Capítulo 12

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-Oye Zoro, ¿Estás seguro de que no te pasa nada? –Preguntó curiosa la navegante. –No paras de dar vueltas.

-Ya te he dicho que no es nada ¿Es que no piensas dejarme en paz? No eres más que una chismosa. –Respondió.

-¡Pues prefiero ser una chismosa que un malhumorado que no sabe ser amable ni con sus propios nakamas! –Gritó enfadada la pelirroja.

Las palabras de Zoro no solían importarle, pero llevaba unos días observando al espadachín y al cocinero y aunque éste último no le había dicho gran cosa, sabía que pasaba algo entre esos dos. Normalmente intentaba saber qué sucedía ya que nada pasaba en el barco sin que ella lo supiese. Sin embargo, esta vez había decidido mantenerse al margen. Por eso las palabras del peliverde de verdad la habían cabreado.

-Joder, no sé para qué abro la boca.

-Pues tienes razón. Mira no sé qué pasará entre Sanji y tú. –Zoro se sorprendió ante las palabras de Nami. –Lo que sí que sé es que lleva un tiempo sucediendo algo y aunque YO NO TENGO NINGÚN INTERÉS EN ENTROMETERME, –Dijo esto en un tono más alto. –No quiero ver sufrir a Sanji. Puede que no siempre le valore como merece, pero es mi amigo.

-No es mi intención hacer sufrir al cejas rizadas. –Dijo de pronto el moreno dejando a la navegante sorprendida. –Sigo pensando que eres una entrometida, pero esta noche tengo una reunión muy importante con ese estúpido y créeme que soy muy consciente de lo que puedo perder si la cago.

-Una reunión ¿eh? –Añadió la navegante suavizando el tono que había usado anteriormente.

-¡Ya estás cotilleando! –Gritó el espadachín malhumorado de nuevo.

Una carcajada le hizo dirigir su mirada a una Nami sonriente. –Era una broma. Mira, sea lo que sea que esté pasando entre vosotros... Tú también eres mi nakama. Y tampoco quiero que sufras. –Al decir estas palabras Zoro se sorprendió. Esto hizo que la navegante se sonrojase un poco. No solía mostrar sus emociones ante los demás, pero... ¿Delante del peliverde? Jamás lo habría imaginado. –Suerte esta noche. –Dijo finalmente dando una palmada en la espalda del otro y alejándose.

Después de unos segundos digiriendo las palabras que acababa de escuchar, el mayor volvió en sí. –Oi, chismosa. –La llamó haciendo que la mujer se girase. –Gracias. –Dijo con una sonrisa de medio lado. –Me caes mejor cuando no te entrometes en los asuntos ajenos.

-Cállate idiota. Estoy segura de que me acabaré enterando de todo. –Sentenció imitando una cara diabólica antes de irse del todo.

-Chst. –Un escalofrío recorrió el cuerpo del peliverde. –Maldita loca...

-

-Mira, marimo... Yo... Esto... ¡Joder! Yo siento... Yo creo... Mierda parezco gilipollas.

-¿Ensayando algo cocinero-san?

-Mierda Robin. –Dijo el rubio dando un brinco. –Casi me matas del susto. -¿Qué haces en la puerta de mi habitación? –Preguntó al darse cuenta de la invasión de intimidad que acababa de sufrir.

-Fufufufufu. –Como si le leyese el pensamiento añadió. –Tenías la puerta abierta y llevaba tiempo escuchándote maljurar. -¿Hay algo que te inquiete?

-El calor subio ligeramente a las mejillas del rubio. –Esta noche he quedado. –Comenzó sin intentar ocultar lo que pasaba a su nakama. Sabía de sobra que la morena se enteraría con su ayuda o sin ella de lo que pasaba. –Con el cactus parlante.

Antes de que la arqueóloga pudiese añadir algo, Sanji se apresuró a continuar hablando. –Y no. No tengo intención de hablar del reino de Germa. –Dijo serio.

Es hora de despertarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora