𝟗. 𝑰𝒏𝒋𝒖𝒔𝒕𝒊𝒄𝒆.

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𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟗; 𝑰𝒏𝒋𝒖𝒔𝒕𝒊𝒄𝒊𝒂.

𝑪𝒂𝒑𝒊𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟗; 𝑰𝒏𝒋𝒖𝒔𝒕𝒊𝒄𝒊𝒂

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EL PLAN DE SARAH NO HABÍA SALIDO BIEN. DE HECHO, NADA ESTABA BIEN.

Ward se negó completamente a confesar por los crímenes de su hijo y los suyos propios, afirmando que ocultar la verdad era la única manera de proteger a la familia. Sarah, triste y dolida, huyó sin mirar atrás con un gran nudo en la garganta. Goldy intentó consolarla como pudo, pero la rubia no dejaba de soltar lágrimas en silencio, sentada en el césped del jardín con la vista fija en sus zapatillas blancas.

Las cosas siguieron empeorando a partir de ahí.

Alguien, específicamente Ward Cameron, le había contado a la policía que John B. Routledge, dado por muerto hace un mes, estaba de vuelta en Outer Banks.

Al principio nadie creyó esa noticia. Pero las insistencias por parte del adulto fueron suficientes para que hicieran una pequeña visita inesperada que desató el infierno.

John B se había entregado para proteger a sus amigos. Y ahora, probablemente, estaría disfrutando de la comodidad que proporcionaba una diminuta, vieja y sucia celda. Sin embargo, Goldy no iba a dejar que aquella injustica continuase por mucho tiempo, menos cuando los verdaderos asesinos se escondían trás una máscara de falsa inocencia.

Ella le contó todo a su padre. Desde el incidente a sangre fría entre Ward y aquel piloto hasta el arma homicida que encontraron en las alcantarillas, ocultando la verdadera razón por lo que todo estaba sucediendo, el oro, para que su padre no se viera involucrado.

Esa misma mañana Gérard Rodríguez, escandalizado, solicitó un juicio para el adolescente, con el mismo como su abogado representante.

—John Booker Routledge, de conformidad con el artículo catorce del Estatuto de Carolina del Norte, se lo acusa de homicidio en primer grado. De ser declarado culpable, podría ser condenado a la pena de muerte.

—¿Habla en serio?—soltó Gold, levantándose de su asiento. La jueza la miró con las cejas en alto a través de sus gafas de pasta dura—. ¡Es menor de edad!

—¡Solo tiene diecisiete años, no es justo!—continuó JJ, casi atravesando la multitud para enfrentarse a los policías que custodiaban la estancia.

Gérard le echó un vistazo a su hija, una advertencia silenciosa de que debían mantener la compostura. Era un juicio, uno real, no de aquellos que solían ver en las series de la televisión. Ella estaba al tanto de que no podían perder la compostura, conocía las reglas como la palma de su mano, pues su padre se encargaba de enseñárselas.

Goldy tiró del brazo del rubio y lo atrajo a su cuerpo, entrelazando sus dedos y pidiendo que mantuviera silencio por el bien del caso. El asintió, dejando un suave beso en el dorso de su mano.

ACHILLES HEEL➵ Outer BanksDonde viven las historias. Descúbrelo ahora