SAY YES Robin Arellano

The beauty of snow

Wendy Blake

La ciudad de Denver era cálida, usualmente carecía de colores fuertes o con mucha vida, pero aun así era sencillo asociarla con un lugar cálido. El otoño suele ser la estación preferida de muchos, sin embargo yo considero que la más bonita es el invierno porque la nieve pinta las calles y parece cubrir cualquier imperfección que el pavimento pueda tener.

Para mis hermanos la ciudad carece de belleza y los comprendo, Gwen y Finney prefieren un clima más templado en el cual se pueda disfrutar del aire libre, al menos así era mientras nuestra madre seguía con vida. Luego de que la perdimos nada fue igual, papá empeoró con la bebida y comenzo a ponerse más violento, los ruidos fuertes estaban prohibidos, las biblias y hablar de sueños también. Mentiría si dijera que extraño visitar la iglesia los domingos, pero Gwen lo hace y aunque intento hacerle ver las cosas buenas de dormir más tiempo un domingo por la mañana, ella cree que hacerlo es alejarse de los valores que nuestra madre nos inculcó.

Por eso me gusta pensar que la nieve  puede cubrir los problemas, porque una vez que te acuestas sobre ella solo puedes pensar en lo fría que se encuentra y en como te gustaría volver a casa por una taza de chocolate caliente, entonces por un instante puedo imaginarme la barra de nuestra cocina repleta de galletas y tazas humeantes.

Nuestras responsabilidades también sufrieron un cambio luego de lo sucedido, Finney intenta alejarnos de los problemas con papá y yo me ocupo de las que antes eran obligaciones de mamá, aunque eso ya lo hacía antes. Porque mamá estaba enferma, ella estaba sensible,  como papá y los doctores decían. Ella veía cosas que no existían, eventos que no sucedían y eso llevó a la destrucción de su cordura, al menos hasta que en el verano acabó también con su vida. Puedo recordar con claridad la escena, no fue agradable conducir bajo la lluvia veraniega con el cuerpo inconsciente de mamá en la parte trasera del auto, aún así ella solo sobrevivió unas pocas horas en el hospital.

Para mi sorpresa no llore cuando me dieron la noticia, sabía que debía estar fuerte para Gwendolyn, ya que ella era como mamá. Una niña sensible, pero estaba segura de que era real y de que mi madre no estaba tocada.

Yo nací un seis de diciembre, entrando el invierno, mi mamá decía que era como un hada de nieve y aunque mis padres esperaban un niño, yo estoy segura de que jamás se quejaron con respecto a mi nacimiento. Tal vez porque tan solo un año después nació Finney y al siguiente Gwendolyn a quien por cierto inspiraron su nombre en el mío, nuestro padre nunca fue original.

Mientras guardaba los tapers en las mochilas pude observar de reojo el diario que mi padre sostenía, al parecer seguían publicando la desaparición de unos niños, el último había desaparecido del jardín delantero de su casa.

Papá rompió el silencio, como siempre para despotricar en contra de Finney, luego para empeorar las cosas Gwen dejó caer la tapa del horno.

Odio las mañanas porque son ventosas, hay que despertar temprano, papá siempre se levanta con resaca y a mí me salio un grano en la frente que tuve que cubrir con maquillaje.

Durante el camino a la escuela Gwen se dedico a hablar sobre con quien se casaría, parecía hablar de eso solo para alterar a Finney. –No vas a casarte, deja de decir tonterías.– Cuando nuestro hermano respondió, Gwen comenzó a quejarse y explicar cosas que para ese punto ya no entendía.

–¡Pelea! ¡Pelea!– Y ahí estábamos otra vez, mezclados entre un tumulto de gente viendo pelear a Robin Arellano, el muy bribón solo sabía hablar con puños. Gwen parecía emocionada, sin embargo Finney y yo estábamos en contra de los golpes, así que arrastramos a nuestra hermana lejos de ahí.

–De verdad no entiendo como eres amigo de un chico como él,  solo sabe pelear y pasa todo el día en detención.– Finney solo se encogió de hombros, Gwen en cambio se dedico a destacar que Moose se lo merecía por golpear a nuestro hermano.