llamó la atención del camarero. Éste al verle sonrió y le saludo como si ya se conociesen. Aunque claro, habían salvado a todos los habitantes de la isla al enfrentarse a la tripulación de Blue Silver.

-No me lo digas, una jarra del mejor sake que tenga. –Se apresuró a decir dejando al peliverse atónito. -¿No lo recuerdas? Normal, la otra noche acabaste algo... Perjudicado. –Continuó. Aquel hombre debió haberle servido la noche que se emborrachó. La noche que encontró a Sanji teniendo esa horrible pesadilla.

–Basta ya. Has venido aquí para despejarte. –Se dijo a sí mismo. –Sí, por favor. –Respondió finalmente.

-¿Sucede algo, señor? Suelen decir que los camareros somos expertos en escuchar. –Dijo mientras dejaba una jarra helada ante los ojos del espadachín.

-¿También son expertos en meterse donde no les llaman? –Escupió sin pensar mientras daba un gran sorbo a su bebida.

La cara del camarero se entristeció, pero cuando se dio la vuelta para volver al trabajo una voz le hizo girarse. -¿Esas son maneras de tratar a la gente que tan bien nos ha acogido en este pueblo? –Un rubio extendió su mano dando un golpe en la cabeza del que tan mal le había hablado. De pronto, se dirigió a él. –Perdónale. Cuando no descansa se pone de muy mal humor. Ya sabes, es como un niño pequeño. Muchas gracias por la jarra, póngame otra para mí. –Dijo sonriendo.

El camarero recobró la expresión alegre de su cara. –Claro, señor. No tiene importancia, es normal que estén cansados. La bebida corre por nuestra cuenta.

-El peliverde aún estaba acariciando la zona de la nuca donde había recibido el golpe cuando las palabras del cocinero le hicieron reaccionar. -¿Cómo que un niño pequeño, cejas de sushi? ¿Acaso quieres pelea?

-¿Lo ves? Igualito a un niño. –Dijo Sanji al camarero ignorando por completo a su compañero. Esto provocó que Zoro se enfureciera cogiendo al rubio por los cuellos de su camisa.

-¿Es que tienes ganas de jugar? –Susurró de forma amenazante. Sin embargo, para el camarero, aquellas palabras sonaron mucho más insinuantes que amenazantes.

Es hora de despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora