The sky is gray

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Cuando todo acabó 2/2

Wendy Blake

Los siguientes días desde el escape no he sido consciente de lo que sucede a mi entorno, solo sé que por orden médica Finney y yo hemos sido internados en el hospital. Mi padre viene todos los días con Gwen y algunas veces podemos ver a Robin.

Según detalles del doctor, sufrimos de desnutrición avanzada y varias lesiones que se infectaron, mi pierna derecha está arruinada. No es como si el doctor lo dijera con esas palabras, pero cuando sugirieron fisioterapia luego del yeso, supe que nadie sabía exactamente qué tan mal quedaría.

Con la silla de ruedas logré llegar a la ventana de la habitación, Finney  armaba un puzzle de la luna sobre la mesa, ninguno quería hablar de lo sucedido durante el secuestro y mucho menos del como nos sentíamos por haber asesinado a un hombre. Al inicio creía que sería sencillo vivir con eso, pero la imagen de su boca llena de sangre y el sonido de su cuello me atormentaban cada noche.

–De verdad me gustaría ir al baile de invierno, pero supongo que tendremos bastantes tareas atrasadas...–

Mi hermano se ríe de mí, ambos hemos intentado bromear últimamente porque todas las personas a nuestro alrededor solo parecen sentir lástima, es bastante deprimente escuchar gente llorar todo el tiempo por algo que ni siquiera les sucedió a ellos.

Luego de unos minutos acabo por mover las ruedas de mi nueva silla portátil, Finney me observa y solo le enseño algunas monedas, necesito un refresco o moriré del estrés.

Cuando salgo de la habitación solo veo pasillos blancos y las enfermeras de siempre, ellas me saludan e incluso se ofrecen a acompañarme, pero un poco de soledad no me vendría mal.

Si bien es cierto que intento no pensar en todos los sucesos de la última semana, siempre acabo igual, estancada en el punto de partida. El hombre que asesinamos tenía una hija, esa chica es hermana de Griffin y amiga de mis amigos. Soy consciente de que si no lo hubiéramos hecho, él lo haría, pero al final acabas sintiéndote como una basura.

Al llegar a la máquina, insulto a la silla de ruedas, con la altura que me brinda no alcanzo a marcar el número de refresco que quiero. Para mi sorpresa, alguien marca el número por mí, giro mi rostro de inmediato y mi garganta se seca.

Por un instante creí que sería Robin o Bruce, pero frente a mí se encontraba Emily, de inmediato baje la mirada y tomé la lata. Ella parecía enojada la última vez que la vi y no la culpo, mate a su padre.

–Gracias...–

Luego de decir aquello intente huir del lugar, pero ella se interpuso en mi camino, debo admitir que es humillante estar en silla de ruedas y que no te dejen avanzar, la idea de pisarla se cruzo por mi mente aunque la deseché fácilmente.

–Entiendo si no quieres verme, pero solo vine a pedirte perdón...– Ella hablo, su voz tembló un poco y por la confusión acabe levantando la cabeza muy rápido –Sé que mis disculpas no van a desaparecer todo lo que mi padre les hizo, tampoco traerá de regreso a los niños que ase..asesino, pero de verdad lamento esto–

Cuando comenzaron a buscar en la casa de enfrente, encontraron cinco cuerpos enterrados, muchos de ellos sin identificar. Me enteré cuando escuché a los policías hablar fuera de la habitación.

Pero lo más extraño era tener a Emily frente a mí pidiéndome disculpas, ella no había hecho absolutamente nada, incluso Gwen dijo que los había ayudado a buscarnos.

–No te entiendo, tú deberías odiarme, nosotros.. ya sabes...– Fingí toser para no tener que decir que había asesinado, no era agradable – Yo soy la que te debe una disculpa y también debo de darte las gracias, ayudaste a mis amigos y nos buscaste aunque no nos conociéramos. Tú no tienes ninguna culpa–

SAY YES  Robin Arellano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora