The Summers

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Este capítulo contiene escenas de suicidio y lenguaje no apto para todo público, leer con discreción⚠️

[ Para este capítulo les recomiendo escuchar "Bolita de Pan" de Caloncho ya que lo escribí con ella de fondo. ]

Narrador omnisciente

Verano 1967

El seis de diciembre de 1964 una pequeña bebé nació, una gran nevada azotó ese día y sus padres pensaron que era un hada de invierno. La nombraron Wendy, porque sus grandes ojos celestes sólo mostraban amor y dulzura, ella había sido la primera hija de los Blake.

Poco después nació su segundo hijo y al año siguiente una segunda niña, la joven pareja estaba feliz de estar rodeados de niños, podían permitirse darles una buena vida gracias al trabajo del padre.

Gwendolyn apenas tenía un año y se encontraba jugando en su andador, Finney iba detrás de ella, el pequeño varón estaba aprendiendo a caminar por su cuenta. Él se sostenía de la mano de su hermanita mientras que con la otra se apoyaba de los muebles de la casa, los dos más pequeños eran unos escandalosos, pero la mayor apenas hablaba.

Wendy se encontraba observando un juguete, un bonito oso de peluche que estaba sobre la mesa de estar, su padre dejó el periódico para observarla a ella. Él estaba tan feliz de tener un ángel como Wendy, con ella aprendió a ser padre y supo de inmediato lo que era el verdadero amor, su niña era la luz de sus ojos.

Luego de unos minutos bajo del sofá, sentándose en el suelo junto a ella, él le acercó el peluche y la niña dudo antes de tomarlo. Era un oso color blanco,un moño rojo decoraba su cuello junto con un lindo relicario en forma de corazón, Wendy lo amo de inmediato.

Sus ojos buscaron a su padre y entonces Andrew juro que jamás olvidaría ese día  –Papi...– Él hombre respiro profundo para no gritar, tomó a su hija en brazos y llamó a voces a su esposa, la dulce mujer se asomo desde la cocina y la pequeña sonrió con alegría.

Finney aplaudía y Gwen no le perdía la mirada a su hermana mayor. Ese día fue  el más feliz para todos, aunque los niños no podían recordarlo.




























Verano 1971

El sol estaba en lo más alto, todos los vecinos jugaban con sus hijos fuera, en sus jardines, los Blake no eran la excepción. Andrew había comprado una piscina inflable para sus niños e incluso estaba estrenando un precioso asador que su esposa había comprado como regalo para él.

Jenna tomaba fotos de los tres niños, la joven mujer estaba feliz de ver a sus pequeños crecer. Wendy ya tenía siete años y era toda una hermana mayor, pero sin dudas era la pequeña consentida de su padre, el hombre daría todo por ella.

Finney jugaba en la pequeña piscina inflable, Gwen llevaba puesto un lindo gorro celeste para cubrirse del sol, su hermano se lo había puesto antes de salir de la casa.

Andrew dio vuelta la carne en el asador, dejando las pinzas en su lugar antes de ir donde su esposa y abrazarla, dejando un beso en su mejilla. Pero de inmediato  fue atacado por su hija mayor, la niña lo había mojado con un pequeño balde de plástico, él fingió enojo antes de tomarla en brazos y darle vueltas.

Finney y Gwen fueron donde su madre, ella tomó a la pequeña en brazos y beso la frente de su hijo.

Ese fue el último verano que Wendy recordaba con felicidad, donde su madre aún no estaba perdiendo la cordura y su padre no estaba sumergido en el alcohol.





























Verano 1976

La lluvia golpeó con fuerza la ventana de la habitación, parecía que jamás pararía de llover, Finney y Gwen armaban un puzzle en el suelo mientras que Wendy colocaba la radio. Intentaba que sus hermanos no escucharan los gritos de sus padres, fuera de la recamara podía escuchar a su madre furiosa y a su padre ebrio. Los adultos sólo sabían pelear desde hacía ya tiempo, la enfermedad de su madre y el que su padre perdiera su empleo había generado un caos.

Luego de unas horas la casa quedó en silencio, Finney se había dormido abrazado a Gwen, sin embargo Wendy no podía evitar tener un mal presentimiento.

Con cuidado de no hacer ruido, salió de la habitación, observo algunas fotografías rotas y junto al sofá de su padre el bonito relicario de su oso roto, el hombre dormía con tranquilidad, seguramente lo había pisado por error.

Junto los pequeños trozos y los guardo en el bolsillo de su pantalón, luego camino hacia el baño ya que podía escuchar el ruido del grifo abierto, al llegar a la puerta el agua golpeó sus tobillos.

–¿Mami? El agua se está saliendo...¿Mami?– Al no obtener respuesta, Wendy sostuvo el pomo e intento abrir la puerta, tuvo que empujar con fuerza y cuando observo la sangre mezclada con el agua su grito resonó en la casa.

Finney corrio hacia el baño, Gwen se asomo desde la puerta del cuarto, pero Wendy solo luchaba con el cuerpo de su madre. La había envuelto en una toalla  y hecho uso de toda su fuerza para arrastrarla fuera, le rogaba que no la dejara y que mantuviera los ojos abiertos.

Gwen lloraba mientras se hacía pequeña en el piso, cubriendo sus oídos y hamacandose de atrás hacia delante, Finney le entregó las llaves del auto a su hermana y entre ambos la llevaron a él.

Jenna murió dos horas después en el hospital, había ingerido una gran dosis de medicamentos y aunque lograron detener el sangrado, no fue suficiente, ese había sido su segundo intento de suicidio pero también el último.

Los policías habían hecho muchas preguntas, Wendy no hablaba, así que Finney respondió y dijo que su padre se encontraba en un viaje donde su familia,  que cuando llegara iría a declarar. Mintió para que no acabarán en un centro de menores.

Al llegar a la casa Finney limpio el baño, su ropa se lleno de sangre, Gwen se había dormido de tanto llorar así que Wendy la acostó. Luego de que la casa fue ordenada, la mayor de los Blake se sentó frente al sillón de su padre, ese pequeño banco en el que siempre su padre la sentaba para trenzar su cabello.

El hombre despertó dos horas después, confundido y con un fuerte dolor de cabeza, su hija frente a él parecía ida y cuando le hablo se sintió morir de tristeza.

–Maldito bastardo, solo eres un ebrio sin empleo, gracias a ti mamá murió. Supongo que ahora estás feliz, pero déjame decirte una cosa, quiero con todas mis fuerzas que mueras de la manera más putamente dolorosa–

Esa fue la última vez que Wendy se sentó en ese banco, la última vez que observo a su padre a los ojos y le habló con sinceridad.




SAY YES  Robin Arellano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora