Midnight Storm

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Robin Arellano

Cuando Finney me propuso quedarme en su casa no pensé que acabaría de este modo, solo pensaba en ignorar a Wendy y de esa forma no sentir vergüenza de mí, pero para variar acabe siendo arrastrado por un torbellino de amabilidad que apenas puedo manejar. Ella siempre trata a las personas de manera amable pero distante, manteniendo a todos a una distancia más que prudente, eso es desesperante.

Estaba hecho un desastre, empapado y con la cara hirviendo, pero Finney pareció compadecerse de mí cuando me hizo entrar a su dormitorio. Era la primera vez que me quedaba en su casa por lo que quería ser lo más cuidadoso posible con mis acciones, porque de sobra sabía que Finney era sensible con sus pertenencias.

Cerre la puerta detrás de mi espalda, soltando un suspiro que no fue desapercibido por él, no es como si intentará ocultar que me gustaba su hermana mayor. Todo el mundo sabía, incluso Gwen, pero ella era la única que parecía ignorar mis sentimientos.

–Deberías aprender a disimular, aunque también podrías decirle porque estoy seguro que no lo tomaría mal– Estaba en contra totalmente de algun tipo de confesión, ella apenas me toleraba y yo no quería arruinar mi reputación con un rechazo amoroso. Luego sería incómodo venir a la casa de Finney.

Tome la ropa que mi amigo me dio, siendo guiado por su casa hasta el baño, era una casa más grande que la mía, bueno cualquiera lo era realmente. Luego de que mi padre muriera, mi madre y yo nos vimos envueltos en deudas que nos obligaron a vender la casa, al final acabamos viviendo en un terreno con remolques. Vivir ahí no era lo mejor, pero al menos teníamos un techo y no me quejaba de eso.

Narrador omnisciente

Luego de que todos estuvieron bañados y cambiados, llegó la pizza. Al ser viernes la televisión proporcionaba un horario de cine y aunque Finney ya había visto todas las películas que transmitían, le gustaba fingir que no y sentarse frente a la pantalla hasta dormirse.

Gwen fue la primera en quedarse dormida, parecía agotada luego de un día tan ajetreado, Robin la cargo con cuidado y siendo guiado por Wendy, la llevo a la habitación.  Luego de recostarla en la cama, la mayor fue quien la tapo y acurrucó entre las mantas –Gracias por ayudar, la última vez que Finney intento cargarla golpeó su cabeza con el marco de la puerta.– Robin contuvo su risa, podía imaginarse el lío que sucedió luego de eso, Gwen tenía un carácter muy fuerte.

Mientras ellos se dirigieron al pasillo, Finney había guardado lo sobrante de la cena y acomodado la cama que Robin usaría, por suerte su padre siempre guardaba un colchón extra en el sótano y él no dudo en llevarlo a su habitación.

–Gracias por ayudar tanto a Finney, se que son buenos amigos, me alegro de que mi hermano te tenga– Wendy se detuvo frente a la habitación de su hermanito, estaban nuevamente en la misma situación de antes, pero ahora Robin se sentía más cómodo.

El chico se removió en su lugar, jugando con su cabello suelto, era raro no llevar la bandana frente a alguien más –No debes darme las gracias, soy su amigo porque quiero, además Finney y Gwen son como hermanos para mí. – No la incluiría a ella dentro de los Blake que podía considerar familia, eso sería raro, pero noto tarde que parecía que ella no le agradará al decir eso. Cuando intento explicarse Gwen la llamo asustada desde la habitación, Wendy solo sonrió y le deseo buenas noches antes de desaparecer por el pasillo.

Ahora se sentía como un tarado por no saber elegir bien las palabras.

La noche entera llovió, parecía que jamás se detendría, pero a la mañana siguiente el sol golpeaba sutilmente las ventanas. Poco a poco el día parecía mejorar.

Gwen insistió conque fueran a observar el partido de béisbol, aunque Finney no jugará ya que su equipo había perdido contra el de Bruce Yamada. Todos estuvieron de acuerdo en ir, así que Finney y Wendy prepararon comida para llevar luego de desayunar. La menor de los Blake dejo una carta a su padre, explicándole donde estarían por si él llegaba antes.

Tener una bicicleta era un lujo, algunos niños ricos o de clase media podían tenerlo, aunque en su caso al ser tres hermanos con un padre soltero, el tener dicha bicicleta era solo un sueño. Los cuatro decidieron que no tenían más opción que caminar hasta las canchas, Robin se detuvo en el camino para comprar dulces y Gwen parecio feliz con eso porque a ellos no se les permitía comer golosinas con tanta azúcar.

Una vez que llegaron, se acomodaron en las gradas, el partido aún no comenzaba por lo que los jugadores estaban con sus familias. Bruce al verlos no dudo en acercarse, chocando puños con Finney.

– No sabía que vendrían, espero que animen a nuestro equipo y no al contrario– Gwen parecía admirar la belleza del  pelinegro, le gustaba la idea de observar candidatos para su futuro matrimonio. Los chicos bromearon un poco, Finney parecía animado ya que le agradaba Bruce  –Bueno, espero que disfruten del juego, mi entrenador me esta llamando– Aviso mientras apuntaba detrás suyo con el pulgar, mostrando una encantadora sonrisa –Wendy, te llamare luego para seguir la charla del viernes– Y con eso desapareció entre los demás jugadores, pero sus palabras parecieron plantar la semilla de la duda en el amigo del castaño.

SAY YES  Robin Arellano Donde viven las historias. Descúbrelo ahora