Capítulo 23

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-Ven conmigo. Únete a nuestra tripulación. Estoy seguro de que Luffy estará encantado con la idea. –Dijo Sanji sin rodeos tras cerrar la puerta mirando fijamente a la pelirrosa. Ésta abrió los ojos de par en par debido a sus palabras.

- ¿Qué...?

-Abandona este lugar. ¿Cuánto tiempo piensas quedarte para intentar arreglar algo que lleva roto tanto tiempo?

-No... -Comenzó bajito. Las palabras no salían como ella quería.

- ¿Crees que van a cambiar? Vamos, Reiju, mírales.

-TÚ NO HAS ESTADO AQUÍ ¡No sabes nada! –Gritó arrepintiéndose al instante de sus palabras. -Mierda, lo siento Sanji, yo...

- ¿Por qué no te rindes con ellos? –Preguntó serio.

Tragó en seco antes de responder. –Desde que padre enfermó, he conseguido que Niji y Yonji concentren todo su potencial en la investigación. Deberías verles trabajar juntos. Han hecho muchísimos avances científicos, ya apenas van a combatir a no ser que sea estrictamente necesario. Y ichiji... Bueno, creo que él realmente está cambiando.

-Pfffftt. –El rubio dejó salir el aire por la boca emitiendo un ruido jocoso mientras hacía vibrar sus labios. –Debes estar de broma. –Pero al ver la mirada sombría de su hermana se calmó. -Está bien, eres la persona más lista que conozco así que, confío en ti. Es tu decisión y siempre la respetaré, hermanita. –Dijo finalmente sonriendo mientras la revolvía el pelo.

Reiju simplemente le mostró una gran sonrisa y se dirigió a la salida. –Ichiji no es el mismo. Seguramente alguien tan observador como tú, también se haya dado cuenta de que algo pasa con él. –Comenzó girándose de nuevo, antes de abrir la puerta.

Estas palabras hicieron que el contrario se tensara. Recordó la palea con su hermano y cómo éste parecía estar ido en varias ocasiones.

-Además, cuando éramos niños yo... -Le tembló la voz. –Yo... Te hice sufrir mucho. A pesar de que te ayudé a escapar, yo... No siempre sentía ¿Sabes? A veces simplemente todo parecía ser ajeno a mí. Claro que, con los años, me esforcé por fortalecer todas mis capacidades. Incluso mis emociones. ¿Y si el fármaco que tomó nuestra madre, también tuvo efecto en el resto de alguna manera?

-¿Qué quieres decir? –Sanji no salía de su asombro.

-Ichiji y yo pasamos mucho tiempo juntos. Puede que yo haya hecho conseguido con él lo que tú conseguiste conmigo. –Regaló una mirada feliz a su hermano y finalmente, salió del despacho, dejando a un rubio realmente confuso.

Unos segundos después, se obligó a recomponerse, pues la puerta volvía a abrirse dando paso a su hermano.


- ¿Qué es lo que quieres? –No quería perder su tiempo, sólo quería salir de aquel lugar lo antes posible.

Ichiji le miró sorprendido por su rudeza. Chasqueó su lengua, molesto. - ¿Cómo lo hiciste, eh? ¿Cómo alguien como tú fue capaz de usar el Haki? –Preguntó.

Sanji vio la sorpresa dibujada en la cara de su hermano. Realmente había logrado que el pelirrojo reaccionara... - ¿Alguien como yo? ¿Qué quieres decir con eso? –Comenzó a acercarse al contrario empujándole suavemente con cada pregunta.

-Tsk... -El de las gafas de sol miró hacia el suelo sin defenderse.

- ¿Qué pasa, Ichiji? ¿Ahora no eres capaz de llamarme débil? Porque eso es lo que siempre has visto en alguien como yo, ¿Verdad?

- ¡EXIJO SABER CÓMO LO HICISTE! –Gritó el otro, de pronto, frenando en seco al rubio.


Desde fuera aquel grito había sido muy audible. El peliverde se incorporó enseguida y se encaminó hacia la puerta desde donde había venido el sonido. Sin embargo, una mano en su hombro le hizo girarse de golpe, para encontrarse cara a cara con la arqueóloga que le miraba con aquellos ojos azules llenos de comprensión. Entendió en ese instante por qué Sanji confiaba tanto en ella. Dirigió su mirada un instante hacia su capitán y le encontró durmiendo en el suelo con una pompa de mocos que se inflaba y desinflaba con su respiración. Tras esta comprobación, volvió a mirar a su nakama.

Es hora de despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora