Capítulo 20

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La venganza.

Maia Adams.

Desperté porque los rayos de sol impactaron en mi rostro de lleno ya que hoy estaba soleado el día. Y yo odiaba el calor así que estaba maldiciendo al sol internamente.

Note como un brazo en mi cintura me apretaba más en sí y yo me lo quite de encima porque ese brazo transmitía muchísimo calor y yo ya estaba a cuarenta grados de temperatura corporal.

—Ay, ¿por qué me quitas el brazo? —se quejo Rob.

—Tengo mucho calor. —le respondí.

—Ayyy, pero yo quiero abrazarte. —se quejo mientras trataba de volver a poner su brazo en mi cintura.

—Robinnnnnn, no. —me queje yo también, alargando la n.

—Maiaaaaaaa, si, por favor. —se volvió a quejar y me suplico con los ojos.

—Cuando no tenga calor te dejaré abrazarme todo lo que quieras.

—Bueno. No sabes el error que acabas de cometer diciendo eso. —dijo, con una sonrisa malvada.

Entonces solo puso sus brazos hacia abajo, sin abrazarme e intento volver a dormir.

Así estuvimos quince minutos hasta que me di cuenta que no iba a poder dormir sin abrazarlo y el tampoco así que me levanté de el colchón y me puse mis tenis.

—¿No puedes conciliar el sueño, cierto? —preguntó, en tono divertido.

—Cállate, imbécil.

—¿Esa es la forma en la que me dices que me amas?

—Esa es la forma en la que te digo imbécil.

—Pero amas a este imbécil.

—Ajá.

El sonrió, emocionado al ver que lo había aceptado.

Volteé a su lado y no vi a Finn algo que se hizo extraño hasta que escuche como alguien se ponía de pie y se sobaba la espalda.

—Me partí mi madre mientras dormía, ¿y qué? —se puso a la defensiva.

Robin volteó y comenzó a reírse mientras yo solo negaba con la cabeza y me abrochaba las agujetas de mis tenis.

—¿A quien le toca golpear la pared hoy? —preguntó curioso Robin.

Finn y yo ni siquiera respondimos porque solo bastó con señalarlo y que el pusiera cara de sufrimiento.

—¿Saben que cansa estar golpeando?

—Así te vas a poner mamadísimo. —lo animamos Finn y yo.

Nos puso mala cara y se levantó del colchón para ponerse sus botas.

—Aparte no voy a soportarlos por mucho rato y les meteré un bandejazo en la cabeza a los dos.

—¡Te estamos escuchando!

—¡Esa era mi intención!

My Pretty Girl // Robin Arellano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora